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¿Cómo eran los accidentes de tránsito y de trabajo en Lima a inicios de 1935? | Nada cambió en 90 años
Aunque el tiempo pasa, el choque de un camión, el atropello de una persona, la caída de otra desde un andamio, son hechos que se repiten, aunque antes había otro trato en la información, otra atención de las autoridades; de pronto, con más humanidad, detalles, acciones, en bien de la víctima.
El cambio de año de 1934 a 1935 fue excepcional, accidentado y violento. Un asesinato sin esclarecer en la zona de ‘El Montón’, en el Rímac, cerca al río; un intento de feminicidio y suicidio, que no se concretó de suerte; y muchos accidentes de tránsito y de trabajo, con choques y atropellos en diversos puntos de una Lima, que se extendía hacia el norte, el sur y el este de sus límites decimonónicos; y sus avenidas que se llenaban de asfalto y también de autos veloces e imprudentes. Hubo dos accidentes de tránsito graves el mismo día y casi a la misma hora en el Cercado de Lima y Barranco, y también una brutal caída, todo en la tarde del 2 de enero de 1935.
En ese verano de 1935, aquella esquina la formaban las calles “La Palma” y “Piedra”; y hoy es la esquina de los jirones “Rufino Torrico” y “Callao”, en pleno centro de Lima. Una esquina a solo tres cuadras de la plaza de Armas y del municipio limeño. En ese preciso lugar, dos “carros-tanques petroleros” colisionaron violentamente, y en la pared, aprisionado por uno de esos camiones, quedó un inocente transeúnte que fatalmente circulaba por ese “crucero”. (EC, 03/01/1935)
La escena era dramática, angustiante, y paralizó a los ciudadanos que por allí caminaban a eso de las 3 y 55 de la tarde. Era el miércoles 2 de enero de 1935. El aplastado era Carlos González Crusalegui, y su única “culpa” fue haber estado parado justamente en esa intersección. Uno de los carros-tanques petroleros, de la firma comercial Faustino Piaggo, lo golpeó y lanzó a la pared. González resistió el golpe y la presión del camión-tanque por varios minutos. (EC, 03/01/1935)
¿CÓMO FUE EL CHOQUE ES ESA ESQUINA DE LIMA EL 2 DE ENERO DE 1935?
En esos tiempos, la “calle Piedra” (hoy jirón Callao) era de bajada. Es decir, los autos y camiones venían de la plaza de Armas hacia la avenida Tacna. Así lo hacía el carro-tanque que conducía el chofer Humberto Giordano, justo en el mismo momento en que el otro camión petrolero, el del chofer Telmo Moreno, perteneciente a la Internacional Petroleum Company (IPC), cruzaba la calle Piedra por la calle La Palma (hoy jirón Rufino Torrico).
Siendo así, el choque fue inevitable. Sin embargo, el señor Giordano, uno de los conductores, el que bajaba por la calle Piedra, “efectuó un viraje violento y cerrado, que lo hizo estrellar contra el ángulo de la pared donde estaba el infortunado transeúnte”. (EC, 03/01/1935)
Ante el cinematográfico accidente de tránsito, reinó en un comienzo la confusión, el caos y la desesperación entre los transeúntes y los vecinos. La llegada de la “Policía del Cuartel” ordenó las cosas y se pensó en la víctima, el ciudadano Carlos González Crusalegui.
Él fue trasladado de emergencia, en un primero momento, a la Asistencia Pública; allí le curaron algunas heridas y quedó con un diagnóstico: “Una herida contusa, de tres centímetros, en el párpado superior derecho; contusión con posible fractura, en la fosa ilíaca derecha; ruptura epigástrica inguinal”. (EC, 03/01/1935)
Sin duda, sonaba muy grave. Por esa razón, González fue trasladado a la Clínica Villarán, y luego al Hospital Dos de Mayo, donde quedó internado en una “cama supletoria” de la “Sala San José”, el UCI de esos tiempos. El reportero de El Comercio constató en el Dos de Mayo que esos forzados traslados habían perjudicado aún más la salud de la víctima.
