La cadena humana que se formó por la libertad en 1989

A finales de la década de los ochenta, dos millones de personas unieron sus manos en una “cadena humana”
A finales de la década de los ochenta, dos millones de personas unieron sus manos en una “cadena humana”

A finales de la década de los ochenta, dos millones de personas unieron sus manos en una “cadena humana” de 600 kilómetros de extensión. Sucedió un 23 de agosto de 1989, y significó un audaz desafío hacia Moscú, la capital del comunismo mundial.

Esta muestra simbólica de repudio fue protagonizada por los ciudadanos de Estonia, Letonia y Lituania para rechazar el 50 aniversario del pacto nazi-soviético, que les arrebató la independencia a sus países.

En los tres estados existían líderes que representaban la lucha por la libertad. Estos hombres encabezaron el histórico evento. Edgard Savisaar, jefe del Frente Popular de Estonia, y su contraparte Dainis Ivans de Letonia, se abrazaron en la frontera.

Similar gesto se pudo apreciar en la línea fronteriza entre Letonia y Lituania, donde unieron sus manos el letón Yanis Freimanis y el lituano Vitaustas Lanelfvergis.

(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
(Foto: Archivo Histórico El Comercio)

En una foto de 1939 Stalin sonríe. A su lado, el ministro de relaciones exteriores alemán Joachim von Ribbentrop observa a su colega Viacheslav Molotov firmar el acuerdo. Nueve días después estallaba la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia, el 1 de setiembre.

Ambas potencias maquillaron por un par de años la mutua ambición por atacarse, y en simultáneo Hitler aceptó que los rusos incorporaran entre sus zonas de interés a Estonia y Letonia, a las cuales se sumaría luego Lituania. Además, soviéticos y nazis se habían repartido de antemano el territorio polaco.

“Bálticos protestan formando una gigante cadena humana”, tituló El Comercio en su portada. “En Moscú policías antimotines respaldados por vehículos hidrantes dispersaron una manifestación de simpatía y la agencia oficial Tass dijo que 75 personas fueron detenidas”, señalaba la nota de primera plana.

El punto central de aquella jornada estuvo en la ciudad de Riga, capital de Letonia, desde donde las personas –vestidas muchas de ellas con trajes tradicionales- fueron sumándose en una línea interminable en ambos sentidos, unos dirigiéndose hacia Estonia y otros hacia Lituania.

Las campanas de las iglesias tañeron en los tres países como señal de que la cadena había sido finalmente constituida. En medio del proceso de “perestroika” iniciado por Mijaíl Gorbachov en la URSS, los movimientos nacionalistas habían comenzado a remecer las viejas estructuras de una nación resquebrajada.

Esta inusual gesta es ahora parte de la Memoria del Mundo, pues fue registrada por la Unesco en el 2009, a pedido de las tres naciones bálticas.

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