Es 1981 y Cecilia no sabe que, 40 años después, seguirá siendo la mejor representante de la izquierda peruana. Ella y esa mano morena que se eleva y punto. En la zurda, lleva el cortejo de un ramo de flores; en la derecha, muestra la orgullosa medalla plateada del Mundial Juvenil (Sub 20) conquistada en México. Es el 27 de octubre del 81, la década recién comienza, y es Tait con su carácter inquebrantable una de las líderes de un equipo de ensueño que hará que un país entero madrugue para verlas brillar sobre la net.
Elegida la mejor jugadora del torneo, Ceci es el primer objetivo de los fotógrafos que se han presentado en el Callao sobre la pista principal del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez para codearse y hacerse un espacio entre políticos, familiares y curiosos. El avión de AeroPerú no solo ha traído a casa a un prometedor equipo de vóley, ha aterrizado -en realidad- con la mejor generación jamás vista en este deporte.
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Las cámaras de América TV le arrancarán algunas palabras con la pregunta: ¿Qué le piden a las autoridades? Con la voz pausada de sus 19 años, pero con el temple de haberse criado luchando entre los arenales de Nueva Esperanza, Tait suelta. “Primero, poder realizar el Mundial que se va a organizar el próximo año (1982). Tener toda la infraestructura completa y que siga el apoyo”.
Pedido cumplido. A los meses, el Coliseo Dibós será el epicentro de las alegrías peruanas. Y aunque también fue presea de plata en el Mundial de mayores, la chica que más “canas verdes” le saca al coreano Man Bok Park (Tait dixit) termina elegida como la Atleta del Año en el Perú.
El camino es largo y lleno de ilusión para Cecilia. Irá creciendo y vendrá, luego, Los Ángeles 84, All-Stars 85, Praga 86, Caracas 87 y la cumbre de una carrera épica que se estrella muy cerca al estrellato: Seúl 88. Con esa flecha clavada en el corazón, también celebra ser elegida la mejor voleybolista de los Juegos por ese potente mate que da paso al mejor mote. “Zurda de oro”, le llamaremos para siempre.
Es tan incansable ‘la Tait’ que derriba muros y gana votos para ser congresista de la República (2001-2006; 2011-2016). Luego, hace de su nombre una marca registrada que ingresa al Salón de la Fama del Vóley (Massachusetts, 2005), y cuando el cáncer de ganglios la ataca, ella redobla fuerzas y lo vence.
Se siente tan invencible que mientras recibe la antorcha de los Juegos Panamericanos Lima 2019 para encender el pebetero, en su cabeza solo repite en silencio: “Es mi premio en vida”. Hoy cumple 59 años y este es nuestro homenaje.
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