(Foto: El Comercio)
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Luciana Villegas

En el pulmón de San Isidro, a cuadras del parque El Olivar, se encuentra el taller de . La diseñadora peruana se ha convertido en uno de los rostros más visibles de la industria local con su propuesta femenina y sofisticada que resalta por el uso constante del bordado, la transparencia y el encaje. Pero detrás de sus ingeniosas piezas, ella no está sola. Un equipo de seis personas- una patronista, dos costureras, una bordadora, una jefa de producción y un asistente- interviene en el proceso de creación que resulta en una serie de piezas delicadas y glamorosas. 

A propósito del , nos sumergimos en el interior de su taller de diseño y descubrimos los personajes que están detrás de una pieza de Alta Costura.

Yahel Waisman- Diseñadora

(Foto: El Comercio)
(Foto: El Comercio)

Tras estudiar diseño de modas en escuelas de Barcelona y Londres, Yahel Waisman regresó a la capital peruana en el año 2013, para abrir su firma homónima y plasmar su mágico universo interior. El resultado fue una firma femenina que ha sabido crecer en el plano local con su propuesta de vestidos de gala, novias y pret a porter. 

Yahel empezó con dos personas a su lado: Hilda y Lupita, dos costureras que llegaron de otro taller para empezar el sueño junto a ella. Desde entonces, el equipo ha ido aumentando hasta convertirse en un grupo de seis trabajadores fijos en el área de producción que la ayudan en el proceso de volver sus diseños una realidad. 

Y aunque la creativa peruana es la mente detrás de cada pieza, de cada vestido, de cada colección; su equipo de trabajo es un aliado fundamental en el proceso de producción y ella lo sabe.

"Yo diría que el 80% del trabajo que hacen se ve reflejado en el vestido. Yo soy la guía de lo que hacen pero ellas lo ejecutan. Al final, ellas son todo. Por eso, al final de la pasarela siempre salgo con mi equipo. No siento que pueda llevarme el mérito sola. Sin ellas esa pasarela no hubiera sido posible", concluye.

(Foto Referencial: Yahel Waisman Facebook)
(Foto Referencial: Yahel Waisman Facebook)

Cristina Ortega (32) - Patronista

(Foto: El Comercio)
(Foto: El Comercio)

"Cuando era chica aprendí a coser con mi mamá, ella es costurera. Luego, trabajé como costurera durante un tiempo, pero me di cuenta que me llamaba la atención plasmar las ideas de la diseñadora. Así empecé en el patronaje", recuerda.

Cristina es la patronista del taller. Su trabajo se basa en reflejar las ideas de Yahel en papel y luego, en tela. Es el primer paso en la cadena de producción de una pieza. Por eso, su función es vital. 

"Mi trabajo es plasmar las ideas de Yahel en físico. Analizo sus diseños, comprendo cuáles son los cortes que se tienen que realizar y paso a tomar las medidas de la clienta. Luego, hago el patrón en papel y después, el prototipo para que las chicas lo cosan. Si la cliente viene, se lo prueba y no hay ninguna corrección, paso a cortar en tela. Pero si hay correcciones que realizar, vuelvo a hacer otro prototipo y empieza el proceso de nuevo", explica.

Cristina tiene claro que su trabajo es fundamental en la producción de un vestido: si el patrón de una pieza está mal hecho, hay que empezar todo de nuevo. Es justamente esa adrenalina lo que la motiva a seguir en esto. 

"Lo que me gusta de mi trabajo es que Yahel siempre crea algo nuevo y eso hace que me esfuerce constantemente. A veces, hay cortes que no entiendo y necesito buscar información para ver cómo queda en diferentes telas. Siempre son modelos distintos y eso desafía mi creatividad", concluye. 

(Foto Referencial: Yahel Waisman Facebook)
(Foto Referencial: Yahel Waisman Facebook)

Hilda Condori (49) y Lupe Millones (42) - Costureras

(Foto: El Comercio)
(Foto: El Comercio)
(Lupe Millones. Foto: El Comercio)
(Lupe Millones. Foto: El Comercio)

Hilda y Lupe fueron las primeras aliadas de Yahel. Ambas trabajaban con una diseñadora local que al cerrar las puertas de su taller, las recomendó para el trabajo. Hilda aprendió en la práctica, Lupe; en los salones de clases. 

