MARÍA HELENA TORD

Lampa es la primera sorpresa en el llamado Circuito Cordillerano que recorre el norte de Puno. En este pequeño poblado de silenciosas callejuelas de casas rosadas y techos de teja que descansa como detenido en el tiempo, destaca su imponente iglesia con una original cúpula revestida con cerámica vidriada de tonos verdes. Como pocas ciudades en nuestro país, Lampa conserva intacta su plaza central y las calles aledañas gracias a la labor del patronato, que ha sabido preservar su valioso pasado y no ha permitido la construcción de edificios modernos en el centro histórico.

La iglesia atesora particulares reliquias. De entrada nos encontramos con una escultura de Santiago Apóstol hecha en cuero. Unos pasos más allá hallamos a la famosa escultura de La Piedad. Como aquella que realizó Miguel Ángel a finales del siglo XV y que se encuentra actualmente en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

Cuentan por Lampa que esta es una réplica de la original y que cuando la auténtica fue abollada vinieron desde Roma a este lejano poblado de Puno para sacarle un nuevo molde para la reconstrucción de la preciada pieza. Al parecer el minero Enrique Torres Belón, un hombre muy influyente en su época, oriundo de Lampa, en una visita que realizó al Vaticano le permitieron tomar una réplica de La Piedad para realizar una escultura en aluminio que se encuentra en la cima de la cúpula de su mausoleo al interior de la iglesia. Al interior del recinto también se pueden ver más de mil cráneos que rodean la cruz del mausoleo donde está enterrada la esposa Belón. Vale la pena también darse una vuelta por la municipalidad que está a una cuadra de la iglesia, donde también se hallan mapas antiguos y una colección de fotos del pintor Víctor Humareda, oriundo también de este encantador poblado.

Siguiendo por la ruta del Circuito Cordillerano llegamos hasta un paisaje que parece lunar. Luego de un viaje de media hora entre bosques de queñuales se llega a Tinajani, que es un gran bosque de piedras con inmensas formaciones pétreas moldeadas por el viento. Los altos farallones forman un gran cañón con antiguas formaciones de sedimentos rojizos que datan de hace millones de años, cuando este lugar estaba totalmente cubierto de agua.

El día avanza y por la tarde se crea un espectáculo maravilloso al ver los últimos rayos de sol caer sobre sus sedimentos y entre sus inhóspitas rocas aparecen manadas de ovejas. Al final del último tramo, doblando las paredes de rocas, llegamos hasta un bosque de puyas, donde crece esta singular bromeliácea, la más grande del planeta, que mide hasta diez metros de alto y que una vez en la vida, los 100 años de edad, florece con 5.000 flores.

Este circuito permite recorrer otro espacio geográfico distinto al del lago donde se muestra también la crianza de la alpaca, antiguos trapiches y poblados como Pukara, famoso por sus trabajos en cerámica. Una buena alternativa para complementar la visita al Titicaca y conocer mejor uno de los departamentos más hermosos del país que conjuga sierra, selva y el altiplano.

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