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“Agradezco tener los medios para hacer esto” - 8
Redacción EC

Por Andrea Carrión /

Karen Crousillat es de las personas que cuando va por la carretera o pasa por zonas llenas de perros callejeros, tiene que repetirse a sí misma “no mires, no mires, no mires”, pues de hacerle caso a su instinto, se la pasaría recolectando animales.

De hecho gracias a ese instinto es que hoy convive con 14 perros en su casa. Solo dos de ellos, Cleo (Golden Retriever) y Benito (Maltés), son resultado de una compra que ella y su esposo hicieron hace muchos años en Argentina. Todos los demás perros de la manada fueron rescatados o recogidos.

En realidad todo empezó en 1988 con Martina, una perrita de raza mixta que fue la última de la camada de una perra que vivía en el estadio de San Isidro. La hermana de Karen la recogió y le dijo “ahora que estás casada, necesitas un perro”.

De ahí fue que Karen compró a Lara, la mamá de Cleo, y en el 2009 tuvo que irse a Estados Unidos para seguir un tratamiento contra el cáncer. Al año se recuperó y su esposo, Luis, le dijo que quería un perro chiquito y fue así que apareció Benito.

Luego todo empezó a cambiar.

El mismo efecto que tienen en Karen las calles sobrepobladas de perros, lo tiene Facebook. Fue así que en el 2011 encontró a su segunda rescatada: Luna.

Era un Día de la Madre y Karen ofreció darle temporal solo por unos días. Hoy Luna no solo sigue en su casa, sino que es la sombra de Karen y es la alfa de la manada.

Luego apareció Nero. Marisol Sivincha, quien trabaja con la familia y vive en San Juan de Miraflores, llegó un día a la casa diciendo “Ay señora, hay un perrito ciego que en cualquier momento lo atropellan”.

“Marisol es la culpable de todos mis males”, dice Karen entre risas. “Le dije que lo trajera y lo llamamos Nero, no porque fuera de color negro, pues él es blanco con manchas negras. Le decimos Nero porque ve negro”.

Nero

Luego un buen día apareció una perrita en la puerta de su casa, algo que les pareció raro pues viven al fondo de un condominio. Estaba escondida en las plantas, sus orejas llenas de sarna y la cadera rota. La revisó un veterinario y se quedó en la casa. La llamaron Bonnie por bonita.

Bonnie

Ya con 4 perros en la casa todos pensaban que tenían suficiente, pero en realidad el desfile recién empezaba.

Un día Karen se entera de estos dos perros que vivían en casa de una señora que solo los tenía como guardianes y que prácticamente los alimentaba con basura.  Eran madre e hijo y al hijo, que fue el único sobreviviente de su camada, lo terminaron botando a la calle porque le dio sarna. Karen lo recogió hecho hueso y pellejo y con un tic que mantiene hasta hoy cortesía de distemper. Lo llamaron Beethoven.

Beethoven

Otro rescate que marcó a Karen es el de Miski, dulce en quechua.

“La rescaté en Ventanilla, estaba tirada en un terral. Era alta, estaba flaca, flaquísima, y no tenía ni un solo pelo. La pusimos en el espacio que usamos de cuarentena aquí en la casa y se convirtió en una Ovejero Inglés hermosa con ojos celestes. Pero solo estuvo con nosotros un año porque le dio cáncer y murió”, recuerda Karen.

Miski

Después llegaron Moro, a quien le faltaba un ojo; Salvatora, a quien curaron y luego dieron en adopción; Lassie, la madre de Beethoven; Manolo, un Boyero de Berna que recibió pues su antiguo dueño ya no podía tenerlo; Toto, un perro que llegó con un tumor en el hocico y que se encariñó con el hijo de Karen; Toby, un Beagle que encontraron caminando solo cerca de su casa; y una perrita Peruana que sus antiguos dueños la reproducían sin pausa.

