Retrato. (Foto: Baldomero Pestana. Fondo Riva-Agüero. AHRA-IRA-PUCP)
Retrato. (Foto: Baldomero Pestana. Fondo Riva-Agüero. AHRA-IRA-PUCP)
Jorge Basadre

El Perú iba a ser el país atacado e invadido en esta guerra [la del Pacífico] y, por consiguiente, el que más severamente debía afrontar su prueba. Para no poder resistir las tensiones a ella inherentes tenía dos fallas esenciales que, si continúan existiendo, pueden llevarlo a nuevas catástrofes frente a las grandes pruebas del futuro: la supervivencia del Estado empírico y la del abismo social.

El Estado empírico quiere decir el Estado inauténtico, frágil, corroído por impurezas y por anomalías. Es el Estado con un presidente inestable, con elecciones a veces amañadas, con un Congreso de origen discutible y poco eficaz en su acción, con democracia falsa. Estado empírico quiere decir, asimismo, que en él no abundan como deberían las gentes capaces y bien preparadas para la función que les corresponde ejercer en la administración y que no hay garantías para formar esos cuadros o para permitirles actuar. Estado empírico hasta llegar a lo increíble era el que había despilfarrado millones locamente en la época de las consignaciones y luego en la época de los grandes empréstitos para desembocar en la bancarrota. Estado empírico era el que carecía de institutos armados medianamente organizados, de mandos competentes, oficialidad bien formada, tropa debidamente atendida, equipo moderno, servicios de administración eficientes.

Si no hubiera abusado del crédito externo y si el aparato presupuestal hubiese sido medianamente aceptable, se habrían conseguido los barcos y las armas que en vano se buscaron a última hora en el extranjero.

El Estado era empírico y reposaba sobre un abismo social: he aquí, en una frase, la explicación del desastre. La despreocupación de la época republicana por el problema indígena originó la ausencia de una mística nacional en esa masa, a pesar de las grandes pruebas de abnegación dadas por vastos sectores de ella.

En suma, el peruano del siglo XIX no había tecnificado el aparato estatal ni había abordado el problema humano del Perú y en ese sentido si cabe responsabilidad a quienes lo gobernaron desde la Independencia.



Contenido sugerido

Contenido GEC