IÑIGO MANEIRO LABAYEN

Una ruta larga y luminosa recorre la provincia de Chucuito hacia la frontera de Desaguadero. Gran parte del viaje transcurre junto al Titicaca. Sus aguas acá son azules, sus playas de arena blanca acogen las barcas de los pescadores, y las pampas de la puna, donde pastan alpacas y ovejas, chocan con cerros de piedra de color rojo y de formas estrafalarias.

A lo largo de este viaje, te cruzas con localidades, como Chucuito, Juli y Pomata, en las que se conservan varias de las iglesias más imponentes que tiene Puno. Son templos, la mayoría, construidos a mediados del siglo XVI por dominicos y jesuitas. Estos últimos harían de ellos el centro de sus operaciones para la evangelización de este territorio aimara por el que viajamos, y para abastecer a las reducciones de Paraguay y de Moxos en Bolivia, cuyo archivo musical es el más antiguo de América. Para sus tareas de adoctrinamiento contaban con una Escuela de Lenguas y una imprenta, ubicadas en Juli, en la que producían catecismos bilingües castellano–aimara.

ARCOS, CEMENTERIOS Y TEMPLOS INCAS Las iglesias conservan pinturas de las escuelas cusqueña, española e italiana, hechas por pintores como el jesuita Bernardo Bitti o Tomás Lara, que en el caso del templo Santiago Apóstol de Pomata ilustran las visiones místicas de Santa Teresa de Jesús y la vida de San Juan Bautista. El arte religioso católico se funde con las expresiones indígenas, manifiestas en las flores, los frutos y las aves que se pueden ver talladas en las columnas de ese templo.

En otros, como en el de San Juan de Letrán de Juli, las pinturas son enormes, quizá las más grandes que se puedan ver en el Perú. Estos cuadros están rodeados de monumentales marcos de pan de oro que ocupan las paredes de un interior convertido en museo, donde también destaca el altar hecho en plata labrada.

Casi todas las iglesias están rodeadas de explanadas de pasto y de muros de piedra y adobe con arcos. Algunos de ellos son ventanas que miran al lago; otros, a las plazas principales de esas localidades, a cementerios o incluso a sitios arqueológicos, como el Inka Uyu de Chucuito en el que se conservan monolitos de piedra en forma de hongo o de falo, según diversas interpretaciones, y que se encuentra junto al modesto templo de la Virgen del Rosario.

El recorrido por estas iglesias es el viaje por las bellezas inacabables que posee el Altiplano. Un arte religioso que se une a la historia, a la cultura y a la naturaleza, y que da qué pensar. Así dicen en Pomata y por ello mandaron construir un enorme balcón en la parte alta de este pequeño y tranquilo lugar que mira al horizonte y a su iglesia. Desde entonces a Pomata se la conoce como el Balcón filosófico del Altiplano. Es tan grande la belleza de estos lugares que te hace pensar mucho y sentir siempre.

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