Esta es la continuación de una historia de amor prohibido en tiempos de pandemia. Tras haber estado viviendo un tórrido romance por WhatsApp durante la cuarentena, ÉL y ELLA decidieron reencontrarse después de quince años.
Esta es la continuación de una historia de amor prohibido en tiempos de pandemia. Tras haber estado viviendo un tórrido romance por WhatsApp durante la cuarentena, ÉL y ELLA decidieron reencontrarse después de quince años.
Jannina Bejarano .

*Los protagonistas de esta historia son reales, pero pidieron no ser mencionados por obvias razones.

Para ponerlos en contexto. Hace muchos años, ELLA se convirtió en lo que tanto rechazaba y señalaba: La amante de un hombre casado. Pero ahora tenía un feliz matrimonio y dos hijos. A inicios de este año, ÉL se había quedado viudo debido a un trágico accidente. Tras quince años de no tener ningún tipo de contacto, un mensaje de pésame por Facebook, comenzando la cuarentena, abrió la puerta para que esa perfecta química, confusos sentimientos, y el más intenso deseo, entraran a sus vidas, nuevamente. Pero esta vez, los papeles se habían invertido.

Después de estar viviendo un riesgoso y apasionado romance por WhatsApp durante los meses de cuarentena, ÉL y ELLA estaban ansiosos por verse físicamente. Debían esperar todo junio para que termine el confinamiento, pero decidieron romper todas las reglas para apresurar el esperado encuentro.

-PRIMERA PARTE: Coronavirus: secretos de WhatsApp en tiempos de pandemia-

Léela

“Mi mamá está pasando con nosotros la cuarentena y tengo las llaves de su departamento. Nos podemos ver ahí”, propuso ÉL. La culpa que ELLA sentía no fue tan grande como sus ganas por verlo. “OK, mejor lugar imposible, pero prométeme que te vas a portar bien”, respondió intentando convencerse de que iba a poder controlar la situación. “No voy a hacer nada que tú no quieras”, dijo ÉL. Dos días después finalmente se verían.

-Inventando para pecar-

¿Cómo salir de su casa, por lo menos dos horas, en pleno confinamiento? ELLA había perdido su trabajo durante el primer mes de cuarentena. Junto a su esposo y dos hijos cumplían estrictamente todas las medidas dadas por el gobierno, así que debía inventar una razón que resultara creíble. “Mañana voy a visitar a mi mejor amiga del trabajo porque acaban de despedirla y ¡está devastada!”, le dijo a su esposo muy segura y sin titubear.

Durante esa noche no pudo cerrar los ojos sintiendo que estaba a punto de cometer la traición de su vida. Pero, sobre todo, pensando en que faltaban escasas horas para que finalmente llegara el momento que tanto había deseado. La ansiedad la invadía acompañada de innumerables preguntas que cruzaban por su mente: “¿Qué va a pasar apenas nos veamos?, ¿nos vamos a abrazar o comenzaremos a besarnos apasionadamente hasta hacernos el amor?, ¿nos saludaremos con un simple beso en la mejilla?”. Se encontraba sumamente nerviosa, y no era para menos, habían pasado quince años de no verse físicamente y casi tres meses de hablar todos los días por mensajes de texto, audios, llamadas, video llamadas y hasta sexting por WhatsApp. Las ganas de hacerle el amor la quemaban por dentro de una manera que había olvidado sentir. De hecho, ÉL siempre había causado en ella una excitación inigualable que había despertado intensamente, mientras el mundo se desmoronaba.

