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Probablemente siempre estuviste lavando mal tus toallas de baño - 1

 

No cabe duda que resulta placentero salir de la ducha y secarse con una toalla suave, mullida e impoluta.

Pero hay una razón más fuerte que la mera sensación placentera para poner a lavar más seguido las toallas de baño.

Los gérmenes.

Los científicos señalan que las toallas o toallones que usamos a diario para secarnos la cara y el cuerpo son caldo de cultivo de toda clase de bacterias y hongos y acumulan células de piel muerta y secreciones salivales, anales y urinarias, así como ácaros y otros agentes patógenos.

 (Foto:Shutterstock)
 

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Y es que esos rectángulos de tela esponjosa son ideales para su proliferación porque tienen muchos de los requisitos indispensables para garantizarla vida de los microbios: agua, temperatura cálida, oxígeno y pH neutro.

Afuera, como en el cuerpo

Pero nuestro cuerpo también reúne estas condiciones ideales: por eso estamos cubiertos de microorganismos de pies a cabeza.

Así, al secarte con una toalla, los microbios y secreciones del propio cuerpo quedan depositados en la tela.

Los residuos celulares, más el oxígeno del ambiente, sirven de alimento para los microbios. Y la humedad constante aporta un pH neutro, ni ácido ni alcalino, similar al del cuerpo, que favorece su supervivencia y reproducción.

La mayoría de estos microbios probablemente no vayan a causar daño, dado que provienen del propio cuerpo. Pero están allí, y se multiplican rápido…

Y la cosa cambia si las toallas se comparten: en ese caso, el cuerpo queda expuesto a los microbios de otros.

 (Foto:Shutterstock)
 

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Peor aún, las toallas acumulan otros gérmenes que están presentes en el baño- incluidos, cómo no, los que pueden dispersarse desde el inodoro o taza, sobre todo si tiras la cadena sin bajar la tapa.

¿Cada cuánto?

Estudios realizados en hospitales confirman sobradamente que las toallas, así como las sábanas, son vehículos para que se diseminen virus y bacterias.

Aunque, comparativamente hablando, los hogares no son ambientes de alto riesgo, las toallas en particular pueden ser fuente de preocupación.

Un sondeo realizado por la revista Women's Health en 2015 reveló que 44% de las mujeres encuestadas cambiaba sábanas y toallas una vez a la semana, pero 47% lo hacía dos veces al mes o menos.

"No hay datos científicos para determinar con exactitud cuán frecuentemente debemos cambiar sábanas y toallas", le dijo a la BBC la científica Sally Bloomsfield, experta en enfermedades infecciosas y consultora del Foro Científico Internacional de Higiene Hogareña (IFH).

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Pero sí hay evidencia, dice la experta, de que existen riesgos de infección en el hogar.

Desde infecciones cutáneas hasta una amplia gama de enfermedades, como las que generan bacterias como la Escherichia coli o la Staphylococcus aureus.

¿Qué hacer, entonces, para minimizar los riesgos?

Bloomsfield desaconseja, en primer lugar, el compartir toallas, especialmente las de mano, así como otros ítems de higiene personal.

"Los textiles húmedos son un refugio especial para organismos dañinos", apunta.

¿Con qué frecuencia entonces hay que reemplazarlos por unos limpios?

Durante mucho tiempo se aconsejó el lavado semanal como medida de prevención de infecciones.

Pero los científicos ahora creen que una semana de uso es demasiado tiempo.

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