Cecilia Torres solo sabía que quería volver a tener un perro y que esta vez tendría que ser adoptado. Así que empezó a bucear el Internet en busca de alguno con el que hiciera 'click' y después de evaluar varios perfiles, se quedó con dos opciones.
Como no podía decidir con una foto, decidió hacerlo en vivo y acompañada de su papá, César Torres, manejó hasta Huachipa, donde está el albergue Vida Digna. Ese día marcó un antes y un después para ambos.
“Fue en enero de este año. Recuerdo que fuimos de canil en canil viendo a todos los perros y cuando llegamos a su canil, ahí estaba; negro, pomposo, hermoso, y atrás. Todos los demás perros se acercaban a la puerta saltando y ladrando como diciendo ‘¡Yo! ¡A mi!’, pero él permanecía calladito, trataba de acercarse pero no lo dejaban”, recuerda Cecilia. “Me llamó la atención su personalidad. Le pregunté al encargado por él y me dijo que se trataba del Negro, un perro entre 6 y 8 años de edad que tenía epilepsia. Eso me dio pie para hacerle más preguntas pues nunca había tenido un perro con una condición médica”.
El encargado, Michael Mayo, siguió contándole lo dócil, cariñoso y tranquilo que era el Negro. Ella sacó su teléfono para tomarle una foto y cuando le gritó ‘¡Negro! ¡Foto!’, el perro volteó y, según Cecilia, le sonrió. La foto lo dice todo.
“Lo juro, me sonrió”, dice entre carcajadas. “Fue como si hubiese sabido que tenía que destacar. Fue una señal y así me ganó”
El Negro llegó un 10 de febrero a su nuevo hogar y rápidamente fue re bautizado MacKenzie. Llegó con Pamela Navarrete, directora de Matchcota, asociación sin fines de lucro que hizo posible esta adopción.
Claro que no todo fue perfecto al inicio. Cecilia vive en un segundo piso y le tomó más de 20 minutos y varias galletas para convencer al pobre MacKenzie que subiera las escaleras. Una vez arriba, pasó las siguientes 2 horas olfateando cada rincón. Su ansiedad era obvia, pero era difícil ayudarlo pues todos en ese departamento desconocían su pasado. Apenas sabían que antes de Vida Digna, albergue que lo recibió y cuidó por varios meses, él había sido rescatado de la calle.
En el limbo
Mucho antes de que Cecilia, Vida Digna y Matchcota entraran en escena, este perro había sido encontrado dando vueltas solo y desorientado en una zona residencial entre San Isidro y Miraflores. Fue el 14 de mayo del 2017, terminaban las celebraciones por el Día de la Madre y a Miguel Ormeño le tocaba hacer la ronda final con sus perras Lily y Emi. Fue ahí donde de pronto se les sumó un tercer perro a la manada. Era negro, frondoso y muy dócil, buscaba compañía así que lo llevó a casa, previa inspección y baño de anti pulgas en la veterinaria local.
“Parecía perdido porque estaba limpio, era educado y se le veía sano. Así que diseñé un par de volantes con la idea de dar con su familia, hasta le hice una campaña en redes, pero pasaban los días y nada. Nos dimos cuenta de que había sido abandonado”, comenta Miguel.
El Negro, su nombre temporal, recibió un tratamiento contra la erliquia. Luego fue castrado gracias al apoyo del médico veterinario Omar Cavero y pocos días después, sucedió lo impredecible: el primer ataque de convulsiones. A éste le siguieron 4 ataques más, así que fue llevado de inmediato a un especialista, quien recetó un tratamiento de por vida.
“Ese Día de la Madre me convertí en padre”, agrega Miguel. “Fuera de bromas, al principio uno puede pensar que recoger un perro te complica la vida, esa fue mi primera impresión. Pero luego de lo que ha pasado con Macko -así lo llaman hoy de cariño-, mi vida se ha enriquecido. La ayuda que puedes dar hoy, siempre te traerá una recompensa”.
Lo que sigue es historia conocida, conectada por una serie de eslabones y personajes cuyo único propósito ha sido darle una vida digna y plena a este animal.
Cecilia fue quien finalmente le abrió su puerta para siempre, pero no ha sido fácil. La primera vez que vio convulsionar a Macko, el susto fue enorme. No tenía ni la más remota idea de cómo ayudarlo, pero gracias a los médicos que lo asisten, la medicina que toma a diario, los análisis periódicos, una buena alimentación y toneladas de cariño, hoy las convulsiones se han espaciado notoriamente y Macko no solo tiene una vida casi normal, sino absolutamente feliz y rodeada de mucho amor. Hasta cuenta propia en Instagram tiene.
Si bien es cierto que cada vez son más las personas que eligen adoptar una mascota en lugar de comprarla, en el Perú aún estamos años luz de ver un verdadero impacto en la población de perros en busca de hogar. Entonces le preguntamos a Cecilia por qué eligió adoptar y, encima, a uno con discapacidad.
“Porque probablemente nadie más lo iba a hacer”, responde. “Ese fue el ‘feeling’ que tuve al ser un perro mayor, grande, negro y con epilepsia. Pensé ‘Si tengo las posibilidades y el tiempo de cuidar de él, ¿por qué no hacerlo? Sí, es una chambasa, sí, hay algunos gastos de por medio, pero es incalculable lo que estos animales te pueden dar a cambio en términos de cariño”.
Así como Matchcota, existen otros grupos y asociaciones que promueven la adopción de perros a través del Internet y de las redes sociales. Una de éstas se llama WUF y cuenta con una plataforma digital a través de la cual puedes acceder a decenas de fotos y perfiles de perros en busca de un hogar.
Para conocer más de WUF, visítalos haciendo ‘click’ AQUÍ.