Fue un artista cómico del varieté durante varias décadas antes de la aparición de la televisión en el Perú. En ese ambiente pretelevisivo destacaron figuras del teatro y el incipiente cine peruano hoy desconocidas o poco recordadas como Lucho Córdova, Carlos Revolledo, Edmundo Moreau, Alfredo Bau o Antonia Puro. El gran maestro José Alejandro Valle López, o Alex ‘Mono’ Valle llegó al nuevo medio televisivo con una capacidad de adaptación admirable. Había hecho incluso cine, pero para la TV. solo debía saber dónde estaba su cámara para destacar en lo que sabía hacer: causar sonrisas, provocar risotadas.
Trujillano de nacimiento, Alex Valle nació literalmente con el siglo XX: el 21 de abril de 1900, y creció en esa época entre civilistas y demócratas en el poder: el Perú Aristocrático fue su infancia y niñez; su primera juventud y madurez la pasó con el oncenio de Augusto B. Leguía (1919-1930).
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En algún sentido, Valle llegó a ser un artista precoz. Pese a tener que trabajar desde niño, debido a las necesidades familiares (fue pescador, carpintero y tejedor artesanal), desde los 15 años –en la década de 1910– incursionó paralelamente en el mundo del espectáculo.
Trabajó en el circo (fue payaso), en el teatro (en compañía de zarzuelas, ópera y operetas), y en el vodevil fue muy destacado; fue galán teatral y participó en el cine de los primeros tiempos. El joven Alex Valle hizo todo eso y, desde comienzos de los años 60, se incrustó en la televisión, donde se convertiría en una estrella, pese a todo.
Fue en la incipiente televisión peruana que Alex Valle brilló de verdad. Se caracterizó siempre por su fino humor (no regalaba ningún gesto) y por una sonora carcajada que hacía reír en sí misma; por eso, incluso, grabó el LP “La carcajada” (1974), práctica usual en los años 60 y 70, en el que don Alex contaba chistes, cantaba y hacía monólogos.
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Alex Valle apareció en el mundo del entretenimiento televisivo con un programa de nombre impactante: “La escalera del triunfo”, que conducía un personaje salido de la narración radial hípica: Augusto Ferrando. “La escalera…” fue el antecedente directo de “Trampolín a la fama”. Ese primer programa de Ferrando se basaba en el canto y los regalos. Esa mecánica funcionaba bien a nivel popular, y en ese ambiente destacó un personaje: ‘El Doctor Rochabús’, que interpretaba un ácido y satírico Alex Valle. Era ‘Rochabús’ por el carro antimanifestaciones que funcionó desde los años 50 cuando era ministro del Interior un tal Rocha.
Lo que hizo Alex Valle allí fue pura sátira política. Sin duda, se trata del primer sketch de este tipo en la televisión peruana (luego vendría “Camotillo, el tinterillo” de Tulio Loza). El ‘Dr. Rochabús’ conversaba con el sarcasmo a flor de piel con otros personajes que representaban a los políticos de aquellos años: Manuel A. Odría, Fernando Belaunde, Raúl Haya de la Torre estaban allí en tono de parodia. A veces también había algún “hombre del pueblo” que aparecía en escena. Allí don Alex se despachaba a su gusto.
Eran los inicios de la década de 1960. Algunos años después, Alex Valle animaría y enriquecería el programa cómico de humor blanco, El tornillo (1968-1976), en Panamericana Televisión. Justamente allí, en El tornillo fue que Valle hizo conocida la frase: “Acuérdese de la santa paciencia…”. Años después, lo seguiría haciendo por un tiempo más en Risas y Salsa.
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El sketch “La Santa Paciencia” era protagonizado por tres personajes: El pacificador (Alex Valle), el ciudadano de a pie (Antonio Salim) y el burócrata (Fernando Farrés). En realidad, don Alex era un supuesto pacificador, un hombre que deseaba ser de paz y no de guerra, y así se lo decía a un Antonio Salim. El personaje de Salim se ofuscaba por el maltrato del burócrata Farrés, quien, encima de todo, dejaba de atender a la larga cola de gente porque sencillamente debía ir a su sagrado refrigerio.
Entonces se escuchaba decir al ‘Mono’ Valle: “Todo se consigue con la santa pacienciaaa”, dirigiéndose a Salim, quien así se tranquilizaba; sus palabras eran como un bálsamo. Hasta que el empleado público, el burócrata soez y brutal, lo acallaba con la frase que lo sacaba de quicio: “¡Tú que te metes, viejito!”, le provocaba Farrés, con desparpajo. Allí mismo el buen hombre de edad, el sabio, el flemático desaparecía y surgía, más bien, un ser irascible, salvaje, explosivo, que solo quería agarrar a golpes al sujeto que se escudaba detrás del mostrador.
Alex Valle decía: “¡Qué cosa!, ¡a los hombres!”. Y se despeinaba, se desgañitaba, se mordía los nudillos de las manos y hasta se quitaba la camisa, quedándose con un viejo bividí encima. Entonces Salim salía apurado a su encuentro para, ahora él, hacerle recordar a su tranquilizador, con los ojos elevados al Altísimo, eso de “la santa paciencia”. Pero la respuesta del personaje de Alex Valle era un gritito histérico antes de clamar: “¡Quiii santa paciencia ni quíii ocho cuartos!”. Y terminaba armando el despelote.
