Foto: Omicromo.
Foto: Omicromo.
Jannina Bejarano .

Los protagonistas de esta historia son reales, pero pidieron no ser mencionados por obvias razones.

El mundo está de cabeza. No cabe duda que nadie está viviendo estos días con normalidad. Sin embargo, para ÉL y ELLA, los protagonistas de este relato, la cuarentena se ha convertido en un cúmulo de sensaciones acompañadas de mentiras, culpa, adrenalina, romance y el más exquisito deseo.

Pero comencemos la historia.

Todo comenzó hace quince años. Cuando ELLA rompió todos sus principios. Lo que ELLA solía juzgar, criticar y señalar con el dedo jurando que jamás le pasaría, sucedió. ELLA se convirtió en su amante. ÉL tenía cinco años de feliz matrimonio y un hijo de cuatro. ELLA estaba soltera. Al conocerse, el gusto combinado con una tremenda química -ésa que no se encuentra así nomás- hicieron lo suyo. De pronto se encontraron derribando todos esos pensamientos de lo que es y no es correcto y se amaron a escondidas. Lo prohibido jugaba un papel más que importante en su relación haciéndola inclusive más intensa y placentera. Al año, ELLA comenzó a esclarecer su mente. Si de algo estaba completamente segura era de que no pretendía ser la causante de una familia destruida ni tampoco la amante eterna. ELLA decidió hacer su propia vida y ambos continuaron sus caminos sin rencores y también sin ningún tipo de contacto.

Y así fue. ELLA hizo su propia vida. Construyó un feliz matrimonio de diez años con dos hijos. Hasta que, en febrero de este año, un mes antes de que comenzara la pandemia, se encontró con una inesperada noticia en Facebook: ÉL se había quedado viudo debido a un trágico accidente. Las ganas de escribirle para expresarle su apoyo fueron frenadas por el temor a su reacción. ELLA sentía que la mujer que alguna vez había sido su amante, era la persona menos indicada para expresarle su sentir así que decidió esperar un poco.

Martes 31 de marzo, ocho de la mañana: “¿Cómo estás?”, escribió ELLA tras un sueño en el que pudo verlo, un sueño que logró que se despertara pensándolo intensamente. Cinco minutos después ÉL le respondió amablemente. Tras una corta conversación sobre la tragedia por la que ÉL había pasado y sobre la película dramática que protagonizaba el mundo, intercambiaron teléfonos. “Escríbeme cuando quieras ¿ok?” le dijo ELLA sin imaginar, ni por un segundo, que estaba abriendo una puerta que sería difícil de cerrar.

Dos días después, nueve de la noche. ELLA estaba echada en su cama cuando un sonido en su celular le avisa sobre un mensaje por WhatsApp: “Hola”. Al leerlo, se para muy sorprendida. No podía creer que estaba viendo nuevamente ese nombre que le escribía. En seguida su mente retrocedió quince años para sentir la misma emoción que la invadía cuando hablaban. “Hola, ¿cómo estás?” respondió y la conversación comenzó a fluir naturalmente. Toda esa química, la confianza de contarse honestamente todo, las bromas y risas, el hablar tonterías de manera sumamente creativa, revivieron de una manera mágica, intensa e inexplicable después de quince años… ELLA comenzó a recordar y entender por qué ÉL, años atrás había logrado lo impensable. Intuyó que ese capítulo de su vida había dejado una enorme huella en su corazón que seguía ahí, dormida, pero comenzando a despertarse después de un largo sueño.

El enamoramiento

La cuarentena seguía, los días pasaban y los mensajes se hacían tan constantes como las malas noticias por el Covid-19. Pero la preocupación y tristeza que el mundo sentía se alejaba mucho de lo que ellos estaban viviendo.

Los “Buenos días” iniciaban sus mañanas muy temprano. Para ÉL y ELLA, despertar, agarrar el celular y encontrar ese mensaje, significaba que eran lo primero que pensaban al abrir los ojos. Bastaban algunas palabras y un “que tengas un lindo día” para que una sonrisa en el rostro y un ánimo extraordinario, los acompañara después. “Pasaba por aquí para dejarte un beso”. “¿Cómo te está yendo?”. “He pensado en ti todo el día”, eran mensajes que iban y venían durante diferentes horas del día. Todas las madrugadas, mientras sus hijos y esposo dormían, ELLA lograba escaparse por un par de horas de su realidad para poder hablar con el hombre que había regresado a su vida después de tantos años. Sí, había vuelto y nuevamente para desordenarla por completo, pero esta vez, los papeles se habían invertido y eso también los emocionaba por completo.

Una noche, comenzaron un juego de preguntas que comenzaba con “¿Te acuerdas cuando…?” Así ÉL comenzó a recordar situaciones que habían vivido y que ELLA había olvidado por completo. ELLA estaba sorprendida por cómo ÉL recordaba absolutamente todo lo que habían pasado, sobre todo, claras escenas de los momentos de pasión. De eso ELLA recordaba muy poco, apenas la primera vez que hicieron el amor. Había conseguido borrar gran parte de su mente para poder olvidarlo. ÉL le confesó que durante todos esos años no había podido olvidarla por completo y que seguía su vida por Facebook. ELLA le dijo que sí lo había logrado, pero admitió que algunas veces, muy pocas, había entrado a su Facebook para “stockearlo”.