-El ansiado reencuentro-

“Dios mío ¿qué estoy haciendo?”, pensaba ELLA mientras subía por el ascensor. Respiraba hondo una y otra vez intentando calmarse. Se miró en el espejo para sacarse la mascarilla y acomodar su cabello. El ascensor llegó. Caminó unos pasos buscando el número del departamento, y de pronto, observó una puerta entreabierta. ÉL apareció hablando por celular. La saludó con un beso en la mejilla y le hizo señas para que pasara, mientras coordinaba algún tema de trabajo. ELLA sonrío intentando ocultar su sorpresa de cómo realmente sucedió lo que tanto le intrigaba noche antes, y es que entre todas las diferentes situaciones que supuso, esa jamás pasó por su cabeza. Se sentó en la sala observándolo caminar de un lado para el otro hablando por celular. Sus miradas se cruzaban una y otra vez acompañadas de una sonrisa.

Pocos minutos después, ÉL finalmente colgó y le dijo: “Sorry, tenía que atender un tema urgente de la chamba”. “No te preocupes, ¡qué lindo el depa de tu mamá!”. Respondió ELLA. “¿Te provoca un vinito?”. Preguntó ÉL con cierto nerviosismo. ELLA se paró y lo acompañó hacia la cocina para buscar las copas. ÉL aprovechó para mostrarle los diferentes espacios del departamento, terminando en la habitación principal. El cuarto, de tamaño mediano, estaba repleto de lindas fotos familiares, muchas de ellas tenían presente a la que había sido su esposa durante veinte años. “Debes extrañarla mucho”, le dijo ELLA. “Ya te contaré todo mientras tomamos el vino”, contestó ÉL bajando la mirada, sin poder ocultar su tristeza. Regresaron a la sala y sin pensarlo, se sentaron muy cerca, uno al costado del otro.

Después de servir el costoso vino tinto, ÉL le dijo: “Entonces…salud por nosotros y por este reencuentro”. Ambos bebieron el primer sorbo. ÉL colocó ambas copas sobre la mesita de la sala, cogió suavemente la mano de ELLA y continuó diciendo: “Te juro que siento como si el tiempo no hubiese pasado. Siento que somos los mismos de hace quince años”. ELLA lo abrazó muy fuerte y le dijo emocionada: “¡Por fin puedo abrazarte! No sabes las ganas que tenía de abrazarte así”. El silencio, ese que jamás los incomodó, se hizo presente una vez más mientras se apretaban. ÉL suspiró profundamente… “¡Qué rico hueles! Durante todos estos años no volví a oler tu perfume, pero lo recordaba perfectamente”. Siguió oliéndola entre el cabello y el cuello, suspirando una y otra vez con los ojos cerrados… “Tu olor por Dios. Te juro que nunca he olido a una mujer que huela más rico que tú...”. De pronto, la miró fijamente acariciando su rostro, se acercó hacia su boca, y comenzaron a besarse suavemente durante varios minutos. Por momentos, los besos se interrumpían para mirarse muy de cerca, mientras se acariciaban la cara y el pelo mutuamente.

-Un mensaje inesperado-

El romántico momento fue interrumpido cuando el intercomunicador sonó. ELLA se sorprendió y lo miró extrañada. “No te asustes, debe ser el almuerzo que pedí”. Inmediatamente ÉL bajó para recoger el delivery, olvidando un importante detalle sobre la mesita de la sala: su celular. Mientras ELLA lo esperaba sentada, intentando recuperarse de los increíbles besos que habían confundido aún más sus sentimientos, el sonido de alerta de un mensaje en el celular de ÉL, robó toda su atención. Impulsivamente y sin pensarlo dos veces se acercó hacia el celular, y sin levantarlo, pudo leer claramente el nombre de una mujer que le escribía: “Yo también te amo”.

¡ELLA no podía creer lo que estaba leyendo! El primer pensamiento que vino a su cabeza fue un recuerdo de algunos días atrás, cuando durante una conversación por celular, ÉL también le dijo ’Te amo´. Esa situación definitivamente llamó su atención por algunos segundos debido a que ni siquiera se habían visto en persona, pero su ilusión la dejó pasar.

Yo también… ¿te amo?”, se repetía ELLA una y otra vez en la cabeza. Rápidamente, levantó el celular y sin entrar en el mensaje en cuestión observó con quiénes había estado chateando últimamente. Su sorpresa se convirtió en shock, cuando la mujer del ´Yo también te amo´, no era la única. Emoticones de caritas con ojos de corazón y besos, le indicaban que había otra más.

