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BIC Humboldt: la historia del viaje de la primera expedición científica peruana a la Antártida | FOTOS
Un día como hoy, 4 de enero, pero de 1988, es decir, hace 35 años, zarpó del puerto chalaco el buque científico Humboldt. Su objetivo: la Antártida, el continente blanco, en donde fundaron la primera base científica peruana en ese extremo del planeta.
Los preparativos fueron numerosos y muy intensos los meses previos, de octubre a diciembre de 1987; pero, por fin, el 4 de enero de 1988, el buque de investigación científica (BIC) Humboldt zarpó con dirección a la Antártida, al llamado ‘Sexto Continente’, para dejar allí símbolos peruanos y marcar un espacio de peruanidad en su helado y blanco territorio. Aquí el recuento de esa inolvidable jornada, que estableció un hito en la historia marítima y científica del Perú.
El Gobierno Peruano emitió la resolución suprema -publicada el 7 de octubre de 1987- que aprobaba la expedición a la Antártida. De esta forma, el objetivo científico se convirtió en una causa nacional. Desde entonces se trabajó intensamente para que todo saliera a la perfección.
Pero, ¿quiénes y cuántos viajaron en esa travesía única e incomparable? Pues fueron 35 marinos de la Armada Peruana -entre oficiales y suboficiales-, y con ellos 50 personas civiles. Ellos fueron parte de la tripulación del buque Humboldt, que la mañana del lunes 4 de enero de 1988 se dirigiría nada menos que a la Antártida.
El comandante del BIC fue el capitán de fragata AP Ricardo García Escudero, en tanto el cargo de jefe de aquella primera expedición recayó en el capitán de navío AP Jorge Brousset Barrios. Tanto civiles como militares pasaron por una serie de estudios médicos antes de ser finalmente seleccionados.
Más allá de esa tripulación de oficio y técnica, partieron también en el buque científico un oficial de la Marina de Guerra del Ecuador, un oficial de la Marina de Guerra del Brasil y el historiador peruano y profesor de la PUCP, José Antonio del Busto, como invitados especiales.
El Comercio pudo enviar en el Humboldt al reportero Javier Ascue Sarmiento, quien viajó en el histórico BIC implementado adecuadamente para esa misión, desde el Callao hasta Punta Arenas, en el extremo sur de Chile. Ascue fue el único periodista peruano que llegó hasta ese lugar; allí se despidió de la expedición.
De esta manera, el diario decano recogió las declaraciones del capitán Brousset, jefe de la misión, horas antes de su partida, en las que informó que para esta primera expedición el gobierno de Alan García Pérez había invertido aproximadamente “305 mil dólares y 34 millones de intis”. (EC, 04/01/1988)
El BIC Humboldt fue construido tras un convenio entre el Gobierno Alemán y el Instituto del Mar del Perú (IMARPE), firmado en los ambientes del Servicio Industrial de la Marina (SIMA). El Humboldt había zarpado por primera vez en 1978, y desde el comienzo de sus funciones colaboró con la investigación pesquera del país. Su finalidad ha sido exclusivamente científica. En esa perspectiva, entabló un trabajo en común con la Marina de Guerra del Perú.
Luego de casi tres meses de preparativos, y en medio de escenas de emoción de familiares y amigos, la expedición a la Antártida enrumbó al sur al promediar el mediodía del lunes 4 de enero de 1988, desde el muelle del SIMA, en la Base Naval del Callao.
El presidente Alan García, los ministros de Estado, los parlamentarios, los miembros de la Comisión Nacional de Asuntos Antárticos, así como numerosos familiares de los viajeros asistieron a ese momento histórico para la investigación marítima en el Perú.
En su discurso de rigor, el presidente García destacó el momento histórico de la presencia peruana en el “continente helado”; en tanto el canciller Allan Wagner fue más profundo al poner en contexto la tradición antártica del Perú, dada desde tiempos incaicos. Wagner informó a la prensa peruana y extranjera que este hecho convertía al Perú en miembro del Tratado Antártico.
El pequeño pero fuerte buque llevaba equipos científicos y el equipaje del numeroso grupo a bordo. Días después, el Humboldt haría una primera escala en el puerto chileno de Valparaíso, especialmente para renovar sus depósitos de combustible.
