Jazmín Flores

¿Te imaginas vivir con el miedo de que unas inofensivas manchas descoloridas en tu piel puedan expandirse por todo tu cuerpo? Esto es lo que experimentan a diario las personas con . Soledad Valenzuela es una de ellas, pero eso no la limita, al contrario: la llevó a descubrir su pasión por el ciudado de la piel y el , convirtiéndose en una influencer de que no tiene miedo a mostrarse auténtica sin importar el qué dirán. En el , te contamos su historia.

La adolescencia es la cumbre del autodescubrimiento: nuestras emociones cambian, nuestro cuerpo cambia y nos volvemos más conscientes de la imagen que proyectamos y cómo nos ven los demás. Para la mayoría, estos cambios raros en el cuerpo son normales y pasajeros, pero para el 2% de la población mundial no. Soledad Valenzuela pertenece a este reducido grupo de personas que al día de hoy, luchan contra una inusual condición caracterizada por la aparición de manchas despigmentadas en la piel: el vitiligo.

A los 13 años, Soledad descubrió que tenía vitiligo. No entendía muy bien de qué se trataba ni lo mucho que iba a afectar la imagen que los demás -y ella misma-tenían de ella hasta el día de hoy. Pero en el momento que apareció el vitiligo en su vida, también el cuidado de la piel y el maquillaje. “Aunque me vi obligada a maquillarme cuando apareció el vitiligo, siempre me sentí atraída por el maquillaje desde muy niña”, recuerda.

Primeros pasos en el maquillaje

Atravesar los primeros años de juventud con vitiligo no fue fácil. Si de por sí ya le era difícil lidiar con los demás por su naturaleza tímida e introvertida, enfrentarse a las miradas inoportunas y los comentarios desatinados era una situación casi insostenible. El vitiligo no ponía en riesgo su salud física, pero sí su salud mental. “Lo más difícil fue pasar por las distintas etapas del vitiligo, como la aparición de más manchitas. Esta es una condición que depende mucho del estado de ánimo: mientras más estresada estás, más se expande”, agrega.

Por eso, los primeros años con vitiligo fueron los más difíciles: Soledad usaba el maquillaje como una máscara para sentirse a gusto con su piel. Sin embargo, del odio al amor hay un paso: la costumbre de maquillarse religiosamente empezó a dejar de sentirse como una obligación y se fue convirtiendo en algo que disfrutaba hacer. “Cuando me maquillo, siento que me estoy engriendo mientras resalto las facciones naturales de mi rostro. Así como a algunos les encanta pintar con acuarelas, a mí me encanta maquillarme. Para mí el maquillaje es arte”, revela.

Y aunque Soledad es consciente de que el maquillaje es pasajero y no una cura para el vitiligo (porque existen tratamientos, pero no curas milagrosas), sí es una forma para que las mujeres como ella se sientan mejor consigo mismas y siembren las semillas para cultivar el amor propio.

La mejor rutina de autenticidad, empoderamiento y mucha actitud

Para Soledad, su introducción al mundo de la belleza fue orgánico y de la forma más natural posible, pues su experiencia como blogger de moda sentó las bases para su debut en las redes sociales como influencer de belleza y cuidado personal. Con el paso del tiempo y sin planearlo, su vitiligo hizo que a tropezones y a punta de ensayo y error se convirtiera en una conocedora y amante del maquillaje y la rutina del cuidado personal. Soledad sabía que no proyectaba la piel ni la imagen perfecta que la sociedad espera de una influencer de belleza, pero vio en su singularidad la oportunidad para mostrarse auténtica y sin filtros: su actitud pudo más que el vitiligo.

Me encanta maquillarme, pero también hay días en que solo quiero llevar la cara lavada y estoy tranquila con ello. Ya no tengo miedo. Ya no me importa si me ven como soy, yo tengo lo que tengo”, afirma con seguridad.“Llegamos a un punto en que queremos ver cosas que nos hagan sentir bien. No tan aspiracionales ni wow. Algo más real, auténtico, genuino, con lo que nos podamos identificar”, cuenta Soledad.

Por eso, para ella las más de 128 mil personas que consumen su contenido- entre Tik Tok, Instagram y YouTube- y les dan palabras de aliento no son simples seguidores, son sus “chickers”, quienes la ayudaron a formar una cálida comunidad que al fortalecerse cada vez más, la impulsaron a crear su propia tienda de productos de belleza y marca de cuidado personal, “Pink Chick”. Una extensión de su amorío con el maquillaje y el skincare.

Y como un gran poder conlleva una gran responsabilidad, Soledad dedica gran parte de sus contenidos en redes (TikTok, Youtube e Instagram) a informar sobre el vitiligo y visibilizar a aquellas que lo padecen. Además, su actitud divertida y honesta sobre la vida es el secreto para empoderar a más mujeres como ella para que estén informadas sobre lo que les sucede y descubran las mejores alternativas y soluciones para lidiar con el vitiligo.

“Ninguna piel es perfecta ni uniforme. Incluso, ni las personas que no tienen vitiligo tienen la piel del mismo color. Por eso, es hora de que seamos más empáticos con aquellos que son diferentes. No sabemos lo que están pasando”, reflexiona.

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