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El extraño caso del hundimiento del último buque velero peruano que llevaba guano en 1958
El buque de velas se llamaba “Omega” y tenía 70 años de haber sido construido en Alemania. Fue decomisado en el Callao tras un altercado entre un barco peruano y un submarino alemán cerca de España, en medio de la Primera Guerra Mundial, y aquí se dedicó a transportar guano de las islas a distintos lugares de la costa peruana.
Esos buques de vela, tan clásicos, tenían aún vida activa en la marina mercante durante los primeros años del siglo XX, puesto que la nueva flota de barcos a vapor les habían dejado aún espacio de acción; no obstante, con el paso de las décadas dejaron de ser protagonistas del gran movimiento portuario del Callao o terminaron hundidos en algunas zonas de la costa sur, centro o norte del país. Los veleros llevaban carga importante, que podía ser salitre, azúcar, maderas y hasta víveres, y los transportaban a distintos puntos del Perú, a los países vecinos e incluso -bien equipados- cruzaban el océano Pacífico hasta llegar a Australia, en Oceanía. Pero lo que ocurrió el 26 de junio de 1958 con el “último velero en servicio” fue tan lamentable como extraño. El viejo buque de vela “Omega” se despidió de los hombres de mar en solo una hora.
El buque velero “Omega” sobrevivía aún en servicio en la bahía del Callao, durante ese crudo invierno de 1958, y era heredera de otros buques de vela que habían sido ejemplo de osadía marítima, como el “Mine”, que se había hundido en Chimbote, o el “Leónidas” encallado en las rocas de Chincha Norte; o también el mítico “Eskalduna”.
Este último buque “naufragó a la altura de Iquique, a 1,200 millas de la costa, con su cargamento de azúcar que había tomado en Etén para transportar a la República Argentina, y cuyo capitán don Otto Moeder, se volvió loco a los 28 días de hallarse al garete en alta mar en un bote con cuatro tripulantes que fueron los únicos que salvaron de la tripulación”, contó el columnista, militar y experto marino Néstor Gambeta en El Comercio. (EC, 28/04/1958)
Muchos buques veleroshabían desaparecido en alta mar, con tripulación y todo, ese era el peor temor de las familias que los despedían del Callao. Fue el caso de dos buques: “Matilde”, con su capitán Eliseo Dagnino, y “Banora”, con el capitán F. Eguivar; estas naves se dirigieron en 1916 a puertos chilenos para recogerr el cargamento de maderas y durmientes que venían al Perú en las bodegas de los vapores alemanes, los que habían sido detenidos en los puertos chilenos como consecuencia de la “Gran Guerra”, que había empezado en 1914.
Ambos veleros nunca llegaron alCallao ni a ningún puerto cercano. Las hipótesis se multiplicaron, unos decían que alguna tormenta, de esas que se daban en el invierno al sur de Chile los había envuelto, y que por ello “hubiesen perdido arboladura y parchamento por mal estados de estos o por algún contraste, siempre frecuentes en alta mar”, contaba Gambeta en el diario decano.
Incluso surgieron historias como la de que fueron asaltados por barcos en guerra (Primera Guerra Mundial) y que una vez de ser saqueados, los hundieron sin misericordia; o también que “se hubiesen aflojado los pernos de las planchas del fondo, o que sorprendidos por un ciclón y perdida su estabilidad hubiesen dado vuelta de campana, lo que se llama `poner quilla al sol’”, señalaba Gambeta. (EC, 28/04/1958)
EL ORIGEN ALEMÁN DEL “OMEGA”: LA PÉRDIDA DE UN VETERANO BUQUE DE VELAS
El buque de vela “Omega” era alemán. ¿Cómo llegó a manos del Perú? Pues todo nació de un conflicto internacional: otro velero del Perú, el “Lorton”, de la firma Rocca, fue atacado por un submarino alemán cerca de España, en pleno conflicto de la “Gran Guerra” (1914-1918).
El primer piloto del “Lorton” era de origen alemán y el submarino lo recogió. La respuesta peruana fue el decomiso de dos vapores alemanes surtos en el Callao: “Sierra Morena” y “Rakkotis”, además de los veleros “Tellus” y, obviamente, el buque velero “Omega”, construido hacía 30 años. Defendió la causa peruana ante el Comité de Reparaciones, el doctor Mariano H. Cornejo.
En 1958, el velero “Omega” era considerado un sobreviviente de su tipo, una embarcación fuerte pero pequeña, resistente pero usada hasta el cansancio por las empresas a las que perteneció. Ya contaba con 70 años de servicios y aún servía para transportar guano, pues era parte de la vieja flota de la Compañía Administradora del Guano. El titular del sábado28 de junio de 1958 del diario decano decía lo siguiente: “El último velero peruano se hundió frente al Callao cuando transportaba guano”. En la volada, “No se registraron desgracias personales”. “Omega” era considerado el “último velero en servicio en el Perú”. (EC, 28/06/1958)
Alrededor de las tres de la tarde, del jueves 26, el velero “Omega” era jalado por el remolcador “Río Morona”. Ambas embarcaciones se hallaban entre las islas San Lorenzo y Palomino, frente al puerto chalaco. En las bodegas del velero guanero estaban depositadas “unas 3 mil toneladas de guano, provenientes de Pachacámac, con destino a Huacho”. (EC, 28/06/1958)
De pronto, los tripulantes del “Omega” sintieron un fuerte golpe y un roce áspero, chillante, a un lado, lo cual hizo suponer a los ocupantes que el barco velero había encallado. El capitán del navío, Juan Barrera, ordenó izar la bandera de “peligro a la vista”. El capitán del “Río Morona”, Luis Sosa Bautista, se percató del aviso de emergencia y se aproximó al “Omega”.
