Los niños participan en una lección después de la reapertura de las escuelas para los grados 1-3 en Varsovia, Polonia. (Foto: REUTERS / Kacper Pempel)
Los niños participan en una lección después de la reapertura de las escuelas para los grados 1-3 en Varsovia, Polonia. (Foto: REUTERS / Kacper Pempel)
Jannina Bejarano .

Hace un año , era la película surcoreana dirigida por Bong Joon Ho que abarrotaba las salas de cine en diferentes partes del mundo. Debido a su idioma original (coreano) muchos se resistían a verla, pero el film se hizo imperdible cuando en febrero de este año, obtuvo cuatro estatuillas en los premios Oscar: Mejor película, Mejor película internacional, Mejor director y Mejor guion original. Todo un hito para una cinta en lengua no inglesa que reflejaba una crítica social, enfrentando dos mundos: a los pobres y a los ricos.

Lo que en ese entonces nadie imaginó, es que días después, el mundo entero sería protagonista de su propio film… “¡Parece que estuviésemos en medio de una película de terror!”, comentábamos cuando el virus, , se trasladaba rápidamente desde China hacia diferentes partes del mundo para cambiarlo por completo. ¿Una pandemia en pleno siglo XXI? Sí. Un virus de nombre extraño en ese entonces, Covid-19 para el mundo entero.

Ahora imagina por un instante que aún puedes ir al cine. Hagamos ese ejercicio. Ojos cerrados. Estás ansioso y emocionado porque estás por ver la película de la que todos hablan, la que ha superado todas las expectativas logrando estar meses en cartelera. , es un thriller de suspenso, con altas dosis de terror y drama. Sus innumerables giros inesperados en momentos inesperados prometen dejarte pegado en la butaca hasta dejarte sin aliento.

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Argumento

Transcurre diciembre de 2019. Un misterioso monstruo invisible llamado nace en China y se reproduce de manera tan rápida que se extiende por el mundo entero. ¿Su estrategia de ataque? Insertar en los cuerpos de los seres humanos una agresiva y misteriosa enfermedad respiratoria que puede ser mortal y que se contrae en un abrir y cerrar de ojos, boca o ingresando por las fosas nasales. ¿Cómo? Mediante el contacto salival de algún ser humano infectado.

Protagonistas

, el virus que consigue lo inimaginable. Matar a millones de personas y mantener a los sobrevivientes encerrados dentro de sus viviendas. “¡Nadie puede salir de sus casas!”. “¡Se extendió la cuarentena!”. #YoMeQuedoEnCasa, son mensajes que los humanos repiten una y otra vez y en todos los idiomas.

Es un monstruo misterioso porque no siempre deja rastro cuando ataca consiguiendo convertir a la mayoría de infectados en verdaderas trampas mortales para otros seres de su misma especie.

Para , todos los humanos son exactamente iguales. No distingue entre razas, géneros, pobres o ricos, creencias políticas o religiosas. No distingue entre que sean “buenas” o “malas” personas. Es sumamente despiadado porque su satisfacción no concluye al matar a sus víctimas. Goza viendo cómo de despiden de este mundo sufriendo en la más profunda, temible e indeseable soledad absoluta. Es un monstruo sumamente inteligente porque nadie puede descubrir la manera de aplacar su poder.

El mundo

La víctima del film. Desde tu asiento observas atónito en pantalla grande un mundo inimaginable, distinto, cambiado.

Escenarios

La película nos muestra cómo lucen algunos de los principales lugares turísticos del mundo tras el paso del monstruo. La imponente y romántica Torre Eiffel en Paris, Francia, llorando con el corazón roto. Venecia, Milán y Roma, en Italia, desiertos. El concurrido Central Park en New York, en absoluta soledad. La alegría y diversión de los parques de Disney World, derrotados. La ciudadela inca, Machu Picchu, joya del turismo en Perú, sin brillo.

Museos, hoteles, restaurantes, conciertos, cines, teatros, fiestas, discotecas, pubs, colegios, institutos, universidades, parques, iglesias, aeropuertos y cualquier lugar que signifique aglomeración de gente, con las puertas clausuradas por tiempo indefinido.

Por algunos minutos, , la ‘película’ del mundo, incluye escenas que te roban una emotiva sonrisa. Maravillosos paisajes mostrando a la naturaleza en su máximo esplendor. El cielo del mundo luce precioso, despejado, respirando y descansando del sonido de los aviones que también dejaron de volar. Mares, ríos y lagunas cristalinas con aves celebrando alrededor. Delfines brincando de alegría y animales de diferentes especies tomando las calles vacías libremente y sin temor.

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¿Y nosotros?

Todos los habitantes del planeta tierra se encuentran encerrados en sus viviendas junto a la palabra que los acompaña día tras día: cuarentena. Quien decide cruzar la puerta de su casa en busca de alimento, debe llevar dos cosas para confundir al monstruo asesino: mucho valor y la prenda de “moda” que, por primera en la historia, es utilizada por todos, por absolutamente todos: la mascarilla.

