Hace 60 años Nagoro tenía cientos de habitantes, había trabajadores, niños, vida. Ahora, el pueblo solo parece ser el hogar de unas espeluznantes muñecas de tra
Hace 60 años Nagoro tenía cientos de habitantes, había trabajadores, niños, vida. Ahora, el pueblo solo parece ser el hogar de unas espeluznantes muñecas de trapo que se encuentran regadas por toda la aldea.