¿Cómo un aparato del tamaño de un celular pudo conquistar el mundo de la música?
En los años 80 y muy entrados los 90 el casete era un medio muy popular entre los jóvenes, ya que les permitía grabar los éxitos musicales del momento. Esta es su su historia.
Pregúntale a tus padres, tíos, tías, primas o primos mayores si alguna vez regalaron un casete con sus canciones favoritas. En los años 80 y muy entrados los 90 el casete era un medio muy popular entre los jóvenes, ya que les permitía grabar sus canciones favoritas. Muchos amores nacieron en ese intercambio de cintas. Muchas bandas de garaje grabaron sus canciones y los vendedores ambulantes encontraron un nuevo nicho de negocio.
En nuestro Archivo conservamos la radio con sonido estéreo que combinaba la reproducción de casete con disco compacto. Todo un ‘gadget’ para finales del siglo XX. Además tenemos las grabadoras de mano y los casetes en miniatura que se usaban para hacer entrevistas. El casete sí que cambió la manera cómo trabajaban no solo los periodistas; sino distintos profesionales de la música e incluso la informática, pues estas cintas aun se usan para guardar data.
Todo comenzó cuando los sonidos fueron transformados en impulsos eléctricos para que pudieran grabarse, primero en alambre y luego en cinta. Así nació la grabación electrónica que permitió el almacenaje de voz y música por un nuevo medio con grandes ventajas como la manipulación y edición de sonido.
A finales de los años 40, la cinta magnetofónica se utilizaba para grabaciones de alta fidelidad. Los aparatos eran grandes y costosos. Nunca pudieron competir con el tocadiscos hasta que en 1963 la empresa holandesa Philips presentó el “audio casete compacto”, un nuevo sistema para almacenar y reproducir audio en cinta magnética. Su bajo costo y su reducido tamaño aseguraron su popularidad.
La masificación de esta nueva tecnología se debió en parte a que Philips cedió libremente la patente. Las empresas Maxell y TDK dominaron el mercado de cintas vírgenes que permitía grabar canciones, programas de radio y la voz. Su ingreso al mundo de la música ocurrió, en 1971, cuando se inventó el casete que combinaba la reducción de ruidos Dolby con una cinta magnética de dióxido de cromo.
En 1974 se vendía en Perú los casetes Agfa y Maxell; así como, productos especiales para limpieza y mantenimiento de los equipos estereofónicos más conocidos como caseteras. Vivir la música sin distorsiones era la promesa de estas marcas hasta que el 1 de julio de 1979 salió al mercado el Walkman de Sony.
Escuchar música en cualquier momento y cualquier lugar era posible gracias a este equipo rectangular, del tamaño de un casete, que funcionaba a pilas. La experiencia se elevaba a otro nivel gracias a los audífonos. Posteriormente, el Walkman tendría un sintonizador de radio AM/FM. Cada modelo se volvería más pequeño y con nuevas funcionalidades como un botón silenciador para escuchar el sonido exterior, el indicador de carga de batería LED y hasta un estuche para llevarlo en el cinturón. Para 1982 el abuelo del Ipod ya estaba en las tiendas peruanas.
Así comenzaría un larga relación entre la industria musical y los fanáticos que coleccionaban casetes e incluso hacían sus propias listas de canciones o “playlists”.
El eterno dilema: casete o cassette
Según la lingüista Martha Hildebrandt, la palabra “casete es una adaptación ortográfica castellana de la raíz francesa cassette (también documentada en inglés)”.
El casete, continúa Hildebrandt, es la “cajita de material plástico que contiene una cinta magnética para el registro y reproducción del sonido”; su derivado casetera es el “dispositivo donde se inserta el casete para su grabación o lectura” (DRAE 2014). De allí que en la lengua coloquial usemos la palabra casetera en referencia a la dentadura postiza. También es muy conocida la frase “se te borró el casete” cuando a alguien se le olvidan las cosas.