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Andrés Salas relata su aventura como guardaparque en el Manu - 5

Por: Andrés Salas

En abril del año pasado fui al Parque Nacional del Manu, exactamente a una reserva ecológica que se llama Chontachaka, ubicada en el valle Kosñipata. Desde la ciudad del Cusco son aproximadamente seis horas de viaje, cruzando la ceja de selva y un lugar hermoso al que llaman Valle de Niebla, por ser  una montaña enorme en donde mientras más subes, lo único que logras ver son nubes y da la impresión que estuvieras en el mismo cielo.

En el Manu funciona una asociación que está muy comprometida con el medio ambiente. Su labor es reinsertar animales que fueron capturados por traficantes y proteger los bosques amazónicos de la tala ilegal. En su invitan a la gente que se sienta identificada con la misión a hacer voluntariado. Así los encontré y también me animé. Estuve allá por casi treinta días. Fue una experiencia maravillosa.

En defensa de la selva

Conocí lugares extraordinarios llenos de flores hermosas, como las orquídeas, que los pobladores se encargan de cuidar muchísimo, y animales que jamás pensé ver en la vida, como las oropéndolas, diversas especies de colibríes y gallitos de las rocas.

Algo que se debe tener en cuenta es que allí el trabajo es intenso y que además no vas a tener agua todo el día. Tampoco luz ni conexión a Internet. Por eso, primero se debe pasar por un proceso de selección.

Si eres aceptado, cada jornada diaria en Chontachaka te da derecho a alojamiento y comida gratis. El horario es de lunes a sábado, más o menos desde las 6 de la mañana hasta las 2 de la tarde, tiempo en el que te dedicas a sembrar árboles, recolectar semillas, limpiar los senderos que han sido afectados por las lluvias, fotografiar plantas, ver si los animales asignados entran a la zona de reinserción, entre otros.

A partir de las 3 tienes el día libre, al igual que los domingos, para aprovechar y salir a perderte a propósito en medio de la selva o visitar el pueblito llamado Patria, como a media hora, para hacer algunas compras en el mercado donde la fruta es muy barata. ¡Puedes encontrar piñas gigantes a S/.1!

Si crees que quizá esto no es lo tuyo, no hay problema. Lo bueno es que además del programa de voluntariado, también hay otra opción para ir enteramente a turistear. La asociación ofrece servicio de hospedaje y actividades en los alrededores, como trochas para ver monos, mariposas o alguna cascada.

En lugares como Chontachaka, cualquier tipo de ayuda, por más chiquita que sea, tiene un gran impacto. Yo regresé a Lima totalmente renovado, me ha servido mucho para crecer en la vida y lo recomiendo también al resto. ¡Aventúrense! 

 

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