El camión que bajaba por la calle Piedra, el mismo que intentó evitar el choque con una maniobra, y que atropelló finalmente a una persona, salió más dañado que el otro camión. La Policía detuvo a los dos choferes y los llevó a la “comisaría de la primera jurisdicción”. Los dos reconocieron hidalgamente sus responsabilidades. Nadie negó nada. Cosas de otros tiempos. (EC, 03/01/1935)
MIRAFLORES: UNA CAÍDA BRUTAL PUDO TENER GRAVES CONSECUENCIAS ESE MISMO 2 DE ENERO DE 1935
No fue cualquier caída la que dejó mal herido a Ernesto Navarro, un obrero de 40 años, quien trabajaba en una obra civil en Miraflores. Al verlo tirado en el piso, casi inconsciente, el guardia civil Elías Torres se compadeció de él; lo cargó con esfuerzo y lo subió a su carro patrulla.
El agente pertenecía a la “dotación policial de Miraflores”, y no necesitó de refuerzo para llevarlo él mismo al “Puesto de Socorro de Barranco”, el más próximo al accidente sufrido por el obrero de construcción civil.
El policíaTorres verificó que Ernesto Navarro vivía en la cuadra tres de la calle Londres, en el popular distrito de La Victoria. Y supo, además, que el herido había tenido “una lesión en la mano izquierda y varios golpes en el cuerpo”. Así declaró a la prensa. (EC, 03/01/1935)
En el “puesto de socorro” (hoy sería posta médica) comprobaron que no era solo un golpe en la mano, como dijo el agente policial, sino que el obreroaccidentado había sufrido una “luxación de la mano izquierda”. Era una situación de relativa gravedad, por ello se ordenó su traslado a la Clínica Villarán (como ocurrió también con el hombre aplastado del centro de Lima), por cuenta de la “Compañía de Seguros Rímac”, ya que se consideró que había sido un accidente del trabajo.
Pero, ¿qué había sucedido realmente? Lo que pasó es que el albañil Ernesto Navarro se hallaba sobre un andamio en la construcción que dirigía el ingeniero Augusto Guzmán, cuando, de pronto, perdió el equilibrio y cayó pesadamente desde una regular altura. No había entonces arneses de seguridad para los obreros en las obras en Lima. (EC, 03/01/1935)
Por cierto, en esos años (de 1933 a 1936), la tarea del obrero estaba empezando a ser revalorada por el gobierno deOscar R. Benavides (1933-1939), pues este había implementado una agresiva política de construcción social, incentivando el levantamiento de “barrios obreros” y “restaurantes populares” en Lima y Callao.
BARRANCO: DE NUEVO LA PESADILLA DE UN VIOLENTO ATROPELLO. TAMBIÉN OCURRIÓ EL 2 DE ENERO DE 1935
Lima se estaba graduando de urbe cosmopolita y accidentada en el inicio de ese verano de 1935. En el cruce de las avenidas Grau y Unión, en Barranco, un auto particular atropelló a una menor de edad. La niña intentaba cruzar la pista, pero el bólido apareció de la nada y no le dio tiempo para evitar ser golpeada.
Un guardia de la Policía, que estaba de servicio justamente en esa esquina, fue testigo ocular del accidente automovilístico. Así, el agente Bernabé Orduña detalló el hecho. El automóvil, que conducía Saúl Solórzano, venía de Chorrillos con dirección a Lima (es decir, de sur a norte), y al llegar al “crucero” de Grau y Unión arrolló a la niña Consuelo Rodríguez.(EC, 03/01/1935)
El chofer del auto vivía en el “Paseo Sáenz Peña”, en Barranco, y la víctima en la cuadra 24 de la avenida Arequipa (ya había dejado de llamarse Av. Augusto B. Leguía). La menor no sufrió graves heridas y golpes fatales; solo tuvo “una contusión en el ojo izquierdo y diversos golpes en el cuerno”; esto es, la zona de la base del cráneo.
El policía Orduña indicó en su informe que el conductor “detuvo la marcha del vehículo y corrió en auxilio de la víctima”. El agente policial hizo lo mismo, y ambos la llevaron al “puesto de primeros auxilios de la localidad”; allí la atendieron de urgencia por un “interno de guardia”. (EC, 03/01/1935)
La menor Consuelo Rodríguez, apoyada por su familia, pudo regresar a su casa en la avenida Arequipa. Sin embargo, el chofer Saúl Solórzano debió ir dar sus explicaciones y asumir su responsabilidad en la comisaría de Barranco.
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