MARÍA HELENA TORD
El departamento de Amazonas, a diferencia de lo que generalmente se piensa por el nombre, no es territorio de selva agreste, sino que en sus paisajes confluyen la sierra y la selva alta, tierras verdes montañosas atravesadas por el río Utcubamba.
El bosque nuboso se apropia de la mayor parte del territorio y es hábitat de toda clase de variedades de orquídeas y de gran cantidad de aves.
Especies como el colibrí cola de espátula se han convertido en un nuevo atractivo de la región.
En la localidad de Huembo, en Pomacochas, se encuentra el centro de interpretación del preciado colibrí a donde llegan los viajeros para observarlo muy temprano en la mañana o por la tarde. En el Alto Mayo también es posible observar otras singulares especies como la lechucita bigotona.
CAMINATAS ENTRE MONTAÑAS VERDES Otro de los grandes atractivos naturales de Amazonas es, sin duda, la catarata de Gocta. Los pobladores de los caseríos de Cocachimba y San Pablo siempre supieron de su existencia, pero se volvió famosa a partir de la medición topográfica que hizo un grupo de exploradores extranjeros en el 2003 dirigido por el alemán Stefan Ziemendorff y confirmaron que con sus 540 metros de altura es la quinta caída libre de agua más alta del mundo, luego de Salto del Ángel de Venezuela, Kjeragfossen en Noruega, Salto Kukenaam también en Venezuela y la Cascada del Ventisquero Colgante, en Chile.
Las dos caídas de Gocta suman 771 metros, lo que la ubicaría en el número 15 del mundo. Hay otra catarata en Amazonas que también está en la lista, cuyo nombre es Yumbilla con 896 metros de alto y es la quinta, pero la más accesible y visitada es sin duda Gocta.
Hay dos formas de llegar a esta catarata: desde el poblado de Cocachimba y por San Pablo. La ruta más común es desde Cocachimba, porque desde el mismo caserío es posible ver ambas caídas.
La caminata desde esta comunidad dura alrededor de dos horas de ida y otras dos de vuelta. Durante el camino, que es posible hacerlo a caballo o a pie, se cruzan varios cerros y cascadas durante una ruta reconfortante y con paisajes que cambian constantemente de color y vegetación. El camino es parte del encanto de esta travesía.
Una vez cerca, la catarata luce distinta a unos metros de distancia. La altura es tal que el agua que cae llega a la tierra a manera de gotas que se dispersan por el aire y una ráfaga de lluvia cae frente a los visitantes.
El caudal del agua depende de las lluvias. A más lluvia más agua. Llegamos calurosos y cansados, pero no lo suficiente para bañarnos, ya que la catarata produce sombra y más el viento que corre con el agua es suficiente para bajar la temperatura ganada con la caminata.
Otro paisaje natural del trayecto son los valles y meandros de Huaylla Belén que se logran ver desde los miradores que están a una hora aproximadamente desde Luya.
Este lugar es el punto de partida a la expedición al complejo arqueológico de Gran Vilaya.