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Magdyel Ugaz: la actriz de corazón charapa - 1

Por Gloria Montanaro

De un año a esta parte Magdyel Ugaz dejó de leer libros de autoayuda para pasar a los de ficción. Los del japonés Haruki Murakami son los que ahora le roban minutos a la almohada. Pero también, los que desenlazan llantos ahogados, mientras está en la peluquería. Le pasó hace poco con uno de los cuentos de “Hombres sin mujeres”. 
Estas historias le han devuelto un poco del prolífico imaginario fantástico que tenía de niña. Incluso el amor por las letras que sentía cuando leía a Mario Benedetti, incitándola en ese entonces a escribir poesía. Sus amigas del colegio en Comas eran quienes más aprovechaban ese gesto romántico: le pedían poemas para sus novios. 
Lo cuenta mientras la maquilla Alejandro, uno de esos amigos por los que tiene un cariño entrañable, pero con quien nunca cumple en tomarse un café por falta de tiempo. Las grabaciones de su personaje Teresita, en “Al fondo hay sitio”; la producción de su espectáculo infantil “El mundo de la Tere”; y las participaciones en otros programas, como “El Gran Show”; no le dan tregua. Ahora se alista para el estreno, el próximo 13 de agosto, del filme “Planta madre”, dirigida por Gianfranco Quattrini. En él interpreta a una chica que trabaja con su esposo en una barcaza, trasladando turistas desde Iquitos hasta la frontera con Brasil y ejerciendo la prostitución. 

¿Cómo te preparaste para este papel?
Fue bien chévere desde el momento en que me dijeron que era una mujer que tenía siete meses de embarazo. El cambio físico era fuerte porque tenía una panza. Entonces era una sensación al caminar, al sentarte, al hablar, que yo no he experimentado en mi vida real. Tratar de encarnar a una mujer de la selva, además, para mí siempre es un honor. Toda mi familia es de allá y yo he ido desde niña. Disfruté mucho del rodaje, porque las cosas que para mí son muy familiares para las personas que vienen de lejos no lo son. Entonces su sorpresa me emocionaba mucho.

¿Cuáles son esas cosas?
La experiencia con la ayahuasca; la cercanía que yo tengo con los bichos y que no me vuelvan loca; la comida… De niña a mí me dieron de comer motelo y la gente no lo imagina: ¡cómo vas a comer una tortuga! Para ellos todo era muy asombroso y para mí todo era tan cercano. 

¿Cómo fue tu experiencia con ayahuasca?
Probé hace ocho años. Fue un viaje maravilloso porque me fui a ‘dietar’ a la selva. Fue muy revelador. No tuve las visiones que tienen otros. Conmigo pasó por un sentir, por una cosa muy del corazón. Tenía muchas emociones, mientras estaba en el viaje.

¿Por algo que estabas atravesando?
Yo había estado con un problema de sobrepeso muy fuerte, y esta dieta de ayahuasca me permitió ver más allá del sobrepeso. Me hizo dar cuenta de que mi cuerpo no es mi todo. Mi cuerpo es solo lo que sostiene mi ser, mi corazón, pero no es todo. Entonces el viaje fue interior. Como una reconciliación conmigo, porque yo sentía que estaba un poco peleada.

Ahora existe la tendencia ‘curvy’, que promueve la aceptación y el orgullo por las curvas.
Me parece genial. He vivido esto de que tus caderas son muy grandes, tu poto es muy grande, eres grande. Yo tenía 16 años y se me podía ver delgada, pero parecía de 24, y era por mi contextura. Y ahora es: «Ah, esto soy, una mujer grande». Como dice Alejandro, que es mi maquillador: «Eres una mujer fértil, tienes unas caderas que están listas para dar a luz». 

No te haré esa pregunta que te han hecho mil veces.
En edad fértil siempre preguntan si estás embarazada o si está entre tus planes. Si no los tienes, pareciera que estás medio incompleta.

¿Qué sientes cuando te lo preguntan?
Muchas veces he dicho: «Créeme que mi vida cada vez está más bonita, cada vez quiero más mi vida». Y cuando no he tenido pareja y no he tenido mayores planes en el plano sentimental y familiar, también me he sentido completa. Porque si no es: «¿Estás con novio? Uh, no, algo debe estar mal en tu vida. ¿No tienes planes para tener un hijo? Umm…». Y yo decía: «No, pero estoy contenta, haciendo cosas para mí, encontrándome, disfrutándome». Ahora tengo pareja, pero me daba risa cuando me lo preguntaban.

De hecho, cuando uno ‘googlea’ tu nombre, los titulares de las entrevistas aluden a tu situación sentimental o al tema del peso…
¡Qué bestia! 

¿Te afecta que sea un monotema?
Siento que el tema del peso es bien de la sociedad, en las mujeres sobre todo no pasa inadvertido. Y en mi caso, como fue tan notorio, todo el mundo decía: «¿Qué pasó con esta chica? ¿Cómo pasó de ser una chica delgada a una obesa, y luego volvió a una contextura normal?». No tengo ningún problema en contarlo.

