MDN
Claudia Bérninzon
Adriana Chavez Farro

Cuando tenía 12 años, su familia migró a Moscú. Allí, asistió al colegio junto a sus dos hermanos menores hasta que, cansados de que sus profesores y compañeros no los aceptaran por venir “de un país capitalista”, decidieron no ir más a clases y durante casi dos meses no ingresaron a la escuela. Apenas sus padres se daban la vuelta, ellos se escapaban. Recorrieron parques, mercados y todas las estaciones de metro hasta aburrirse. Ya desde ese momento se empezaba a dibujar un espíritu intrépido y valiente que solo se fue fortaleciendo con el tiempo.

Su adolescencia está llena de imágenes extrañas y divertidas, como ella caminando por Lima a los 18 años con una boa enrollada en su cuello, un inusual regalo de cumpleaños a la que llamó Cleopatra. “Nadie se me acercaba”, recuerda entre risas.

Mientras crecía y enfrentaba los inevitables momentos de decisión vocacional apareció la actuación como una alternativa. Talleres en Lima y tres años de estudios en la escuela Circle In The Square y en la Neighborhood Playhouse School Of Theatre de Nueva York confirmaron que esto se trataba de una pasión. “La actuación es lo que realmente me motiva. La televisión te da oficio, el teatro es metódico y el cine es una mezcla de los dos anteriores, porque tiene el ensayo de la puesta en escena y la casi inmediatez de la pantalla chica”. La magia se consolidó al regresar a Lima.

Dicen que existen papeles que marcan a un actor durante mucho tiempo.
Mi primer protagónico fue Tere Barriga, de la telenovela Los Barriga, quien transmitía un mensaje que comparto totalmente: quiérete y cuídate. La apariencia es irrelevante, valórate como eres. Yo lucho contra el sobrepeso. La gente me mira y solo ve a una gordita. No saben que detrás de cada persona hay una historia. Yo, por ejemplo, sufro de problemas endocrinos. Por eso, es duro que me miren y simplemente digan que como mucho. No es así, y si lo fuera, ¿cuál es el problema?

¿Cómo ganaste confianza en ti misma?
He trabajado en mi autoestima. No ha sido fácil porque los adolescentes pueden ser crueles al referirse a tu apariencia. Sin embargo, lo único que vale es tu paso por esta vida y lo que dejas detrás.

¿Qué consideras lo más valioso?
El aquí y el ahora. Soy pragmática y mi sentido del humor es un tanto peculiar. Es, en cierto modo, un arma de defensa, pues a través del sarcasmo y de la ironía puedes concientizar. Es más complicado hacer reír que hacer llorar.

¿Quiénes te hacen sonreír?
Mi familia, que es mi núcleo, mi clan. Soy hija de un diplomático; por eso, he viajado desde que nací. Mi papá me enseñó a ser independiente, aguerrida. Y gracias a mi mamá entendí la importancia de perseverar. Si te caes, te levantas. Sacas fuerzas para seguir adelante sin dejar de ser tú misma.

¿En qué radica la importancia de ser fiel a uno mismo?
Si no eres tú misma, ¿quién más vas a ser? Nadie es perfecto; por lo tanto, aceptémonos con lo bueno y lo malo. Si miras al pasado, sabrás que no eres la misma persona porque has madurado y ves la realidad de otra manera. Sin embargo, es indispensable mantener tu esencia y asimilar los errores.

En el equilibrio está la felicidad

La cocina y la jardinería son actividades que la relajan. Le alegra ver jugar a sus tres perros y tres gatos. Y disfruta de su trabajo a diario. Actualmente, encarna a Cristina en la telenovela De Vuelta Al Barrio (América TV), una joven que ansía encontrar el amor. “Ella desea tener hijos y un matrimonio largo y feliz, como el de sus padres. Lamentablemente, no le va muy bien en la búsqueda de pareja”, explica Claudia.

A lo largo de tu carrera tocaste muchas puertas sin que eso te avergonzara.
¿Qué es lo peor que pueden decirte? Que no. Y si es así, te vas e insistes en otro lado. Cuando empezó el casting para Torbellino (1997), me paraba en la puerta de Iguana Producciones. Las primeras veces me negaron la audición. Luego, cansé al pobre encargado y obtuve un rol en la novela. No podemos esperar a que las oportunidades caigan del cielo. Si tienes un sueño, ¡búscalo!

A algunos, el miedo los detiene…
El temor al fracaso paraliza. A pesar de eso, debemos enfrentarlo. No te mentiré, a veces he renunciado a proyectos por esa razón. Rechazar la soledad es otro error. Resulta irónico que el miedo a estar solo te lleve a quedarte así. Conozco a personas que no saben ser solteras. Yo, por el contrario, valoro estar conmigo misma e intento, permanentemente, ser un mejor ser humano.

¿Qué te falta lograr en el ámbito profesional?
Actuar en una película independiente europea. ¡Hagamos lo que nos da felicidad! A mí me encanta hacer lo que quiero cuando quiero y como quiero. Puedo decir que soy quien deseo ser y que no me interesa lo que piensen de mí. Con los años, he aprendido que tienes que vivir el momento para llegar a donde te has propuesto.

Fotos: Vicente Mosto / Dirección de arte y styling: Gerardo Larrea & Antonio Choy Kay

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