RAÚL ALARCÓN

En su época de mayor esplendor, la cultura Sicán (que se desarrolló a partir del 750 d.C.) llegó a abarcar gran parte de la costa norte de nuestro país.

El centro neurálgico de esta civilización se sitúo en lo que hoy se conoce como el Santuario Histórico de Pómac (Ferreñafe), el cual estuvo formado por una veintena de pirámides de adobe y barro, entre las que destacaron Las Ventanas, El Oro, Ingenieros, Botija y La Merced.

En este escenario, hoy se pueden apreciar más de 40 especies de aves, siete de mamíferos, como la taruca y gato montés, así como nueve de reptiles.

En lo referente a la flora, destaca el popular algarrobo milenario, un inmenso árbol de más de 500 años al cual se adjudican innumerables mitos y leyendas.

Otro punto de interés en el bosque es el mirador Las Salinas, que ofrece una panorámica del extenso bosque, desde donde se puede apreciar la imponente huaca Las Ventanas, el centro ceremonial del complejo en el que se encontró el cuchillo conocido como tumi.

El clima es seco, cálido y soleado la mayor parte del año. La temporada de lluvias se da entre diciembre y mayo. Llueve sobre todo en las zonas altas y esporádicamente en la zona del bosque.

CULTURA ANCESTRAL El principal legado de la civilización Sicán está relacionado con el trabajo en cerámica y metales, y sobresalen sus sorprendentes técnicas en orfebrería.

Por ello, no es exagerado aseverar que gran parte de los objetos de oro del antiguo Perú tienen procedencia Sicán.

Una buena parte de estas piezas se pueden apreciar hoy en el Museo Nacional Sicán, el cual exhibe invalorables piezas en perfecto estado de conservación entre las que destaca la figura de su deidad máxima.

Su estructura tiene la forma de una pirámide trunca y está inspirada en los majestuosos y monumentales centros ceremoniales de la cultura Sicán.

El atractivo principal de la exposición, que se puede apreciar en su interior, se centra en la recreación de una tumba de élite encontrada en la base noreste de la huaca El Oro, la cual está formada por dos mujeres adultas, dos jóvenes y 1,2 toneladas de diversas ofrendas situadas alrededor del cuerpo en posición de cabeza de un hombre adulto, que llevaba una máscara de oro.

La escenificación haría referencia al alumbramiento de un niño, lo cual ha sido interpretado como un mensaje de que el soberano pretendería renacer en el futuro.

El recinto cuenta, además, con una sala en la que se exhiben vasijas y otra en la que se muestra una variedad de máscaras y finos cuchillos ceremoniales de oro.

Asimismo, el museo posee material multimedia en el que se recrea la manera como fueron encontradas las tumbas, así como material que ayuda a entender la cosmovisión de esta importante cultura.