"Mi trabajo es coser las prendas. Lo que más me gusta es empalmar. Me dan una tela y yo juego con la costura, prácticamente hago mis propios diseños y si le gusta a Yahel, continúo. Creo que se necesita mucha paciencia y creatividad para este trabajo. Por eso, estoy constantemente viendo las revistas y revisando notas en Internet, para estar informada de las tendencias y los gustos del momento", cuenta Hilda.

"Estudié diseño de modas y me dedicaba a hacer patronaje en otras empresas, pero no sabía coser mucho. Un día decidí que quería aprender. Aprendí en otro taller y luego vine aquí", revela Lupe.

"Lo que más me gusta es hacer un vestido de novia. Saber que tú misma lo has confeccionado, no solo que has hecho el patrón, sino que tu misma lo has hecho y cuando lo ves en la novia, te da mucha emoción", continúa. 

(Foto: Yahel Waisman Facebook)
(Foto: Yahel Waisman Facebook)

Diana Sanchez (53) - Bordadora

(Foto: El Comercio)
(Foto: El Comercio)

"Soy fisioterapeuta de profesión. Ejercí 15 años y me lastimé las muñecas, así que lo dejé. Opté por otro trabajo para poder mantener a mis hijos y así empecé a bordar. Retomé esta práctica que había hecho cuando era niña: solía bordar en chompas desde los doce hasta lo diecisiete años, con eso pagaba mis estudios", recuerda Diana.

Diana es la única bordadora de taller. Su trabajo consta en adornar las piezas con ayuda de lentejuelas, mostacillas, canutillos, muranos y ,a veces, piedras semi preciosas. Un trabajo minucioso que, en piezas como las de Yahel, cobra total protagonismo. Por eso, su arte es fundamental. 

"Primero imagino los diseños de los adornos. Mientras voy imaginándolos, pienso donde pondré las lentejuelas, los canutillos...luego lo dibujo. Después, hago una muestra para que la clienta lo vea. Una vez que tengo la aprobación de Yahel y de la clienta, adecuo el dibujo a la prenda previamente cosida y realizo el bordado", detalla. 

(Foto: Yahel Waisman Instagram)
(Foto: Yahel Waisman Instagram)

Camila Bazán (24) - Jefa de producción 

(Foto: El Comercio)
(Foto: El Comercio)

"Yo estudié diseño y gestión de moda en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Siempre me interesó el lado administrativo de la carrera, así que mi trabajo aquí me apasiona mucho. Además, siempre admiré el trabajo de Yahel, entonces estoy súper contenta de estar acá", cuenta Camila.

Camila es la encargada de guiar a todo el equipo de producción hacia un resultado exitoso. Por eso, su labor se ve reflejada en la experiencia de las clientas, con quienes mantiene un nexo constante. 

"Mi trabajo consiste en el trato con las clientas. Me encargo de agendar las citas, de asegurarme que los vestidos estén listos...que todo esté listo para la llegada de la clienta a su cita. En cada cita, registró si algún cambio debe ser hecho y coordino con las chicas del equipo: si se trata de un bordado, de la costura o del patrón. Luego, debo asegurarme que todo el trabajo marche según el tiempo indicado y que la clienta siempre esté al tanto de su vestido para que se mantenga tranquila y contenta. Además, encargo los materiales para cada pieza y  gestiono el tema de prepuesto" continúa.

Antonio Aguilar (23) - Asistente de producción

(Foto: El Comercio
(Foto: El Comercio

"Terminé de estudiar diseño de moda en Huánuco el año pasado y este es mi primer trabajo. Entonces, recién estoy aprendiendo y las chicas me están ayudando un montón", cuenta Antonio.

"Mi trabajo es apoyar a Camila en todo lo que sea necesario. Por ejemplo, comprar las telas o ayudar a las chicas en lo que necesiten.  Suelo ir a Gamarra por lo menos una vez a la semana, a buscar las telas que me encargan. En caso no las encuentre, se busca una opción con las chicas del taller. Además, mi trabajo consiste en confirmar las citas del día y ayudar a Yahel con las primeras citas de novias: apuntar algunas acotaciones. También recibo y atiendo a las clientas", especifica. 

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