Es muy importante estar presente en los primeros encuentros de los niños con los animales, por más que la mascota sea dócil y de confianza. (Foto: Andrea Carrión)
Es muy importante estar presente en los primeros encuentros de los niños con los animales, por más que la mascota sea dócil y de confianza. (Foto: Andrea Carrión)
Andrea Carrión

Le enseñamos a los niños a decir “mamá”, a caminar, a no meter los dedos en los tomacorrientes, a saludar, a subir y bajar escaleras, a cruzar la calle… en fin. Son muchas las pautas que aprenden de los adultos, pero ¿cuántos de nosotros les enseñamos cómo comportarse con los animales?

A lo largo de nuestra vida, las personas nos cruzamos con mucha frecuencia con animales, especialmente con perros y gatos, las mascotas más comunes. Saber qué hacer y qué no hacer cuando las tenemos cerca es vital, y mientras antes, mejor.

En esta nota nos vamos a concentrar en los perros. Cuando un niño tiene una primera mala experiencia con el llamado “mejor amigo del hombre”, pueden pasar muchas cosas y lo más probable es que se genere miedo hacia ellos.

Briza Guerrero junto a Paco y Lupita, los Wufs que conoció y con los que pasó una tarde en un parque de San Isidro junto a su mamá, su hermana y miembros de WUF.
Briza Guerrero junto a Paco y Lupita, los Wufs que conoció y con los que pasó una tarde en un parque de San Isidro junto a su mamá, su hermana y miembros de WUF.

Alejandra Ibarra es psicóloga y facilitadora en intervenciones asistidas con animales en Bocalán Perú. Según su experiencia, la perspectiva de los padres influye mucho en cómo se relaciona el niño con su entorno.

“Me tocó atender a una familia que llegó al centro por un tipo de trastorno emocional con su hijo. El niño trabajó muy bien con mi perrita Mati y con los perros de terapia de Bocalán, pero la hermana no se acercaba pues le tenía pavor a los perros. Al averiguar qué pudo haber pasado, la mamá comentó que el miedo venía de la tía, que le decía ‘si no terminas la comida, el perro te va a morder'. Esta persona usaba al perro como el castigo y la niña fue leyendo ‘si hago algo mal, el perro me hará daño'. Esto es muy negativo”, comenta Ibarra.

Maxi Sanseviero junto a Daphne Martin de Rossi, Samanta Sanseviero, Jack el Jack Russell y Pibi el Gran Danés. (Foto: Andrea Carrión)
Maxi Sanseviero junto a Daphne Martin de Rossi, Samanta Sanseviero, Jack el Jack Russell y Pibi el Gran Danés. (Foto: Andrea Carrión)

No es raro que un adulto que le tiene miedo a los perros justifique su temor diciendo ‘les he tenido miedo toda mi vida’ o ‘nací teniéndole miedo a los perros’. Ibarra explica que no es lleguemos a este mundo con un miedo en particular, sino que de niños nos desarrollamos en distintos espacios con distintos estímulos y en el caso de los animales, es clave revisar qué tan seguro o permisivos fueron los padres de un niño temeroso en su exploración del mundo de manera natural.

“Está bien enseñarle al niño que el perro tiene una forma de ser y que, así como a las personas nos duele cuando nos jalan el pelo y lo manifestamos, ellos también reaccionan si les jalan la cola o las orejas. La idea es explicarles cómo son los perros y acompañarlos en su exploración. De lo contrario, puedes criar un niño que va a creer que las cosas son siempre de cierto modo y no necesariamente es así. Ellos deben de aprender por experiencia propia, así construyen su propio esquema del universo y contexto que los rodeo”, agrega Ibarra.

Durante esta especial visita, los niños estuvieron tan emocionados como los perros. Al menos por un par de horas se olvidaron de sus problemas de salud.
Durante esta especial visita, los niños estuvieron tan emocionados como los perros. Al menos por un par de horas se olvidaron de sus problemas de salud.

Claro que quienes nos crían no son los únicos responsables de los miedos que desarrollamos desde que nacemos. Hay cientos de factores que pueden influir y en el caso de los perros, se han identificado cuatro momentos clave, según explica la trabajadora social clínica Stefani Cohen en el blog de la Dra. Karen Becker, Mascotas Saludables.

El primer tipo de miedo tiene que ver con experiencias directas, como cuando un perro te muerde o te golpea. El segundo, parte de una situación que observan, como cuando ven que un perro ataca, golpea o le ladra a otra persona. El tercero, cuando escucha historias en las que un perro hizo algo que afectó de manera negativa a una persona y el cuarto, cuando sencillamente el niño no entiende al perro y el solo hecho de no descifrarlo, le genera temor.

Tener buenas experiencias con los animales desde niños se traducirá en tranquilidad y felicidad cuando nos crucemos con ellos a lo largo de nuestras vidas.
Tener buenas experiencias con los animales desde niños se traducirá en tranquilidad y felicidad cuando nos crucemos con ellos a lo largo de nuestras vidas.

Ibarra agrega que es muy importante ser conscientes de la manera en que los adultos nos comportamos y de lo que decimos cuando estamos frente a los niños, pues el más mínimo detalle puede ser interpretado de modo que genere un problema a futuro.

“Si, por ejemplo, un adulto que le teme a los perros, va caminando con un niño por la calle y al ver que pronto se cruzarán con un perro, se aleja, cruza la calle para cambiar de vereda o advierte en voz alta ‘¡Cuidado con el perro!´, lo más probable es que el niño imite esa conducta por ser su referente. Por eso es importante estar bien atentos a lo que hacemos o decimos frente a los niños”, concluye Ibarra.

Al ser una asociación sin fines de lucro que promueve la adopción de perros y la tenencia responsable de mascotas, para es importante compartir artículos como éste pues mientras más informados estemos sobre el mundo de los perros, mejores herramientas tendremos a la mano para lograr que “el mejor amigo del hombre” lo sea.

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