Hace un año y medio Luciana Chirinos rescató a Pirata de una vida sin familia en las calles de El Agustino. Hoy vive en Miraflores en un hogar que lo adora.
Hace un año y medio Luciana Chirinos rescató a Pirata de una vida sin familia en las calles de El Agustino. Hoy vive en Miraflores en un hogar que lo adora.
Andrea Carrión

Todo parque tiene sus personajes y se puede decir que en el Baden Powell de Miraflores, Pirata es uno de ellos.

Quien camine por ahí seguido sabe que él, además de ser una bomba de simpatía, es de esos perritos que te invitan a acercar a tus mascotas. Cuando se emociona, suelta un gemido gracioso y luego de dejarse acariciar uno segundos, se va, como si estuviera en una misión.

Luciana Chirinos, su mamá adoptiva, cuenta que Pirata es un alma libre. Diría que siempre lo fue, pero no puede afirmarlo pues llevan juntos poco tiempo, aunque ya se conocían desde antes.

Pirata hoy en día. Nadie puede confirmarlo, pero aparentemente su nombre responde a sus ojos.
Pirata hoy en día. Nadie puede confirmarlo, pero aparentemente su nombre responde a sus ojos.

Cada vez que ella entraba y salía de la fabrica en la que trabaja en El Agustino, ahí estaba Pirata. Nadie sabe a qué se debe su nombre ni quién se lo puso, solo suponen que su ojo celeste tiene algo que ver.

“Pirata siempre andaba por ahí, era como que el guardián de la planta, pero siempre estaba en la calle, los guardias no lo dejaban entrar. Por eso yo siempre que lo veía, me decía ‘Algún día me lo quisiera llevar a casa’. Nadie sabe cuándo ni cómo apareció, algunos dicen que llevaba ahí 8 años, otros 6 años, lo único que se sabía de él es que era súper amable con la gente”, cuenta Luciana.

Un sábado le tocó trabajar en la planta. Era pleno invierno y hacía mucho frío. Cuando llegó, encontró a Pirata tiritando. En ese momento sintió más que nunca que quería llevárselo, pero no se atrevió. No sabía cómo reaccionaría el perro, ni mucho menos su papá y sus hermanos.

Pirata hace un año y medio.
Pirata hace un año y medio.

Pero cuatro días después la historia cambió para todos. Luciana llegó a trabajar y vio a un Pirata que no había visto antes. Estaba enfermo, débil y desganado, y botaba sangre del pene. Esto fue suficiente para convencerla de llevárselo. Claro que se puso nerviosa al no saber cómo subirlo al auto, pero una señora la ayudó.

“Al comienzo fue difícil porque vivo con mi familia y nadie sabía que estaba adoptando un perro, y encima de la calle. Recién hice el anuncio el día que llegué a mi casa con él”, recuerda Luciana. “Felizmente mi papá no se espantó al principio, pero fue porque le dije que el plan era encontrarle hogar. Entonces le tomé fotos, lo puse en Facebook y mucha gente compartió el anuncio, pero nadie llamó. Pienso que llamó la atención por ser un perro adulto”.

Esto no le gustó nada a su papá. Un día le dijo “Si no le consigues hogar, se va a la calle”. A Luciana casi el da un ataque y respondió “Si se va Pirata, me voy yo”. Y de hecho lo hizo, se fue cuatro días.

“Felizmente reaccionaron y se dieron cuenta que yo hablaba en serio, que quería a Pirata y que era como mi hijo”, cuenta. “Lo bueno es que poco a poco se ganó el cariño de todos”.

Si bien su personalidad ha ayudado a limar dudas, su salud ha sido una permanente preocupación.

Así llegó Pirata a la casa de los Chirinos, lleno de sarna, extremadamente débil, delgado y enfermo.
Así llegó Pirata a la casa de los Chirinos, lleno de sarna, extremadamente débil, delgado y enfermo.

Cuando Luciana recogió a Pirata, hace 1 año y medio, estaba muy delgado y la sarna había arrasado con gran parte de su pelaje. Pero lo peor no fue eso. Los análisis dieron como resultado problemas renales y TVT (tumor venéreo transmisible), muy común en perros callejeros.

“Todavía no se recupera al 100%. Aún le salen tumores, felizmente son benignos, pero con los riñones aún seguimos luchando y tengo que darle comida especial, cuenta Luciana. “De hecho sí ha sido un impacto a mi economía. La primera semana que salió de la veterinaria ya debía 1,000 soles. Felizmente gente que trabaja conmigo en la fábrica aportó para cubrir la mitad. Y en la clínica SOS también me ayudaron a pagar el resto en cuotas, eso ayudó mucho. Siempre hay una manera de conseguir la plata para que tu perro se quede contigo, no hay excusas para abandonarlo. Pirata no tiene precio, con el soy demasiado feliz”, agrega.

Pese a ser un perro adulto, hay muchos momentos en los que aún se comporta como un cachorro.
Pese a ser un perro adulto, hay muchos momentos en los que aún se comporta como un cachorro.

Y es que los beneficios que ha traído Pirata lo superan todo. Así como este perro tuvo la suerte de conseguir un hogar que le de amor, a cambio él llegó para darle compañía a Luciana quien perdió a su mamá hace 3 años y que pasa mucho tiempo sola pues su padre trabaja lejos y sus hermanos trabajan largas horas.

“Mi vida ha cambiando para bien gracias a él. Mi salud ha mejorado porque él me saca a caminar y me ha hecho crecer como persona”, dice.

“Adoptar es una experiencia distinta, te das la oportunidad de ampliar tu corazón y de cambiarle la vida a un animal pues ningún perro está programado para vivir solo en la calle, su anhelo es vivir en un hogar”, comenta. “Hay gente que dice que quiere un perro de raza y que se siente juzgada. Les digo que no se sientan así, nadie tiene porque juzgarlos, pero sí les digo que se den la oportunidad de encontrar en otros ojos esperanza”.

Luciana y Pirata, en la playa donde suelen pasar el verano.
Luciana y Pirata, en la playa donde suelen pasar el verano.




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