Jazmín Flores

Ser mujer y trans en un país como el nuestro es todo un reto. Si de por sí ya es duro ser y tener que luchar a diario contra las desigualdades; para las mujeres trans es una doble lucha a cuestas por la supervivencia. Por eso, en el Mes del Orgullo, conversamos con Leyla Huerta, activista, fundadora y directora de Féminas, que revela los retos que enfrentan a diario las en el Perú.

El rechazo y la crítica social

Como seres humanos, estamos hechos para vivir en sociedad; por lo que la forma en la que nos perciben nos afecta directamente a todos. Pero se convierte en una cuestión que puede llegar a ser de vida o muerte cuando hablamos de las mujeres trans. Las mujeres trans son blanco fácil de violencia física y verbal disfrazada de burlas y críticas hechas en base a estereotipos hipersexualizados y denigrantes que provienen de la ignorancia de no saber que no solo se trata de una cuestión biológica cuando las mujeres trans dedicen cambiar de sexo, sino de todo un “proceso de vida y desarrollo social que cambia completamente el contexto”, explica Leyla Huerta.

Falta de visibilización y representación

La imagen de la mujer trans continúa deteriorada. “Es un problema tener que seguir siendo instrumentalizadas por nuestra precariedad”, afirma Leyla, pues lamentablemente, la opinión pública aún ve a las mujeres trans como personas de poco valor social que no merecen resaltar en la escena, y mucho menos cuando se trata de mujeres trans empoderadas.

Acoso puro y duro

Sin leyes estrictas que lo condenen, las mujeres trans sufren acoso que en la mayoría de casos atenta contra la integridad e incluso, su propia vida. “Este sistema no te da derechos ni respeta tu identidad”, afirma Leyla, por lo que las mujeres trans tienen que lidiar con el acoso en todos los espacios en los que están, tanto en físico como en redes sociales.

La hipersexualización

“No eres aceptada legalmente como mujer, pero sí como objeto sexual. Solo eres mujer cuando das placer”, revela Leyla Huerta. Pues a diario, las mujeres trans tienen que vivir con el estigma de ser meros objetos sexuales por el solo hecho de querer abrazar su propio cuerpo y su feminidad. “El sistema no nos quiere visibles. Una mujer cisgénero puede ser aceptada, pero una trans no porque no da estatus”, agrega.

El mundo de la prostitución

Si de por sí, la prostitución es un grave problema para la mujer cisgénero, se convierte en la única forma de sobrevivir para la mayoría de mujeres trans. “Este sistema machista y patriarcal solo te quiere en ese lugar (prostitución), no te da opción a otros lugares sociales y laborales”, afirma Leyla. “Incluso, ni podemos hablar de trabajo sexual, porque no es una opción, es el único camino por el que podemos ir. No tenemos la libertad de elegir”, agrega.

Falta de oportunidades educativas y laborales

La discriminación y el acoso también se dan desde edad temprana. Estos traumas evolucionan en la percepción propia de las mujeres trans, ocasionando que muchas de ellas ni siquiera sueñen con aspirar a una educación superior o un trabajo digno. Además, la misma sociedad les quita la libertad de elegir, encasillándolas a trabajos denigrantes, mal pagados y de corte sexual.

Los complicados lazos familiares

Renacer como una nueva persona no solo es un proceso complicado para ellas, sino también para sus familias. Muchas de las mujeres trans tuvieron que pasar por una fase de luto familiar. “Por eso se crea Féminas, desde el colectivo, como un espacio para crear un nuevo círculo familiar como un sostén para sobrellevar eso pero también para resarcir las relaciones familiares”, afirma Leyla.

La cuerda floja de la salud mental

De acuerdo a Leyla, la gran mayoría de las chicas que llegan a Féminas presentan altos niveles de estrés, ansiedad y depresión. El rechazo y la discriminación a la que se ven expuestas en un entorno transfóbico afecta negativamente su salud mental, llegando en muchos casos al suicidio por falta de redes de apoyo.

Falta de espacios seguros

Como mujeres trans, es sumamente difícil que encuentren espacios o lugares que las acepten. La discriminación y falta de empatía hace que se sientan excluidas de una sociedad cuyos espacios pueden convertirse en potenciales situaciones de acoso o violencia. “En la precariedad que nos encontramos, tenemos que armar toda una sociedad en pequeño, porque la que existe no tiene una actitud empática hacia nosotras”, revela Leyla.

Pormenores de las relaciones y la vida amorosa

Ser mujer trans y tener vida amorosa es sumamente complicado. Los estereotipos también tienen injerencia cuando hablamos del amor, pues las creencias machistas hacen que estas mujeres sean percibidas de forma negativa (objeto sexual, pasajero) y no como personas que ansían experimentar relaciones sanas y duraderas como todo el mundo. De acuerdo a Leyla, las relaciones amorosas que experimenten pueden ser verdaderas cuando exista igualdad de condiciones y formas de ver la vida entre ambos involucrados (que suele manifestarse más en relaciones no binarias).

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