¿En qué terreno te sientes más segura hoy?
En el profesional, cada vez puedo reconocer más mi trabajo y las cosas que he logrado. Antes pensaba que era una casualidad o que me estaban haciendo un favor. En mi vida personal también he avanzado mucho. Todavía sigo siendo bastante insegura, pero todo el tiempo me cacheteo. El otro día lo hablaba en la terapia, y lo cuento porque me parece bien sano que uno tenga un espacio para uno, donde pueda poner en la mesa los temas que le pasan por la cabeza. 

¿Cuál es esa parte de Magdyel que no muchos conocen?
No quiero sonar como loca… No soy una persona muy del contacto físico con la gente. Soy una persona muy expresiva, y me manifiesto diciendo cuanto quiero, pero no soy muy de contacto, de abrazar.

¿Te genera nervios?
(Ríe arrochada) Sí, un poco. No llego al TOC, pero esta carrera también ha hecho que se me levante un poco más la alerta, porque a veces la gente sin darse cuenta se acerca mucho, y la cosa que ya era, se ha puesto más así. 

¿Cuál es el peor comentario que pueden hacer de ti?
Comentarios donde no hay fundamento, y mienten y crean historias de la vida personal de uno. La televisión le da autoridad a la gente para que opine de tu vida. 

Tu novio vive en Nueva York. Las relaciones a distancia exigen de una confianza enorme. ¿Cómo hacen con estos comentarios?
¡Olvídate! Un día me embarazaron y salió en portadas de periódicos. Él no estaba hace tres meses en Lima, entonces me decía de quién es este hijo y nos reíamos de la situación, porque tenemos full comunicación. 

¿Qué te falta en el plano profesional?
Quiero estudiar. He hecho talleres muy chicos de clown, de baile, pero quiero hacer algo que implique más tiempo. El coaching ontológico es algo que me encantaría. Y a nivel personal, seguir soltando cosas que no contribuyen a crecer. Porque cuando uno se aferra y le da vueltas a los pensamientos, se estresa. Yo estoy todo el tiempo tratando de soltar.

¿Te pasa eso con “Al fondo hay sitio”?
Amo “Al fondo hay sitio”. El ambiente fuera de la grabación es muy divertido. A veces me estreso y me canso, pero la verdad, después de siete años, pienso cómo voy a hacer cuando esto acabe. Es mi vida. Estoy ahí todo el día.

¿Alguna vez soñaste como uno de tus personajes?
¡Wow, qué loco! Qué buena pregunta. Sí, he soñado que estaba en Las Lomas, pero como siento que la Tere es tan yo ahora... He soñado que estaba grabando, pero era consciente que era yo grabando a la Tere.

¿Qué es lo que más te mueve de la actuación?
Vivir situaciones que yo no he vivido y mis personajes sí. Cosas que incluso he añorado vivirlas. Y siento que es magia. Hay muchas cosas que me gustan, y otras con las que todavía me es difícil lidiar. 

¿Por ejemplo?
Los besos. No es que sea un sacrificio, ni mucho menos, pero es difícil. El beso es muy íntimo, y uno como actor tiene que asumirlo y llevarlo a personajes, y desligarse de eso. ¡Pero son tus labios, que tocan los labios de otra persona, y hay una pantalla haciendo zoom y viendo cómo haces el movimiento de la boca!

¿Te imaginas envejeciendo en la televisión o te gustaría retirarte antes?
Sí, veo a Martha Figueroa, a Yvonne Frayssinet, a Ana María Jordán, a Regina Alcóver, mujeres a las que tenía en unos altares maravillosos... converso con ellas en la serie y digo: wow, uno puede vivir de esto muy dignamente y con una carrera además admirable.

¿Qué es lo más rico que tienes hoy?
Llegar a casa y encontrar a mi mamá. En las mañanas, levantarme y sacar a pasear a mis perros. Tener a mi hermana al lado. Ella vive en el departamento contiguo y lleva a mi sobrino, que tiene dos años, a mi cama cuando no grabo temprano.

En un inicio tú comenzaste siendo el sostén de tu familia…
Fue la primera piedra para empezar a edificar este maravilloso hogar que tenemos ahora.

… y ahora ellos se convirtieron en tú sostén.
¡Sí! Exacto. Mi mamá se levanta en la mañana y me prepara una lonchera increíble porque me quedo todo el día en la grabación. Mi hermana me ayuda con la agenda y con todas las cosas de “El mundo de la Tere”. Mi hermano trabajaba conmigo también, y ahora trabaja en el canal. Poco a poco todo se ha ido poniendo en su lugar.

Debes sentir un sano orgullo, de poder transformar tu realidad y la de tu familia.
Sí, de hecho me pasa cuando veo a mi mamá contenta, organizando su cocina, haciendo sus compras; cosas tan sencillas pero importantes, porque cuando uno es chibolo y pasa mucha necesidad no las vive. Ver una madre preocupada, que se lavaba un cerro de ropa por 15 soles y, de repente ahora, verla tan feliz… Esto era lo único que yo quería. Y quiero que siga así. Ojalá Dios me permita seguir aportando de una u otra manera a que las vidas de estos seres humanos que me han acompañado tan bellamente sigan así.

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