Negra es una perrita con suerte. Pudo terminar famélica y sarnosa, atropellada o dentro de una bolsa de basura en un cerro de desmonte, como pasa con tantos perros y gatos callejeros que deambulan sobre la margen de la carretera Panamericana. Pero no fue así.
Hoy esta cachorra de raza mixta y unos 10 meses de edad, tiene una familia que la quiere y la valora. Lo notamos el pasado fin de semana mientras ella esperaba paciente a que sus humanos salieran de hacer sus compras en la tienda de un grifo cerca al kilómetro 29.5 de la Panamericana Sur.
“Ella es muy educada, siempre espera a que salgamos y se lleva bien con todos”, comentó Ángel Linares, quien la rescató de la calle y la adoptó junto con su esposa Rosa Arenas.
Hace unos cuatro meses, Negra andaba olfateando el piso de tierra cerca de donde trabaja Ángel. Él no se encontraba en ese momento, pero su esposa Rosa y el jefe de Ángel sí. Ambos notaron que la perrita estaba no solo hambrienta y desorientada, sino también herida, así que decidieron ayudarla.
Luego de revisarla, comprobaron que su cola estaba incompleta y que además tenía un corte sospechoso en una de sus patas traseras. Al poco rato llegó Ángel y no dudó en sumarse.
“Su cola había sido cortada a la mala y ese tajo en la pata, parece que se lo hicieron con machete. Era un corte limpio y profundo, aún está la cicatriz. Y encima de todo la pobre tenía 3 costillas rotas”, comentó Ángel a esta página.
En realidad, apenas la vieron todos confundieron a Negra con otro perro, uno que se llamaba Negro y que Ángel había rescatado meses atrás. Cuenta que un día ese perro desapareció y no supieron más de él.
“Luego nos dimos cuenta de que este perro era hembra, así que en su nombre solo cambiamos la ‘o’ por ‘a’. Mi hija Camila la adora como si fuera su hermana”, agrega Ángel, quien trabaja como guardia de seguridad de una empresa cercana a donde encontraron a Negra.
Lo que se hereda...
Ángel cuenta que su amor por los perros no es gratuito. Él nació en Barquisimeto, Venezuela, y fue criado con muchos animales de compañía.
“Siempre hubo mascotas en casa. Mi mama y mis hermanos siempre me inculcaron el amor por los animales. Llegamos a tener más de 15 perros. Me acuerdo de uno que era muy parecido a Negrita, fue el más feo de una camada de 13 crías, pero cuando creció se puso lindo”, recuerda Ángel, quien llegó a Lima hace cerca de un año.
“Tuve que migrar, la crisis está bastante grave en Venezuela. Luego vinieron mi esposa y mi hija”, agrega.
Ángel señala que haber rescatado y adoptado, primero a Negro y luego a Negra, fue algo que sintió que debía y quería hacer. Agrega que no habría podido hacerlo sin el apoyo de su jefe y de una compañera de trabajo que lo ayudó con Negra desde el principio.
“Es injusto que haya tantos perritos solos en la calle, tan expuestos a que abusen de ellos. Hay muchos animales por donde vivo y más aún por la playa San Pedro, hay demasiado abandono y si podemos ayudar, ¿por qué no hacerlo?”, señala.
Un mundo mejor para los perros
Felizmente existen individuos y asociaciones que ayudan a aquellos animales desamparados y abusados, ya sea alimentándolos o rescatándolos y buscándoles un hogar permanente.
Uno de esos grupos es WUF, asociación sin fines de lucro que desde el 2015 trabaja promoviendo la adopción de perros y promoviendo la tenencia responsable de mascotas. Además cuenta con una ‘app’ a través de la cual toda persona interesada en unirse a esta cruzada, puede colaborar. Se llama Club WUF. Para más detalles, ingresa AQUÍ.