La tripulación del velero afectado ya estaba dispuesta en cubierta para el abandono de la nave; en pocos minutos todos pasaron al barco-remolque. El buque salvavidas intentó por todos los medios varar el barco en peligro hacia la playa para salvarlo (y la carga con ello); sin embargo, todo maniobra fue infructuosa. Con una rapidez escalofriante, el buque de velas “hizo agua” y se hundió. (EC, 28/06/1958)
Desde lejos o desde cerca, era lo mismo, solo se podían percibir los mástiles de la cubierta superior. Eran las cuatro de la tarde y todo estaba consumado. En una hora, el “Omega”, como los viejos guerreros, parecía haber decidido morir en su ley: en el vientre del mar. A las seis de la tarde, el remolcador “Río Morona” dejaba en el puerto a los náufragos, y reportaba lo sucedido a la Capitanía del Callao.
Cuando el “Omega” pasó a manos peruanas se dedicó -desde un inicio- a transportar guano. Así se salvó del destino del “Tellus”, el otro velero alemándecomisado por nuestro país, que fue reacondicionado como “casino flotante” con el exótico nombre de “Malaboo”, y en los últimos años fuese rematado como chatarra y llevado a Europa (una vuelta mortuoria a sus orígenes). Como nave guanera, el buque velero “Omega” había sido muy útil al país. Tan útil que su dueña, la Compañía Administradora del Guano, cuyas oficinas estaban en Chucuito, Callao, buscó hasta el último momento salvar su cargamento y casco.
Asimismo, el gerente de la compañía, el general Ergasto Silva Guillén, anunciaría una “profunda investigación” del caso, y mandó a sus técnicos, encabezados por el gerente de la oficina de Chucuito, el comandante Carlos Lostanau, a la zona del hundimiento para ver en qué condiciones estaba aún el resistente buque velero, el último de su tipo en funciones.
BUQUE VELERO “OMEGA”: EL ÚLTIMO INTENTO POR RESCATARLO DE LAS AGUAS CHALACAS
El domingo 29 de junio de 1958, El Comercio informó que los primeros exámenes de la situación real del velero “Omega” daban a entender que sería más que difícil recatar su casco, como era la idea de la compañía.
Pero ellos insistirían en ver la manera de salvar la carga y también de sacar a flote la propia nave. La compañía guanera contaba con el apoyo de cuatro marinos: dos pertenecían a la Armada Peruana, los comandantes Ricardo Massa y Juan Althaus; en tanto los otros dos eran de la Marina Mercante Nacional, los capitanes Guillermo Wried y Carlos Coucillas.
El “Omega” era un velero de “bellas líneas”, se decía entonces, y por eso mismo no había dejado de seradmirado por los visitantes del muelle que lo veían fondeado en la bahía, en un reposo solemne, revelando su origen alemán. Era un buque de la vieja escuela, construido a comienzos de la última década del siglo XIX. Pero, claro, ese aire elegante, decimonónico, se desvanecía un poco cuando se pensaba que era, en la práctica, una humilde barcaza de guano.
La verdad era que el buque velero estaba casi perdido, no solo por el peso de la carga que llevaba sino, sobre todo, y eso se verificó luego, por el daño que le hizo una roca “que no se hallaba en las cartas marítimas de la zona de la costa”, informaba El Comercio. (EC, 29/06/1958)
En efecto, el diario decano indicó que dicha roca, que no estaba mapeada en las cartas marinas de la costa, había rozado el casco del velero, y siendo así el daño se revelaba muy grave. Extrañó a la compañía guanera que se haya producido un hecho así, puesto que la ruta que tomó el “Omega” y el “Río Morona”, que lo remolcaba, era habitual en las naves que se enrumbaban con guano entre las islas Pachacámac (Lima) y Huacho.
El accidente fue considerado como un hecho más extraño aún, al saberse que el capitán Sosa Bautista, del velero remolcador, era un marino de mucha experiencia, con 30 años en el servicio, seis de los cuales en el “Río Morona”; e incluso se supo ya había hecho este trabajo de remolque al “Omega” numerosas veces. Para muchos expertos, era casi imposible que sucediera lo que finalmente sucedió, pese a todo.
“La tripulación manifestó que se dio cuenta del desastre por el fuerte golpe que se sintió en el casco del ‘Omega’ y el pronunciado escoramiento que empezó a tomar el velero, por lo cual izaron la bandera de peligro (…). El ‘Río Morona’ ayudó a los 18 tripulantes que se hallaban a bordo”, detalló el diario. (EC, 29/06/1958)
Las investigaciones verificaron que el salvataje se dio en una situación controlada, sin desesperación ni angustia de parte de los tripulantes del velero siniestrado. Esto debido a la cercanía y rapidez con que actuó el personal del buque remolcador. Se confirmó, asimismo, que ambas tripulaciones hicieron hasta lo imposible por salvar la nave y su carga, pero estaban lejos de la costa y el “Omega” no dio tiempo a nada. En una hora, fue uno solo con el fondo del mar.
Así terminó la historia del viejo buque velero “Omega”, el último de su tipo que llevó guano en el país y cuyos restos oxidados reposan para siempre en el fondo del mar del Callao.
La llegada del automovil al Perú, hace 100 años trajo consigo los primeros modelos de automóviles y con ello la construcción de lo que son hoy las principales avenidas de Lima y Callao.