El premio de ciencias de la Organización de Estados Americanos, OEA, fue otorgado hace 50 años al científico peruano Alberto Hurtado por un jurado conformado por siete personalidades internacionales y presidido por el argentino Luis Federico Leloir, Premio Nobel de Química en 1970.
“Hurtado, de 72 años de edad, fue premiado por su investigación biomédica en las zonas andinas del Perú, así como por el mérito de sus hallazgos en enfermedades respiratorias en estas mismas zonas”, informó El Comercio.
El científico peruano, quien fue galardonado además con 30 mil dólares, se había desempeñado como ministro de Salud Pública y Asistencia Social entre 1946 y 1947, durante el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero. Al momento de recibir la alta distinción de la OEA, Hurtado era Coordinador del Instituto de Investigaciones de Altura de la Universidad Cayetano Heredia.
El hombre y la vida en altura
A las pocas horas de haber sido designado ganador lo llamó por teléfono el secretario general de la OEA, Galo Plaza. “Me dijo que quería ser el primero en felicitarme por haber sido el ganador absoluto”, dijo emocionado el profesional limeño al ser entrevistado por el decano en su domicilio.
“El hombre que nace y se desarrolla en un medio ambiente de altitud, exhibe un alto grado de adaptación a estas mayores demandas biológicas de la altura”, fue una de las conclusiones a las que llegó Alberto Hurtado luego de minuciosos estudios del hombre del ande, su acondicionamiento a la altura y sus enfermedades respiratorias.
Investigación científica, un reto para los peruanos
Al comparar las reacciones biológicas de un grupo de atletas al nivel del mar con la de habitantes de la localidad de Morococha, a 4.540 metros de altitud, Hurtado comprobó que estos últimos se cansaban menos, tenían mayor ventilación pulmonar, menos consumo del oxígeno con relación al trabajo realizado, menor número de pulsaciones y un nivel más moderado de alteraciones en las presiones arteriales.
“No se tiene, en realidad, por qué pensar que los peruanos no pueden realizar investigaciones de alto nivel. Esta es una falsa imagen. Las autoridades deben dar mayor apoyo oficial a las universidades, que es donde se pueden y deben realizar estos trabajos de investigación. La universidad sirve para estudiar, pero también para investigar”, declaró el sabio peruano, a los pocos días de ser premiado, al Suplemento El Dominical de El Comercio.
El eminente hombre de ciencia se graduó en Harvard en 1924 y retornó al Perú para ejercer como médico, pero el doctor Carlos Monge, otro reconocido investigador, lo animó a estudiar el tema de la altura, y así fue que partió hacia La Oroya. Ese fue el principio de una carrera sobresaliente que lo llevó a convertirse, hoy, en referente obligado de la historia científica del Perú.
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