“No sabes cómo llegó: flaquísima, con las tetas colgando y un prolapso que se le salía todo por atrás. Tuvimos que operarla. No tiene ni un año acá y es increíble lo buena que es”, comenta Karen.

Su más reciente rescate es Hakan, brillante en quechua.

“A él lo encontraron en Huancayo. Nunca le dieron de comer, era literalmente hueso y pellejo. Lo tuvimos un mes en una clínica que ofrece cuidados intensivos para perros. Pensé que se moría. Ya me había pasado con otros 2 perros que encontramos tan mal que terminaron muriendo, pero Hakan sobrevivió. No tiene ni un año de edad y es el único que está en adopción”, señala.

Hakan

Reconocimiento

Recientemente, la labor de rescate y rehabilitación que realiza Karen llamó la atención de WUF, una asociación sin fines de lucro que reconoce a personas como Karen por su amor y compromiso con los perros y por el bien que, paralelamente, recae en la sociedad. Por ello esta semana Karen es la cara de ‘Humans of WUF’, una iniciativa que busca motivar a más gente a cuidar de sus mascotas y a adoptar una también, o al menos a empezar a considerarlo.

Si bien Karen es quien abre su corazón, y la puerta de su casa, el mérito no es exclusivo de ella. Marisol Sivincha y Aldemir Adrianzén son su brazo derecho y junto con ellos también están muy presentes las otras personas que trabajan en su casa, un veterinario que atiende a domicilio y dos paseadores que llegan 2 veces por semana para sacar a los perros por turnos.

Paralelamente la familia de Karen también apoya, comenzando por su esposo quien empezó diciendo “los perros van de la puerta para afuera” y hoy comparte su dormitorio con 6 perros, tres de ellos sobre la cama. Felizmente todos los perros se llevan bien, resultado de un proceso que han aprendido a dominar y respetar.

Luna

“No tengo la menor idea de por qué hago lo que hago. Creo que quien hace esto, en algún momento de su vida tiene que estar teniendo alguna falta de algo, psicológicamente hay algo que está mal. Tal vez sea una manera de compensar algo que te hace falta. Esta cuestión de abandono afecta a varios y en mi caso puede haber jugando eso. Luego ya no. Por el tema del cáncer me metí a terapia y hay muchas cosas que he logrado equilibrar en mi vida. Para mí, esto de recoger perros sí empezó llenando carencias, pero hoy por hoy lo hago porque me da pena... Doy gracias a Dios por tener los medios para hacer lo que hago por ellos”, explica Karen.

Recientemente Karen remodeló su sala y lo hizo pensando en los perros. Instaló un piso a prueba de uñas y tapizó uno de sus sillones en tela oscura. El otro sillón de tela clara lo mantiene cubierto con una sábana. Su jardín también requiere de cuidado constante pues la orina de tanto perro le deja manchas de pasto seco por todos lados. A eso vale sumarle la gente que ha dejado de visitarla debido a los perros.

Karen reconoce que hay sacrificios, comenzando por la carga emocional que implica rescatar a animales en el estado que suele encontrarlos, pero agrega que la recompensa es enorme cuando los ve recuperados, alegres y tranquilos.

“La única manera de parar tanto sufrimiento de tanto animal callejero es con campañas de esterilización”, señala. “Por otro lado, antes de comprar, ¡adopten, adopten, adopten! Hay tantos perros en adopción tan bonitos y de todos los tamaños. Dios quiera que se ponga de moda la adopción de perros como en Estados Unidos. Allá es ‘cool’ tener un pero adoptado. Por lo pronto yo tengo 14, ¡yo soy re ‘cool’!”, agrega Karen entre risas.

¿Qué es WUF?

WUF es una asociación sin fines de lucro dedicada a la promoción de la adopción, el trabajo de concientización sobre la realidad de los perros en estado de abandono y la ejecución de proyectos que contribuyan a la construcción de un mundo mejor para todos los perros.

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