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La aparatosa caída de un periodista y veterano de guerra provocada por un policía que le robó el show al presidente De Gaulle en Lima | FOTOS
Fue durante la primera y única visita al Perú del presidente de Francia, Charles de Gaulle, héroe de guerra y símbolo de la unidad de su país durante el segundo conflicto mundial (1939-1945). De Gaulle conoció en setiembre de 1964 al presidente peruano Fernando Belaunde Terry, pero no era seguro que conociera al hombre de prensa italiano que cayó pesadamente desde las rejas del nuevo aeropuerto de Lima.
Recibido por el público peruano como un héroe de guerra más que como el presidente de Francia, acompañado por el primer mandatario peruano Fernando Belaunde Terry desde el aeropuerto internacional “Lima-Callao en carro cubierto, y desde el Paseo Colón -hasta Palacio de Gobierno- en uno descapotado, Charle de Gaulle era la estrella de ese 25 de setiembre de 1964. Ese día en que arribó al Perú, también fue declarado huésped ilustre de Lima por el alcalde Bedoya Reyes. Sin embargo, un reportero gráfico de la agencia AP, iba a convertirse -sin desearlo- en el centro de la noticia, al menos por un breve tiempo.
Ese 25 de setiembre de 1964 cayó viernes, y mientras Lima era invadida por cientos de pelicanos hambrientos que no encontraban anchovetas en el mar, cientos de chalacos y limeños se movilizaron al nuevo terminal aéreo “Lima-Callao” (el futuro “Jorge Chávez”) para esperar el avión del presidente francés Charles de Gaulle, el héroe de la Segunda Guerra Mundial que llegaba de visita oficial al país.
Pero el primer avión que aterrizó en el aeropuerto no fue el de De Gaulle. Fue uno muy diferente. Se trataba de un DC-6-B, que transportaba a 40 periodistas europeos, la mayoría franceses. Era la primera nave de una comitiva que aterrizaría tres aviones pertenecientes al “Grupo Aéreo Presidencial del General Charles de Gaulle”. (EC, 26/09/1964)
Los relojes de los inquietos limeños marcaban las 3 y 15 de la tarde, cuando vieron llegar ese primer avión cargado de algo más peligroso para el poder que un ejército: cuatro decenas de periodistas de los más diversos medios televisivos, radiales y de prensa escrita de Europa. La nave era parte de los Transportes Militares de la Fuerza Aérea Francesa (FAF).
Los hombres de prensa descendieron en “fila india” y apurados, muy apurados porque deseaban registrarse de una vez y tomar posiciones ante el inminente arribo del avión presidencial. En el registro, recibieron la ayuda de la Cancillería peruana, pues esta determinó que el sellado de sus pasaportes fuera casi inmediato.
Mientras el avión que los había traído parqueaba en la Base FAP “Callao”, fuertemente custodiada por las fuerzas armadas peruanas, el grupo de periodistas se afanaban en colocarse en la mejor posición posible para captar la noticia de la llegada de Charles de Gaulle e informar a sus medios de la manera más rápida y efectiva posibles.
CHARLES DE GAULLE LLEGÓ AL NUEVO AEROPUERTO INTERNACIONAL LIMA-CALLAO
El presidente francés Charles de Gaulle estaba de gira por Latinoamérica (la gira duraría 26 días), y venía de visitar varios países. En Sudamérica fue una sorpresa el recibimiento en Caracas (Venezuela), informaron los periodistas de la comitiva, pero lo que se vivió en el Perú fue otra cosa. Simplemente “magnifique”.
Incluso un observador neutral como Alex Brauer, el enviado especial de la Televisión Anglo American y de la Columbia Broadcasting Sistem (CBS), señaló, sonriente y sorprendido, que el recibimiento “más caluroso y afectuoso ha sido el de Lima (…). Aquí en el Perú, la gente demostraba que el cariño que sienten por Francia es grande”. (EC, 26/09/1964)
“El avión presidencial francés lleva el Nº 141 y está al mando del ‘as’ de la aviación militar gala: Comandante Billot, que posee más de 20 mil horas de vuelo, muchas de ellas en combate”, decía El Comercio del día siguiente. El despliegue de la seguridad policial fue impresionante en el terminal aéreo del Callao.
El presidente De Gaulle había llegado a la capital peruana junto a su esposa Yvonne de Gaulle. Ellos fueron recibidos por el mismísimo presidente peruano Fernando Belaunde Terry.
LA DURÍSIMA CAÍDA DEL REPORTERO GRÁFICO DE ASSOCIATED PRESS PUDO SER FATAL
Un minuto después de que De Gaulle diera la mano a Belaunde, una desgracia ocurría a unos metros de ellos; a la altura de las rejas que separaban a los dignatarios de los agentes de prensa peruana y extranjera. Con un salto felino, el italiano Francisco Mattioli, jefe de los reporteros gráficos de Associated Press (AP) para Sudamérica, “trató de ganar la reja metálica que separa la pista de aterrizaje del exterior del Aeropuerto Internacional”. (EC, 16/09/1964)
Un agente de la Guardia Civil, al tratar de impedir su propósito de superar la valla, le dio en las piernas con una vara, lo que provocó la abrupta caída del hombre de prensa, desde una altura de dos metros. Mattioli terminó con una fractura expuesta de tibia y peroné. Debieron operarlo de emergencia en una clínica.
Mattioli no guardó resentimiento contra el agente policial peruano; lo consideró como un accidente del oficio. El reportero debió ser hospitalizado en la Clínica Americana, en San Isidro, donde ocupó un cuarto. Desde allí el experimentado reportero gráfico de AP declaró a El Comercio: “Tenía los minutos contados para despachar las placas fotográficas con las imágenes del presidente Belaunde y del presidente De Gaulle”. De esta forma, restó culpa al celoso Guardia Civil.