Un reencuentro de cuarentena

Diez de la noche y una video llamada hizo posible que nuevamente se vieran frente a frente. Ambos se encontraban muy nerviosos y emocionados. Verse y hablar después de quince años era completamente inesperado, extraño, pero demasiado lindo. Se mostraron algunos espacios del lugar donde vivían, conversaron mucho, pero a ratos se quedaban en silencio, sin que eso los incomode -esos silencios jamás los incomodó- Se miraban, sonreían y suspiraban disimuladamente. Esa noche entendieron que se seguían gustando, de hecho, ambos se lo dijeron.

MIRA: Jessica Butrich, la diseñadora peruana que enamoró a Thalía con sus originales zapatos

Las canciones con letras que describían exactamente lo que estaban sintiendo también iban y venían, convirtiéndose en la manera perfecta de sentirse felices antes de dormir. Pero la excitación y el deseo no tardaron en llegar. Imaginaban encuentros cargados de pasión y desenfreno. Los mensajes por WhatsApp se apoderaban de palabras tan inapropiadas como excitantes. Ambos entendieron que se seguían deseando y que, de una manera rápida e inevitable, cada día alimentaban más esas ganas.

La penetrante culpa

De pronto la culpa se apoderó de ELLA sintiendo que había llegado demasiado lejos, así que decidió cortar con todo. Una noche, mientras todos dormían, ELLA le explicó que por más ganas que tenía de verlo nuevamente sentía que el remordimiento la invadía. Que ya no podía ver a su esposo sin sentir que lo estaba traicionando. Que ya no podía abrazar a sus dos hijos sin sentir que era una mala madre. “Una cosa no tiene que ver con la otra, eres una buena madre, pero tal vez una mala esposa”, le respondió. ELLA sonrió sintiéndose algo aliviada. Pero continuó diciéndole que ELLA no era su mejor opción y menos después de lo que le había pasado. Que necesitaba divertirse, enamorarse, encontrar a alguien que lo acompañe y cuide siempre. “No pienses en mí. Me puedo enamorar de ti. Me divierto, me acompañas y cuando necesite que alguien me cuide llamo a mi hijo. Aquí el tema eres tú.” ELLA no pudo decirle adiós: “Sólo quiero verte”, le contestó. Seguidamente el propuso cuatro opciones de lo que podría pasar si se veían. Ambos debían elegir:

A- Nos vemos, nos amamos y sigues con tu vida en paralelo.

B- Dejamos todo aquí y no pasa nada. En 15 años quien sabe nos volvemos a conectar.

C- Te divorcias y vienes a vivir conmigo.

D- Nos juntamos y vemos qué pasa, por ahí tenemos una idea en la cabeza y cuando nos veamos no pasa nada. Tal vez ni siquiera nos guste cuando hagamos el amor.

“Yo creo que la más honesta es la C. De todas las opciones la elijo sin pensarlo” le dijo ÉL. Y aunque a ELLA le encantó su irreal elección, optó por la D. Inmediatamente ÉL comenzó a planificar ese día. “¿Qué te gustaría?” ELLA le respondió que quería que estén completamente solos. “Ok. Busco un departamento que tenga jacuzzi, cocina para comer algo y una cama gigante”.

Minutos después hablaron por teléfono y ÉL se despidió diciéndole “Te amo”. ELLA sorprendida se hizo la que no había escuchado y colgó. “Por si no escuchaste te dije que te amo”, escribió ÉL segundos después. “Yo creo que me quieres mucho y que estás alucinando con todo esto como yo. No creo que sientas tanto sin haberme visto, pero es lindo escucharlo” contestó ELLA. “No creo. Yo no digo nada que realmente no sienta y cuando siento maripositas en el estómago es porque te amo”, insistió.

MIRA: Reina con esquina: una conversación con Laura Spoya sobre los influencers, el racismo y los realities

¡La cuarentena se extiende!

La situación en el país continuaba siendo crítica y el Presidente Martín Vizcarra informa que, durante el mes de junio, todos debían permanecer en estado de emergencia. Por lo que verse físicamente, también se extendía. ELLA intentaba convencerse a sí misma que ese reencuentro no debía suceder, aunque sin duda, era lo que más deseaba. Sospechaba que el verlo significaría abrir una puerta para vivir momentos de absoluta y deliciosa pasión. También presentía que los sentimientos aflorarían incontrolablemente. Su conciencia le decía claramente que estaba por poner en peligro lo más importante de su vida: su familia. De hecho, a pesar de que el contacto físico aún no se había dado, sentía que ya estaba siendo infiel. Mientras tanto, ÉL esperaba con ganas que termine la cuarentena porque lo que más deseaba era verla nuevamente. ÉL le dejó bien en claro que no tuviese dudas de que ese día haría todo lo posible por hacerla suya.

Si llegaste hasta esta parte de la historia, estoy segura que lo que más quieres es saber si finalmente ÉL y ELLA se encontraron y qué sucedió. Pero por el momento eso es tan incierto como el tiempo que dure el confinamiento. Ésta no es una oda a la infidelidad, es sólo una historia real de tantas que ocurren en los momentos menos esperados, y más aún, en aquellos en los que necesitamos sentirnos más vivos que nunca. Prometo la segunda parte cuando tenga el material.


TAMBIÉN PUEDES LEER:



Contenido Sugerido

Contenido GEC