Gobiernos confundidos, aterrados, tomando decisiones al azar. Empresarios grandes, medianos y pequeños viendo todo su esfuerzo, todos los logros conseguidos por años, escapándose apresuradamente. Millones de personas desempleadas, desesperadas. Muchos de los que se jactaban de tener importantes puestos, “reinventándose” ¿La manera? Cualquier trabajo que los ayude a conseguir lo básico para sobrevivir. Gente saliendo a las calles a convivir con el monstruo intentando esquivarlo porque no tienen opción, necesitan trabajar para poder alimentar a sus hijos. Policías y militares invadiendo las calles tratando que se mantengan solitarias. Saqueos. Conflictos. Suicidios.

Observamos a miles de personas intentando sobrevivir. Doctores decidiendo a quiénes salvar dependiendo de sus edades. Clínicas y hospitales con tantos infectados que ya no se dan abasto. Millones de seres humanos muriendo y siendo envueltos en bolsas negras para ser incinerados o arrojados en algún lugar. Personas desconsoladas despidiendo a sus seres queridos sin siquiera poder verlos.

Los seres humanos no pierden la esperanza y han encontrado una manera de pedirle al universo que se lleve al monstruo. Cada noche a las ocho y en diferentes partes del mundo salen por sus ventanas o balcones cantando el himno de su país. “¡Vamos a salir de ésta!” gritan enérgicamente con una mezcla de ilusión y desesperación, intentando convencerse. Pasan los días y las voces de esperanza se escuchan cada vez menos, aunque los niños aún la mantienen.

Los noticieros en televisión jamás tuvieron tanto rating durante tanto tiempo ni Internet tantas visitas. Facebook cobra nuevamente gran protagonismo. Sus muros se llenan diariamente de cifras de contagiados y fallecidos. Las críticas, soluciones, solidaridad, canciones de aliento, confusión, esperanza y desesperanza, se reflejan en millones de usuarios entre posteos y comentarios.

WhatsApp toma el absoluto poder de los mensajes entre amigos y familiares. Y las video llamadas la gran alternativa para acercarlos “físicamente”. Zoom concentra a los que aún conservan su trabajo, pero también es el nuevo punto de reunión para reencuentros y celebraciones de cumpleaños. Que todos hablen al mismo tiempo o que la canción de ´happy birthday´ se escuche a destiempo pierde importancia. Instagram se invade con fotos del recuerdo y mensajes de esperanza. Miles de memes sarcásticos y Tik Tok se convierten en la mejor manera de jugar para escapar de la realidad.

Anonymous toma el control de Twitter. El enigmático grupo internacional de ciberactivistas que se ocupa de revelar teorías y supuesta información ultra secreta de gobiernos y empresas, responsabiliza a la Organización Mundial de la Salud por la aparición del monstruo. El escándalo se mezcla con el chisme cuando Anonymous habla sobre una red de pedofilia que involucra al mismísimo presidente de los Estados Unidos, al Vaticano y a la realeza.

El racismo coloca a Estados Unidos en un verdadero escándalo mundial

Se viraliza un video que consigue quitarle protagonismo al temible . En la ciudad de Minneapolis (Noroeste de Estados Unidos) un policía blanco coloca su rodilla durante varios minutos sobre el cuello de un afroestadounidense. George Floyd, de 46 años de edad, trata de pedir ayuda, gritando en repetidas ocasiones: “No puedo respirar”. Minutos después pierde la vida.

La indignación por este caso de racismo y brutalidad policial enciende las calles de Estados Unidos desatando una verdadera ola de protestas y disturbios en varias ciudades de este país. Covid se burla, se ríe a carcajadas y sigue avanzando de manera aún más rápida mientras que las redes sociales se visten de negro en señal de protesta.

Un final inesperado

Si bien , la ‘película’ del mundo, ha conseguido mantenerte pegado minuto a minuto y de principio a fin, causándote diferentes sensaciones, es uno de esos films cuyo final te deja completamente insatisfecho. “¿Terminó?”. “Pero ¿qué pasó al final?”, te preguntas mientras los créditos aparecen y las luces de la sala se encienden. Es ese tipo de película (que detesto) que suele dejar a la imaginación del espectador lo que habría sucedido. “¿Encontraron el antídoto para debilitar y vencer al monstruo?”. “De ser así, ¿cuánto tiempo pasó?”. “¿Al final casi todos se infectaron y pocos sobrevivieron?”. “¿Fue el fin del mundo?”, son preguntas que van y vienen entre los comentarios de la gente mientras caminan lentamente pegaditos unos a otros, saliendo del cine.

Sin embargo, , la película del mundo que hoy estamos viviendo, también es ese tipo de cinta que te impregna diferentes sensaciones, que te deja recordando las escenas más impactantes. Es el tipo de film que te deja pensando y mucho. Ese día llegas a tu casa para besar y abrazar a tus hijos con más amor que nunca. Ese día dejas de quejarte sobre tu trabajo y agradeces tenerlo, pero la sensación de ver a tus padres, a tus familiares, a tus amigos, se apodera completamente de tus ganas. Ese día entiendes, aunque sea por poco tiempo, que definitivamente no necesitas de tanto para ser feliz. Comprendes, sobre todo, que la salud y la libertad son regalos que quizá no valorabas tanto y que jamás pero JAMÁS, quisieras perder.

Sobre todo de las películas más crueles que nos toca ver, se aprende.


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