(Archivo El Comercio)
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Lilia Córdova Tábori

Con dos piedras como arco y una pelota de jebe, los novatos imitaban las jugadas de sus ídolos en la cuadra 6 de la prolongación Parinacochas, en el populoso distrito de La Victoria.

Entusiasmados por el triunfo del equipo uruguayo en canchas brasileñas, los victorianos Emilio “Cheme” Chávez, Mario Chávez y Jorge Falla organizaron el primer Mundialito en el que participaron ocho equipos sin uniformes. Ataviados con pantalones y zapatillas de lona, los equipos rivales se distinguían porque unos vestían chompa y los otros mostraban el dorso desnudo.

Los preparativos para el gran día estuvieron a cargo de don Cheme, quien se amaneció pintando la improvisada cancha en la cuadra seis de Parinacochas. Jorge Falla, hincha aliancista y futbolista, fue el primer árbitro que, con determinación y carácter, logró cumplir una misión que nadie quería asumir.

Contra viento y marea

El primer Mundialito se jugó a salto de mata. Los peloteros eran perseguidos por la Policía, ya que en los años 50, durante el gobierno de Manuel A. Odría, jugar el deporte rey en las calles estaba prohibido.

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Solo la tenacidad logró que el Defensor Leoncio Prado se coronara campeón del primer Mundialito, obteniendo como premio la propia pelota de jebe con la que se disputó el campeonato. Los pioneros del fútbol callejero sudaban la camiseta por amor al deporte. Todo un ejemplo que se ha perdido en el tiempo.

Una de las anécdotas más curiosas la protagonizó Jorge Falla, fundador del torneo. En una oportunidad, la Policía suspendió el partido y se llevó preso a Falla. Unos cuatro mil vecinos, más jugadores y árbitros, hicieron un mitin y marcharon hasta la comisaría del distrito. Para cuando llegaron al despacho policial, el propio Jorge Falla ya había convencido al comisario de que les permitiera realizar el campeonato, e incluso lo invitó al play de honor.

En 1960, tras muchos años de zozobra, el torneo fue reconocido por la Prefectura de Lima, por lo que la Policía empezó a garantizar el orden y seguridad durante los partidos.

El Mundialito se jugaba inicialmente con ocho equipos. Con el paso de los años se llegó a seleccionar hasta 114 inscritos. Las eliminatorias se disputaban en ocho partidos dominicales hasta tener a los 16 mejores representantes que disputaban la final el día del trabajador, el 1º de mayo.

Fiesta popular

Luis Moscoso, ex presidente del equipo Defensor Grau, nos cuenta que cada primero de mayo era una fiesta popular en la que los amigos se reencontraban. “Los balcones de los edificios eran palcos desde donde las familias alentaban a los equipos de los pasajes del barrio”, relata. Las señoras vendían comida a los asistentes que abarrotaban las calles desde muy temprano. La final del torneo reunía entre 3 mil a 4 mil hinchas. El resguardo policial estaba asegurado y la jornada empezaba a las siete de la mañana.

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La popularidad del Mundialito iba en aumento. En 1976 se formó la Asociación Vecinal Deportiva y Cultural de El Porvenir. Su primer presidente fue Carlos Laynes, quien estaba convencido de que el deporte era capaz de alejar a la juventud del vicio.

Pepe Moncada, ex dirigente de la asociación, guarda con cariño los recortes periodísticos y fotos del Mundialito. Su álbum vale oro ya que recoge la historia del verdadero fútbol macho. Moncada recuerda que la fama del torneo traspasó fronteras y que, cada año, congregaba a más futbolistas de Lima y Callao.

Nombres peculiares

El origen de los nombres de los equipos era diverso. Eduardo Salazar, vecino de El Porvenir, dice que cada pasaje del barrio tenía uno: El Cóndor, Defensor Grau, Defensor Bolognesi, Leoncio Prado, Libertad Unanue y Satélite. Algunos negocios del jirón tenían su team como Baterías Huarcaya y Vidriería El Porvenir.

A principios de los años 80, el Mundialito se convirtió en interprovincial al recibir equipos de Chiclayo, Ica y Pisco. Para la edición número 30 se inscribieron 800 equipos, confirmando así su enorme poder de convocatoria.

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Los cracks

Antes de jugar en las grandes ligas, el “Cholo” Sotil, Julio Baylón y Teófilo Cubillas defendieron los colores del equipo Laboratorio Drowa en el torneo del 66. A pesar de que jugó poco tiempo en El Porvenir, Julio Baylón es muy recordado por los hinchas que deliraron con sus vertiginosas corridas, llevando el balón pegado a los pies y cambiando de velocidad hasta anotar el gol. La lista de futbolistas que jugaron en este torneo incluye a Lucho La Fuente, William Huapaya, Arturo Bisetti y Percy Gómez.

El Mundialito formó a muchos jóvenes de El Porvenir como José Ubaldo Sánchez Pacheco. El “Chino” jugó en uno de los mejores cuadros: Vidriería El Porvenir, e inclusive continuó participando en la categoría Masters, nos comenta su sobrino Carlos. Al igual que la familia Moncada, los Sánchez atesoran las fotos y recortes de periódicos que relatan la historia del fútbol macho en el país.

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La cuadra seis de Parinacochas es un santuario. Así lo sienten los victorianos amantes de este popular deporte, quienes esperan cada 1 de mayo para alentar a sus equipos. Otros barrios han seguido su ejemplo y han organizado torneos callejeros, pero el original siempre será el que fundaron tres amigos que contagiaron su amor por el fútbol a un barrio entero.

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