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La vez que un adolescente intentó volar las instalaciones del Jockey Club del Perú y se le encontró un arsenal en SMP
En 1947, Ernesto Cabezas Martínez, de 17 años de edad, puso cinco cartuchos de dinamita en el interior del local del Jockey Club del Perú, ubicado en el Centro de Lima. Un empleado de la empresa descubrió los explosivos antes del atentado. El detenido, que ingresó a trabajar al lugar con la directiva anterior, tenía un fuerte cargamento de explosivos escondido en su domicilio.
Mientras que la Jefatura General de Investigaciones del Perú interrogaba a un diputado aprista implicado en el asesinato del empresario Francisco Graña Garland, un caso policial sorprendió a todos los limeños. El lunes 9 de junio de 1947, un empleado del Jockey Club del Perú (JCP) frustró un atentado terrorista en las oficinas de la empresa, ubicada en la calle Urrutia (hoy cuadra 7 del jirón Camaná), en el Cercado de Lima. Allí encontró cinco cartuchos de dinamita tirados en el suelo. Horas después, el portero de la empresa fue detenido con un importante cargamento de explosivos almacenados en su casa.
Eran la 1 y 30 de la tarde de ese lunes 9 de junio, cuando Julio Rocha Carrillo, un trabajador del JCP, realizaba su ronda habitual por las oficinas ubicadas en la antigua calle Urrutia, cerca de la iglesia Santo Domingo. Todo parecía estar tranquilo hasta que el miedo lo invadió al ver cinco petardos de dinamita regados en el piso. ¿Un atentado terrorista estaba en marcha?
El empleado inmediatamente llamó al guardia de seguridad de turno. El vigilante vio el arsenal explosivo y cercó el lugar. Luego, llamó nerviosamente a las autoridades policiales, las que llegaron a las oficinas y empezaron con sus investigaciones. Un nuevo caso policial estaba por abrirse. Lo primero que hicieron los agentes fue interrogar a Rocha. Él les dijo que sospechaba del portero de la empresa, ya que ese día había actuado de forma muy extraña.
Después, tomaron la declaración del guardia de seguridad que había apoyado al empleado. Tras las preguntas, los agentes policiales fueron en busca del conserje. Sin embargo, no lo pudieron ubicar. El sospechoso había desaparecido del lugar. Todo hacía indicar que el portero estaba implicado en frustrado acto terrorista.
Al no ubicarlo, el vigilante junto al auxiliar de Investigaciones de la Policía, Carlos Cuadra, emprendieron una detallada inspección ocular en todas las instalaciones de la empresa. De esta forma, detuvieron a Ernesto Cabezas Martínez, el buscado portero de las oficinas del Jockey Club del Centro de Lima. Cabezas tenía tan solo 17 años de edad y era estudiante de mecanografía en una escuela nocturna de nuestra capital.
Luego, se dirigieron a la casa del sospechoso junto con este. Su domicilio se ubicaba en la urbanización Portada de Guía, en el barrio de Piñonate, en San Martín de Porres. Allí encontraron un revólver Smith Wesson, seis cartuchos de dinamita, diez fulminantes con mecha, dos fulminantes solos, cuatro petardos en cajas de fósforos, tres petardos no cubiertos, una guía de 2.05 m, una guía de 2.75 m, una cachiporra chica y dos pilas para linterna. Todo un arsenal listo para la arremetida terrorista.
El material hallado fue decomisado y llevado a la Sexta Jurisdicción de la Policía. Días después, el miércoles 18 de junio de 1947, Ernesto Cabezas confesó que había ingresado a trabajar al Jockey Club del Perú con la junta anterior, nombrada por ley política y patrocinada por la célula parlamentaria aprista. Además, reveló que el revolver lo tenía guardado desde hace tres meses y que los explosivos le fueron entregados por un representante del partido político por ser el secretario de defensa de esa agrupación en un sector de Lima.
Minutos más tarde, la policía desveló en un informe que en nuestra capital se había formado un grupo terrorista que estaba captando menores de edad para desatar el terror en todo el Perú. Esto después de haber atrapado a dos jóvenes que robaron cuatro cajones de dinamitas y 1400 fulminantes de los campamentos de irrigación de los distritos de Jesús y Puesto de Oruco, en Cajamarca. Los guardianes de esos centros y los dos menores fueron puestos a disposición del juez competente. Ernesto Cabezas Martínez también fue trasladado y puesto a disposición de la Jefatura General de Investigaciones.
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