Cristina y Víctor nunca dejaron de creer en Luna, solo la amaron y respetaron su espacio hasta que ella se sintiera segura. (fotos: Cortesía Cristina Sánchez)
Cristina y Víctor nunca dejaron de creer en Luna, solo la amaron y respetaron su espacio hasta que ella se sintiera segura. (fotos: Cortesía Cristina Sánchez)
Andrea Carrión

Tal como hacen las parejas que planifican la llegada de los hijos, hace un par de años Cristina Sánchez y Víctor Yávar empezaron a barajar la posibilidad de adoptar un perro y de hacerlo a consciencia. Y felizmente lo hicieron así.

Era la primera vez que se mudaban a vivir juntos y primero querían ver cómo funcionaba la cosa. Luego Cristina cambió de trabajo y, por ende, de horario, algo que debieron cuajar bien con el horario de piloto comercial de Víctor. Pasaron por un periodo de prueba, pues lo último que querían era afectar a su nueva mascota. Hasta que llegó el día.

A los 6 meses de mudarse juntos, Cristina y Víctor hicieron un taller de voluntariado con la . Luego Cristina empezó a navegar por el portal de WUF y a mandarle fotos de perros en adopción a Víctor. Coincidieron en dos cosas: en que querían un perro mediano y que les gustaba mucho una llamada Luna. Luego hicieron un documento compartido en Google donde escribieron todo lo que esperaban de su próxima mascota.

Luna a pocos días de llegada.
Luna a pocos días de llegada.

Y así finalmente volvieron a contactar a (*), esta vez para postular por la adopción de Luna. Luego de una entrevista vía Skype y de conocer a Luna en vivo, fueron aprobados. Pero al principio no todo fluyó como imaginaron.

“Al llegar a nuestro condominio, Luna no quiso bajar del auto. Le pusimos una correa que se rompió y pasamos dos horas tratando de convencerla para que subiera a casa. Estaba nerviosa, pero Isaías, el chico de WUF, nos ayudó a relajarla”, comenta Víctor.

Luna resultó ser de esas perritas que necesitan algo más que una galleta y un cariñito para entrar en confianza. Antes de ser adoptada por Cristina y Víctor, pasó un año en el albergue Vida Digna, pero nadie conoce que vivió en su primer año. Ella había sido encontrada deambulando sola en alguna calle de San Isidro y fue rescatada con aproximadamente 1 año de edad.

Los paseos han sido parte del plan de integración.
Los paseos han sido parte del plan de integración.

“Luna no es muy sociable, no le gusta que otras personas se le acerquen así no más. Al principio le tenía miedo a su reflejo en el espejo, en el microondas, hasta de su sombra se asustaba. No sabía jugar, ni sabía qué hacer con sus juguetes”, recuerda Christina. “Pero con refuerzo positivo ha mejorado mucho, su entrenador nos está ayudando para que tolere mejor a otros animales y a otras personas. Lo bueno es que no es agresiva”.

Hasta la misma Cristina tuvo su periodo de prueba. Desde el día uno, Luna hizo química solo con Víctor. Solo dejaba que él la acaricie y la apapache. Así que acordaron que de ahí en adelante solo Cristina la alimentaría y poco a poco Luna empezó a bajar la guardia. Hoy, 6 meses después, están viendo una gran evolución.

“Ha sido un proceso con ella, pero con amor y paciencia lo estamos logrando. Tal vez no sea como otros perritos más fáciles, que llega una visita y la movida de cola es inmediata. Lunita podrá tener sus problemas, pero no es su culpa. Igual es muy cariñosa, muy agradecida y aprende muy rápido. Finalmente es nuestra hija y hay que ayudarla”, comenta Cristina.

Los primeros días, esto era impensable con Luna.
Los primeros días, esto era impensable con Luna.
Poco a poco se fue relajando en espacios abiertos también.
Poco a poco se fue relajando en espacios abiertos también.

Para Cristina, con los animales es como con las personas; hay que conocerse. Cuando conoció a Víctor, cada quien venía con su historia, con sus propias cargas, con sus cosas positivas y sus cosas negativas, y se aceptaron como son.

“Con los animales es igual”, asegura Cristina. “Hay un mito en las adopciones: que debe de ser perfecto desde el principio, pero no es la realidad en todos los casos. Luna llevaba un año en el albergue y vaya a saber cuánto más tiempo se hubiera quedado ahí si no la adoptábamos nosotros”.

“Otro mito es uno que hay en torno a la maternidad; que todo será perfecto y en realidad no lo es”, agrega Víctor. “Pero la buena noticia es que todo se va superando y al final puede ser muy lindo. Seguro hay historias en donde todo funciona bien, pero también hay historias en las que no, y eso no debe ser un impedimento para adoptar porque la recompensa puede ser inmensa”.

Víctor Yávar: "WUF nos dio la opción de elegir, de no sentirnos comprometidos y eso me impulsó a elegir a Luna. Nunca sentí la presión y estamos más que felices con ella".
Víctor Yávar: "WUF nos dio la opción de elegir, de no sentirnos comprometidos y eso me impulsó a elegir a Luna. Nunca sentí la presión y estamos más que felices con ella".



WUF es una asociación sin fines de lucro dedicada a la promoción de la adopción, el trabajo de concientización sobre la realidad de los perros en estado de abandono y la ejecución de proyectos que contribuyan a la construcción de un mundo mejor para todos los perros.

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