El 20 de enero de 1988 se sumaron 50 personas, entre científicos, militares, marinos, representantes de organismos nacionales y universitarios, quienes fueron antes transportados por un avión Hércules de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) al puerto chileno de Punta Arenas (en este lugar se bajó del barco nuestro reportero Javier Ascue), en el extremo sur del continente. El grupo viajero estaba completo.
La meta era entonces llegar al estrecho de Bransfield -lugar que no pertenece a ningún país- hacia el 23 de enero de 1988. Allí no solo dejarían una bandera peruana, también depositarían un monolito de piedra grabada con fechas y enunciados históricos, además de una placa de bronce para conmemorar el suceso.
En el páramo albo del sur visitarían -ya de regreso- el canal de Beagle y otras bases científicas como la chilena Arturo Pratt en la isla Greenwich; la base Gran Muralla de China, la base Artowoski de Polonia y la base Bellinghausen de la Unión Soviética, todas en la misma isla Rey Jorge, donde también estaría la base científica peruana, denominada Machu Picchu.
Ninguna de estas bases científicas se encontraba en la Antártida continental, que era y es una zona resguardada. En esos parajes el Humboldt permaneció casi un mes. Estaba previsto que para el 6 de marzode 1988 volvería al Callao, tras pasar nuevamente por el puerto de Valparaíso (Chile).
Lo que más llamó la atención del barco peruano en aguas antárticas fue el monolito, que mostraba en su superficie la fecha grabada de la partida y unos versos de César Vallejo: “Las piedras no ofenden; nada / condicionan. Tan sólo piden / amor a todos, y piden / amor aún a la Nada”, versos del poema ‘Las piedras’ (Los heraldos negros, 1918).
Con una velocidad de 14 nudos, el buque de investigación científica poseía características especiales: llegaba a los 76.20 metros de eslora (distancia de proa a popa), y fue debidamente reforzado, especialmente en el casco, babor y estribor, así como en la proa con ‘cuadernas’ deacero, pues debería estar preparado -si fuese necesario- para romper inmensos bloques de hielo, conocidos como ‘pizarras’.
Este refuerzo del casco fue en realidad una previsión, pues se buscó en todo momento que el Humboldt navegara por aguas libres de hielo entre los paralelos 60 y 65 sur, en la zona del estrecho de Bransfield. Por ser verano, además, siempre navegó de día, con luz solar, así evitó los grandes témpanos de hielo.
Por cierto, no fue la primera vez que marinos peruanos pisaban tierra polar. A la Antártida ya habían ido oficiales adscritos a la Dirección de Hidrografía y Navegación (DHN) de la Marina de Guerra del Perú. Justamente desde la radio de este servicio militar, el buque reportaría valiosa información.
Como se mencionó, uno de los viajeros en el Humboldt fue el historiador nacional José Antonio del Busto, quien asumió la función de “cronista oficial de la travesía”. Del Busto cumplió con honor y profesionalismo la tarea en representación del Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú (IEHMP); para ello se entrenó responsablemente en pautas de supervivencia en la Antártida.
El historiador Del Busto fue, además, testigo de los primeros estudios científicos peruanos sobre el ‘krill’, unos moluscos, parecidos a los camarones pequeños, considerado entonces y aún hoy “el alimento del futuro”.
El Comercio informó en portada, al día siguiente de la partida: “Sesenta y cuatro días, de los cuales 27 serán de permanencia en el frío continente, durará el viaje de ida y vuelta, de esta primera expedición científica del Perú a la Antártida, que cuenta también con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Concytec)”. (EC, 05/01/1988)
Ochenta y cinco peruanos pisaron tierra antártica el 25 de enero de 1988 y fundaron la primera base científica peruanaMachu Picchu, la cual se instaló, como las otras bases hermanas, en la isla Rey Jorge, cerca de la península Antártica; allí flameó el Pabellón Nacional, en medio de pingüinos, lobos marinos y aves de esa zona helada.
El retorno del Humboldt al puerto del Callao ocurrió el 1 de marzo de 1988, cinco días antes de lo previsto. Aquel fue un día de orgullo nacional y gran emoción patriótica.
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