RENÉ ZUBIETA @renezp

El potencial turístico de Puno va más allá de la misma ciudad, el lago Titicaca, las islas flotantes de los Uros u otros ya conocidos destinos del Altiplano. Esta región ofrece además el denominado circuito cordillerano, que cuenta con deslumbrantes atractivos para conocer un poco más de la naturaleza, historia y cultura de esta parte del sur peruano.

Esta zona de la cordillera, que visitamos en cálidos días de la semana pasada, tiene un paisaje caracterizado por bosques de queñuales, ichu y campos en los que se dejan ver alpacas, ovejas, vacas y amigables perros pastores.

PACAJE, EL ORIGEN COLONIAL El circuito parte desde el distrito de Lampa, capital de la provincia puneña del mismo nombre, hasta donde se llega en media hora desde la ciudad de Juliaca. A unos 35 kilómetros de aquel punto y a casi 4 mil metros de altitud, encontramos el antiguo trapiche de Pacaje, uno de los seis asentamientos mineros de la zona. Este lugar que data de hace unos 500 años es un testimonio de cómo entonces se buscó oro y plata en el territorio puneño.

Mediante molinos de piedra accionados con agua, en ese asentamiento minero ubicado ya en el distrito lampeño de Palca se realizaban las faenas primigenias de tratamiento del mineral extraído y llevado a lomo de llamas o caballos. Se dice que Pacaje representa el origen colonial de Lampa.

EL EJÉRCITO DE PUYAS Siguiendo el camino se encuentra el esplendoroso bosque de puyas, en el sector de Tarucani, distrito de Vilavila. Rodeadas de abundante ichu, estas plantas bromeliáceas se reparten en aproximadamente 1.500 hectáreas. Se aprecian de distintos tamaños, aunque pueden llegar incluso hasta los 14 metros.

Llama la atención ver que muchas están aparentemente quemadas, pero se trata de su misterioso proceso de autocombustión. Tardan cuatro meses en florecer y tienen un período de crecimiento de hasta 100 años, tras el cual botan miles de semillas que permiten la preservación de la especie.

TINAJANI, UN ESPECTÁCULO NATURAL El viento se deja escuchar con más intensidad entre las inmensas rocas del cañón de Tinajani, a unos 12 kilómetros de Ayaviri, en la provincia de Melgar. Caminar entre las imponentes y milenarias formaciones rocosas es toda una experiencia. Uno se siente relajado y en paz, pese a estar rodeado de tremendos farallones, entre los que además se escucha el eco de los gritos.

Se trata de un privilegiado bosque de piedras areniscas, parte de una cadena montañosa formada por el viento y el agua paralelamente al lago Titicaca. Las sugerentes formaciones del cañón son un imperdible espectáculo natural que incluye figuras humanas. La vista queda corta en este espacio donde se respira aire puro.

EL MÍSTICO PUKARÁ Otro de los atractivos es el complejo arqueológico Pukará, a la altura del kilómetro 106 de la carretera Puno – Cusco. Ubicado en las faldas del imponente cerro Calvario, el fuerte y frío viento del atardecer le da el toque de misticismo a este sitio que tuvo función ceremonial en un sector –donde se hacían rituales y sacrificios humanos- y urbano en otro. Bajo el ruido de las aves, la edificación netamente en piedra muestra andenes, plazas hundidas y ventanales.

Ahí se encontraron restos líticos y cerámicas que se exponen al público en el museo ubicado en la parte baja de complejo. Las salas muestran restos óseos, metales, estelas y monolitos con una variedad de figuras antropomorfas y zoomorfas, entre las que el felino es recurrente.

Es recomendable recorrer en vehículo particular estos lugares que son solo parte del rico patrimonio de esta parte del país. Puno tiene así un mayor potencial turístico, una alternativa que despega para considerar quedarse más tiempo en la región, disfrutar de sus paisajes y obtener el testimonio de la misma naturaleza y de lo dejado por el hombre.