ERNESTO LASTRA

Luego del terremoto del 2007 que devastó Pisco y Chincha, doña Angela y su familia decidieron recuperar gran parte de la casa hacienda San José que se vio afectada por el sismo. Levantar las torres de la capilla, refaccionar la mayoría de paredes y decorados no iba a ser tarea fácil, pero a ella, quien se había enfrentado al mismo Velasco en la reforma agraria para que no le quiten sus tierras, el desafío no la intimidaba.

“Tras la reforma agraria ya habíamos logrado levantarla más o menos como hotel, pero vino el terremoto y nos dejó muy mal. Ha sido una larga lucha, pero los que vienen nos dicen que está más bonita que antes”, nos dice orgullosa Angela Benavides viuda de Cillóniz, quien con sus 86 años sale a nuestro encuentro para recibirnos en la pequeña plaza que decora el frontis de la casa.

Al ser una de las pocas haciendas en el valle de Chincha que mantienen su estilo colonial, el Instituto Nacional de Cultura (INC) la declaró como Patrimonio Cultural en 1970, por lo que la refacción tuvo que ser muy cuidadosa y contó con todos los permisos por parte del ente estatal. Fueron 5 años los que duró la recuperación posterior al terremoto. Este 2013 se celebran los 100 años desde que la familia del esposo de doña Angela se hizo propietaria del inmueble.

LA CASA POR DENTRO Un pequeño recorrido por los salones principales nos demuestra que el esfuerzo y cariño entregados a estos muros no han sido en vano. Los detalles en los muebles, en los cuadros, en los pisos y en los decorados dan un ambiente de museo colonial y la sensación de que aquí la fuerza de la naturaleza no pudo con la historia.

Los recuerdos que guarda esta casa hacienda tiene muchos matices: prosperidad por la época del comercio de azúcar y miel, pero también la cruel época de esclavitud de negros que llegaban desde África. Todos ellos son capítulos que revivimos en nuestra visita.

CATACUMBAS CHINCHANAS A diferencia de las catacumbas limeñas que se usaban como sepulturas, las catacumbas chinchanas tienen un pasado más escalofriante. Su finalidad era contrabandear esclavos negros desde el puerto Tambo de Mora hacia las haciendas españolas para no pagar tributo al rey.

“Los africanos que llegaron aquí sufrieron muchas atrocidades” nos cuenta nuestro guía, Fernando Díaz. “Muchos eran marcados como ganado y algunos abandonados en las catacumbas hasta que les llegaba la muerte”, añade.

Mientras nos adentramos en las galerías subterráneas, nos advierte que por momentos el ambiente puede tornarse “cargado”, lo que nos obliga a aferrarnos a nuestras velas, que tenuemente iluminan nuestros pasos hacia el final del recorrido por el subsuelo.

SABOR DEL SUR CHICO Antes del almuerzo somos testigos de uno de los mayores atractivos de la zona: los cajoneros. El landó, el festejo y el zapateo se hacen presentes en la terraza posterior a cargo de una agrupación local. Los visitantes no se resisten a los sabrosos ritmos y se entregan al disfrute de la música.

Los que ya estamos sentados a la mesa salimos por un momento del trance musical pues desde la cocina llega otro de los protagonistas del recorrido: la sopa seca con carapulcra y asado de tira de lechón a la parrilla con gallina negra de corral, todo al estilo del chef Héctor Solís del restaurante Fiesta que funciona dentro de esta hacienda. El almuerzo se cerró con broche de oro gracias a una porción de picarones de camote y zapallo. Para chuparse los dedos.

¿CÓMO LLEGAR? La casa hacienda San José está a 15 kilómetros al sur de Chincha, en el tradicional distrito de El Carmen. Si viajas desde Lima puedes tomar los buses que van por la Panamericana Sur hasta Chincha y luego contratar un taxi por quince o veinte nuevos soles para que te lleve hasta la misma hacienda.

Según los planes que tengas, puedes disfrutar del museo, del bar, del restaurante o simplemente pasar un día de relax en un ambiente campestre y con piscina. Además, los fines de semana hay actividades culturales con agrupaciones locales de música y danza.