En 1989, los cerros de Comas se iban apagando hasta confundirse con ese cielo negro que, los días de suerte, dejaba lucirse a la luna llena. Cuando no era eso, habían problemas: se prendían antorchas, una a una, que danzaban hasta convertirse en una hoz y el martillo.
Como San Juan de Lurigancho o Villa el Salvador, Comas nació para ser hogar. Pese a los miedos de los primeros años. Allí era un poco más su casa, aunque de esteras y no de adobe. Aunque sin paz pero con esperanza: el distrito de Comas, a dos horas del centro de Lima, fue refugio de miles de migrantes que hacia los últimos años de la década del 50 encontraron en este lugar la belleza natural perdida por la violencia terrorista. Y la pobreza. Allá llegó, por ejemplo, Héctor Chumpitaz. Quedaba cerca un río —el Chillón—, pampa suficiente para chacra y cordillera de piedra que servía de límite y vigía. Miles de peruanos llegaron allí para fundar su fortaleza, me consta. Tener una familia. Y vivir en armonía.
En ese distrito que desde su fundación en 1961 es un motor de Lima Norte, una costumbre de la fe católica por Semana Santa encontró su jardín ideal. Solo tres años después de fundado, aquí se realizó por primera vez en la capital la multitudinaria representación del Vía Crucis de Jesús.
La iniciativa la tuvo una agrupación teatral —recuerda el Archivo Histórico de El Comercio— fundada por el sacerdote canadiense Neil Mc Kaulay, en 1964. El primer Jesús de Comas fue encarnado por el sacerdote Mc Kaulay, quien además escribió el guion, y luego encargó al Grupo Amistad continuar con la tradicional puesta en escena. Un reportaje del 2019 en el portal Señal Alternativa recuerda quienes acompañaron al padre Neil en esos primeros tiempos: los actores comeños como José Carcelén Pedraza (como Pilatos), Grimaldo Núñez (Judas), Manuel Alberto Fonseca (Pedro-Caifás) y Mildred Grandes Oyarce (María).
Pasaron 57 años.
“En una escarpada y polvorienta colina del pueblo joven Carmen Alto de Comas, un joven vendedor ambulante y estudiante de contabilidad aceptó ser ‘crucificado’ en una escenificación...”. Esa fue la leyenda fotográfica que el Sábado de Gloria del 25 de marzo de 1989 publicó en su portada el diario El Comercio. Refería a un nuevo Jesús en este distrito, el primer heredero del sacerdote Mc Kaulay. No había sido el único ‘Cristo’ humillado en su camino al Gólgota peruano: también en Chorrillos, un chofer de la Enatru Perú cargó con una cruz de madera que le doblaba el peso, como el Jesús de Jim Caviezel en la película de Mel Gibson (2004).
Dice Hebreos 11: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Quien quiera creer, que crea. Quien no, tiene para elegir entre muchos otros candidatos.
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