“No culpo a la policía. Casi no hay policía en el mundo que comprenda el valor de la noticia y su oportuna llegada a las imprentas de los diarios para que los lectores puedan enterarse al día siguiente de los principales sucesos del mundo como el de ayer”, subrayó Mattioli, natural de Roma, de 43 años, casado y con residencia en Buenos Aires, Argentina.
El enviado de AP era un destacado fotógrafo y jefe fotógrafos. Desde la capital bonaerense coordinaba el trabajo regional de los reporteros gráficos de Associated Press (AP). “Pero alcancé a despachar la noticia”, aclaró, con un magnifico sentido del humor, a pesar del dolor que aun sentía echado en esa cama.
Sentía fuertes punzadas aún en la pierna derecha recién operada, no obstante le alcanzó las ganas de contar a El Comercio que, efectivamente, había logrado despachar sus impresiones gráficas con un motociclista que lo esperaba justamente en el lugar de su caída.
El apuro, dijo, estaba justificado. Y es que si bien en Lima eran las 4 de la tarde cuando ocurrió el accidente, en París eran las 10 de la noche. “Y en una hora más, es decir, a las 11 de la noche, los diarios parisinos cierran la edición”, advirtió Mattioli. Finalmente, dijo: “Eso fue lo que me impulsó a no reconocer obstáculo y sin pensarlo dos veces traté de salvar la reja con los resultados conocidos”. (EC, 26/09/1964)
EL COMERCIO NO SE OLVIDÓ DEL FOTÓGRAFO MATTIOLI: LO VISITÓ DÍAS DESPUÉS EN LA CLÍNICA
Mattioli debió dejar su lugar como reportero gráfico de AP a otro colega suyo; se perdió, por lo tanto, lo que restaba de la presencia de Charles de Gaulle en el Perú. De entrada, solo ese sábado 26 de setiembre de 1964, mientras Mattioli se acomodaba la almohada en el cuarto de la clínica, De Gaulle planificaba su día con incursiones al Panteón de los Próceres, a la Escuela Militar, a Torre Tagle (Cancillería), al Congreso de la República y, en la noche, a la cena de honor en Palacio de Gobierno, que le ofrecía el presidente Belaunde Terry.
El domingo 27 de abril de 1964, tras esa agitada jornada, el diario decano envió a un redactor para ver cómo se encontraba el hombre de prensa italiano de AP y saber más de él. El redactor de El Comercio lo halló más recuperado. El descanso seguido de 48 horas le había sentado bien. Mattioli estaba meditando, dijo, porque no pensaba que estaría diez días más en la clínica para su total recuperación, antes de su retorno a Buenos Aires.
“Esto me priva de seguir el itinerario que nos habíamos trazado”, dijo, sin embargo, añadió, hasta aquella circunstancia estaba dentro de las previsiones de su equipo. Su plan de trabajo era muy previsor. Ya relajado, y sabiendo que la cobertura de De Gaulle en Latinoamérica estaba asegurada para su agencia, se sintió en la confianza de contar cosas personales. (EC, 28/04/1964)
Francisco Mattioli empezó en el mundo de la fotografía periodística, luego de haber sido “auxiliar del archivo fotográfico de la AP en Italia”, indicó. “Entonces ganaba 100 dólares que me ayudaban a vivir”, confesó. El hombre de prensa había peleado de joven en la Segunda Guerra, a sus 20 años, y lo que vio en ese tiempo lo marcó para el resto de su vida. (EC, 28/04/1964)
“Esa experiencia despertó en mí esta pasión por perennizar en las placas fotográficas los hechos trascendentales que ocurren en el mundo”, dijo. Mattioli había combatido en África como artillero en una unidad del “Ejercito del Norte de África”, cuyo jefe máximo fue Ítalo Gariboldi, pero que en la práctica era dirigida por el mítico jefe alemán Erwin Rommel, el ‘Zorro del Desierto’, al mando su famoso ‘África Korps’. (EC, 28/04/1964)
Mattioli era un hombre optimista. Aseguró que su corta experiencia militar en la Segunda Guerra le dio disciplina, orden y hasta estrategia en la vida. “Por eso siempre estuvimos antes que los demás y nos retirábamos también después que los otros”, explicó, sonriente. (EC, 28/04/1964)
Mientras explicaba todo ello, la enfermera le dio un telegrama que el fotógrafo en recuperación leyó con avidez. Entonces dijo, emocionado: “Es del presidente de la Associated Press en Nueva York… Me da toda su simpatía”. (EC, 28/04/1964)
Completamente satisfecho, Mattioli abrió su memoria a El Comercio y se animó a contar historias de sus comisiones periodísticas. En una de ellas terminó en medio de la caravana del presidente estadounidenseDwight Eisenhower y del Rey Pablo de Grecia, en la propia Atenas. Todo fue por el apuro en llegar primero en dar la noticia, y cuando ya las sirenas de los autos oficiales le advirtieron de su osadía, un oficial ateniense se apiadó de él y le dejó pasar adelante.
Entoncescontó que esa vez se enrumbó a más de 100 km/h., y logró dar la noticia mucho antes que sus colegas. “Los meridianos del mundo siempre están haciendo correr al periodista”, fue lo último que dijo el reportero gráfico de AP, sin dejar de sonreír nunca. (EC, 28/04/1964)
Francisco Mattioli era un verdadero hombre de prensa, un ser hecho para el periodismo, y como tal detestaba ser él la noticia. Lo fue sin querer esos días de setiembre de 1964 y, bueno, lo aprovechó para hacer un alto y de paso para contar algo de su vida que, al final de cuentas, resultó ser más interesante que la de muchos a quienes seguía por la noticia. Siempre la noticia.
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