HORACIO ZIMMERMANN Redacción online

Ubicado a unos 20 minutos del centro de Iquitos, en un camino adornado por múltiples olores y sonidos, el Complejo Turístico de Quistococha te recibe con un colorido cartel de bienvenida y un portón de acceso que cede a tu bolsillo la opción de ingresar: la entrada cuesta S/.3 para los adultos y S/.1 para los niños.

Una vez dentro del complejo la selva te envuelve en un escenario rodeado de distintas especies de animales. La visita empieza con el recibimiento de guacamayos que comen sandía y de hormigas gigantes que, si bien no forman parte de la decoración, se roban la atención de las personas que jamás pusieron un pie en la Amazonía. El recorrido nos lleva también a pasar por una isla de monos y por diversas jaulas con otorongos, pumas, iguanas de cabeza gigante, lagartos y enormes roedores que son parte de un zoológico que alberga más de 150 especies de fauna.

El camino, engalanado por una diversidad de sonidos provocados por las aves, continúa cuesta abajo hacia el lugar favorito de los visitantes: la laguna y su arena blanca, un espacio de diversión conocido también con el nombre de Tunchi Playa. Es aquí donde la mayoría de invitados se concentra para nadar en sus tibias aguas, tomar sol, remar (el alquiler del bote cuesta S/.5 la hora) o utilizar los pedalones (S/.10 la hora).

Un paseo a Quistococha no estaría completo si no nos dejamos atrapar por la deliciosa propuesta gastronómica de la Amazonía. Un restaurante al pie de los árboles que embellecen la vista panorámica del lugar ofrece comidas de todo tipo, pero que sobre todo te empuja a probar juane, paiche, tacacho con cecina y patarashca, entre otros platillos que son acompañados por bebidas elaboradas a base de cocona y camu camu, frutos oriundos de la región amazónica.

A la salida, una tienda te invita a no irte con las manos vacías y a comprar un recuerdo (cadenas, pulseras, collares, folletos, adornos pintados a mano y más) que alimente tu memoria y que haga de tu visita algo difícil de olvidar. Ya afuera del complejo, una pequeña feria gastronómica te da una última oportunidad de animarte a probar suri, un gusano que se puede comer vivo o a la parrilla. Pero esa es otra aventura.