IÑIGO MANEIRO

Jempe, el colibrí, al ver que los humanos sufrían, decidió arrebatar el fuego al poderoso Iwa. Una noche, escondido, agarró un pedazo de candela con su pico y voló en la selva, quemando los árboles que serían buenos para el fuego. Desde entonces, aguarunas y huambisas ya no pasan hambre ni frío.

Las aves, desde tiempos inmemoriales, han estado presentes en las culturas del Perú. En sus mitos fundacionales, en tocados y coronas, en grabados policromados y cerámicas, y como personajes asociados al poder. Y es que las especiales condiciones geográficas y climáticas del Perú, lo convierten en el mejor destino para los más de 80 millones de birdwatchers que hay en el mundo.

Perú compite con Colombia por el primer puesto en diversidad de aves, con unas 1.830 especies, casi el 20% de todas las que existen, de las cuales 115 son exclusivas de nuestro país. Entre nosotros vive el ave voladora más grande del mundo, el cóndor, con más de 3 metros de envergadura, y una de las más diminutas, el colibrí estrellita de cola corta, de apenas 6 cm.

Además, contamos con el pingüino más accesible, el de Humboldt y tenemos collpas en Tambopata y el Manu, en donde es posible contemplar más de 300 guacamayos comiendo arcilla para desintoxicarse. Y es en las selvas donde se puede contemplar la solidaridad animal más compleja del planeta: las bandadas mixtas, grupos de más de 70 especies de aves que se organizan para comer del bosque, en sus copas, partes medias y ras del suelo, cuidados por los pájaros centinelas que cantan anunciando los peligros.

POR TODO EL PERÚ Existen zonas donde se concentra la mayor diversidad de aves. En el nororiente se encuentran la Reserva Nacional Pacaya Samiria, el corredor del bosque seco ecuatorial entre Lambayeque y Tumbes, y la llamada ruta de las especies endémicas, entre Chiclayo y Tarapoto, donde se pueden encontrar más de 60 endemismos.

La mejor ruta del mundo para los birdwatchers se halla a lo largo de la carretera entre el Cusco y Manu, donde viven más de 1.200 especies de aves. En el sur también destacan el Titicaca, Paracas, la carretera entre Urubamba, el bosque de nubes y Quillabamba, la Interoceánica Sur de Nasca a Puerto Maldonado y Tambopata. El centro posee menos especies, unas 700, algunas endémicas como el zambullidor de Junín; destacan Tingo María, los alrededores de Satipo y la selva central de Oxapampa, como lugares de observación.

No hace falta irse tan lejos. En Lima podemos ver hasta 100 especies en parques y playas, o en lugares como los Pantanos de Villa, Pucusana y Lomas de Lachay, incluyendo colibríes como el que robó el fuego a Iwa.

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