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EL ÉXITO CRÍTICO DEL DOCTOR CHANTADA: PERSONAJE DE AYER Y HOY
En Risas y Salsa, Alex Valle trabajó de 1980 a junio de 1985, año en que murió (dicen que trabajó hasta que sufrió el paro cardiaco). Allí se integró a un elenco actoral de primera calidad, donde hizo sketch con Adolfo Chuimán, Aurora Aranda, Guillermo Rossini y otro más. Volvió a interpretar ‘La Santa Paciencia’, pero también hizo otras historias, otros personajes.
En la década de 1980, en Risas y Salsa, Alex Valle protagonizó otro sketch muy recordado: “El burócrata” (de nuevo un burócrata), pero más que este, era el mencionado e invisible ‘Doctor Chantada’, el ‘doctor’ amiguísimo del tráfico de influencias y de la corrupción de funcionarios, el que surgía desde el mismo gesto y la mismo voz del ‘Mono’ Valle.
Su personaje del burócrata (o inspector) felpudo era el eslabón entre dicho sujeto con poder detrás de las cortinas (‘Chantada’) y el pueblo: era el burócrata que secundaba y encubría a ‘Chantada’, y que cerraba el círculo pernicioso. Con Alex Valle aprendimos a reírnos de nuestras más propias y terribles lacras sociales.
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La trama de ‘El burócrata’ se repetía una y otra vez: aparecía un primer ciudadano que cumplía con la ley, pero igual era maltratado por el burócrata; luego un segundo ciudadano llegaba, despreocupado, y recibía la mejor atención, luego de darse, por supuesto, la llamada telefónica del ‘Doctor Chantada’. Nunca había sorpresas, siempre era la llamada por teléfono que acababa con el maltrato al privilegiado ciudadano.
La secuencia, sin duda, daba en el clavo, y era el ejemplo de que la comicidad televisiva podía ser crítica, sarcástica con el poder; y no solo –como ahora– una retahíla de imitaciones o parodias que amplían los memes del ciberespacio.
En Risas y Salsa también será recordado por el sketch “El novio”, con Aurora Aranda y Adolfo Chuiman. En una versión anterior del mismo sketch lo hacían Álvaro Gonzales (papá), Camucha Negrete (hija) y con el mismo novio que interpretaba Chuiman.
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En esta secuencia cómica, el personaje ‘Avelino’, que hacía Chuiman, se llevaba el protagonismo, pero sin la explosión final de Alex Valle, el padre de la chica (Aranda), en el clímax de la sinvergüencería del novio vago, el sketch no hubiera vibrado de comicidad.
‘Avelino’ era el “astuto criollo” que todo lo hacía a medias y era capaz de prometer sin cumplir. Todo ello sacaba de sus casillas al recto padre de la muchacha seducida. Y uno ya terminaba de rendirse de risa cuando este estaba a punto de darle una trompada a su escurridizo “yerno”, y este le salía con la popular e irritante frase: “En la cara no, por favor”, puesto que era su “herramienta de trabajo”.
En esos años 70 y los que vivió en la década siguiente –su tiempo de consagración y respeto artístico–, don Alex Valle hizo en la televisión también pequeños monólogos a partir de la visión de tres personajes, con cuyos nombres puede uno identificar fácilmente cómo eran: el ‘Mono’ Valle interpretó a ‘Don protestón’, a ‘Don pésimo’ y a ‘Don hipócrita’. Eran variaciones de un tema que abordaba desde varios ángulos.
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En sus últimos años de vida, Alex Valle se dio el lujo de participar espontáneamente en el programa “Humor redondo”, del Canal 5, al lado de artistas como Melcochita, Néstor Quinteros, el ‘gordo’ Casaretto, Miguel Barraza, entre otros, todos ellos contadores profesionales de chistes de todo tipo y mucho más jóvenes que él.
El 3 de julio de 1985, cuando Alex Valle falleció en Lima de un paro cardiaco, todos sentimos que habíamos llegado tarde para ver más joven a este gran comediante entonces de más de 80 años; tarde para verlo bramar con los burócratas, adular al influyente, corretear al novio vago de su hija; tarde para verlo conversar, bailar y hacer gestos faciales inolvidables.
Padre del reconocido poeta Alejandro Romualdo Valle, miembro de la generación del 50, quien siempre mantuvo una relación distante con su progenitor, don Alex Valle estuvo acompañado hasta su último día de vida por su esposa, la actriz chilena Támara Brown, quien luego regresó a su país, donde falleció años después.
José Alejandro Valle López, o Alex ‘Mono’ Valle, para los amigos, fue una figura indiscutible de la televisión peruana. Sus gestos, sus modulaciones de voz y su personalidad insobornable lo hacen para siempre un clásico de la comicidad y el humor en el Perú del siglo XX.
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