Luz de vida. La cámara de Luis Choy captó a esta pareja tendida en un hospital de Pisco. Se llaman Olivia Saavedra y Dante Anchante, son esposos y sobrevivientes.
Luz de vida. La cámara de Luis Choy captó a esta pareja tendida en un hospital de Pisco. Se llaman Olivia Saavedra y Dante Anchante, son esposos y sobrevivientes.
Ricardo León

Cuando se supo que el terremoto había sido al sur, en Ica y Pisco, salió el primer grupo del Diario, y después, como a las 9 de la noche, salimos Luis Choy y yo. Recuerdo que dormimos en el carro, en la Plaza de Armas de Chincha. A la mañana siguiente fuimos a Pisco, pero la carretera se había caído. Me separé de Choy, caminé, caminé y caminé y cuando por fin llegué, lo primero que vi fue el hospital y la iglesia destruidos, con los cuerpos bajo sus escombros. Recién habían llegado los bomberos. Me encontré con Choy y empezamos a chambear, no había tiempo para asimilar mucho.

En el hospital me topé con el cuerpo de Mabel Martínez. La vi en varios momentos. Primero muerta sobre una carretilla, con un papel con su nombre escrito a mano; después salí y hablé con un pariente suyo, regresé y me encontré con su papá. La última vez que vi ese cuerpo lo reconocí por la colcha y el nombre, pero esta vez estaba sobre el piso. La carretilla la estaban usando para otro muerto u otro herido. Habiendo cientos de muertos, me quedaba siempre con la fijación en ese cuerpo, por lo que significaba. Su esposo no se había enterado de nada porque estaba en Huancayo, ella estaba embarazada. Cada vez que la volvía a ver me enteraba de algo nuevo. Nunca supe cómo era su cara, me falta su segundo nombre.

Escribí la crónica del terremoto en una laptop, sentado en el carro, mientras la tierra se movía permanentemente. Entre todas las formas posibles de narrar un drama como ese, yo quería darle a lo ocurrido un nombre y un rostro. Tenía en Mabel Martínez un nombre sin rostro y encontré una cara sin nombre en un señor que pudo hablar con un ministro, muy de pasadita, mientras lloraba por su hijita.

Una cobertura así te enseña que un periodista con la cabeza fría es mucho más útil que con la cabeza caliente. En Pisco vi toda la buena y toda la mala praxis del periodismo local. Desde los que hacían escándalo hasta los que trabajaban seriamente escuchando a las personas. También vi cómo El Comercio prendió su maquinaria laboral, periodística y esa jerarquía que tiene para enviar lo que hiciera falta. Y faltaba todo.

Esa cobertura cambió el curso de mi carrera periodística, porque yo estaba evaluando irme de corresponsal a Iquitos. Yo me hice en El Comercio y hoy hasta mis dos hermanos trabajan en el Diario. He podido conocer absolutamente todo el Perú y también tuve la suerte de conocer a Javier Ascue y de que él me llamara su discípulo y sucesor.

Catástrofe. El sismo de 7,9 grados, frente a las costas de Pisco, causó la muerte de 595 personas. La reconstrucción fue lenta y sin planificación.
Catástrofe. El sismo de 7,9 grados, frente a las costas de Pisco, causó la muerte de 595 personas. La reconstrucción fue lenta y sin planificación.

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