Su corazón se aceleraba mientras se sentía la mujer más estúpida del mundo. No sabía si llorar o si reírse. ELLA no era la única y estaba más que claro, no necesitaba saber más. Pensaba en si tenía que enfrentarlo contándole lo que acababa de suceder, o si debía agarrar su cartera y salir corriendo sin darle ninguna explicación.

-Reacción y deseo-

De pronto, ÉL entró al departamento preguntándole si ya tenía hambre, mientras colocaba las bolsas de papel sobre la barrita de la cocina. ELLA se paró, caminó lentamente hacia ÉL, y sin decir una sola palabra lo abrazó y comenzó a besarlo. Pasaron pocos segundos para que los besos pausados comenzaran a acelerarse, perdiéndose apasionadamente entre las orejas y el cuello. “No puedo más, quiero hacerte el amor”, le murmuró ELLA al oído. Inmediatamente, ÉL la cargó y caminó hacia la habitación principal. Cayeron juntos sobre la cama sin dejar de besarse y acariciarse. ELLA excitada y apresurada le quitó la ropa. Y cuando ÉL, absolutamente excitado, comenzó a desabotonarle la blusa… “¡Para, por favor para!”, dijo ELLA levantándose abruptamente de la cama. Caminó hacia la puerta, y antes de salir de la habitación, lo miró y le dijo: “¿Qué hago aquí? No puedo hacer esto”.

ÉL bastante confundido se sentó, y cuando decidió pararse para alcanzarla escuchó que la puerta del departamento se cerraba. Se vistió rápidamente, corrió hacia la puerta y al abrirla descubrió que ELLA ya se había ido. Regresó para buscar su celular que seguía sobre la mesita de la sala. Desesperadamente marcó su número innumerables veces, pero ELLA, no contestó. Esa misma noche ÉL decidió escribirle un mensaje: “No entiendo por qué te fuiste así y tampoco por qué no me respondes… ¿Qué pasa?”. ELLA leyó el mensaje, pero no respondió. Durante los cuatro días siguientes ÉL continuó enviándole mensajes a diferentes horas. ELLA los dejaba en leídos.

-Preguntas sin respuestas-

Inevitablemente la culpa, la tristeza y la rabia, se enredaron para convertirse en infinitas lágrimas durante varios días, multiplicándose por las noches, mientras su familia dormía. ELLA intentaba consolarse pensando en que ese inesperado mensaje, era una clara señal advirtiéndole a gritos, que estaba cometiendo el gran error de su vida. También era consciente de lo absurdo y hasta injusto que era pretender, convertirse en la mujer casada reclamándole fidelidad a su amante. Sin embargo, eso no conseguía evitar que se sintiese traicionada, burlada. Y es que ELLA jamás imaginó, que su amor imposible andaba repartiendo el ´Te amo´ por aquí y por allá. “¿Todas las cosas que me decía eran sólo mentiras para llevarme a la cama, o eran ciertas, pero busca a otras mujeres para protegerse y no sufrir porque lo nuestro es imposible? ¿Qué fue verdad y qué no? Cuando ÉL finalmente encuentre una relación seria ¿todo terminará entre nosotros, o no podremos dejar de amarnos y ambos seremos infieles? ¿Podría soportar algo así?”. Eran algunas de las diversas preguntas que atormentaban su cabeza.

Ha transcurrido más de un mes desde ese reencuentro. ÉL sigue escribiéndole y ELLA sigue luchando con las ganas de contestarle. Quisiera escucharlo para encontrar respuestas a sus dudas, o al menos, para acallar la inmensa curiosidad que la invade sobre lo que ÉL tiene por decir. Pero sabe que responder un solo mensaje por WhatsApp, significa abrir un nuevo capítulo para esta historia. Una historia que es tan real como prohibida, tan riesgosa como complicada…



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