Ciro Alegría a 54 años de su muerte: los secretos de un autor que se negaba a usar la máquina de escribir
Según contó la esposa del escritor a El Comercio en 1995, su trabajo literario siempre fue escrito a mano. La máquina quedaba reservada para la labor periodística. Ciro Alegría falleció un día como hoy de 1967 tras hacer que los peruanos nos sintiéramos orgullosos de nuestros orígenes y tradiciones.
La madrugada del 17 de febrero de 1967 el corazón del escritor peruano Ciro Alegría Bazán se detuvo. Horas antes el autor de “El mundo es ancho y ajeno” realizaba sus actividades con total normalidad. Nada hacía presagiar que un infarto privaría al Perú de una de las mentes más lúcidas y brillantes del siglo XX.
Ciro Alegría logró que sus lectores nacionales se sientan orgullosos de su geografía, de sus tradiciones, en resumen, de ser peruanos. Por ello la noticia de su muerte causó gran pesar en la sociedad de aquella época.
“Sorpresivamente, pues no tenía antecedentes de enfermedades cardíacas, poco después de la madrugada de ayer le falló el corazón al escritor y periodista Ciro Alegría, cuando se encontraba en su residencia de los Robles 220 en Chaclacayo”, informaba El Comercio en su primera plana del 18 de febrero de ese año.
Acompañaba el artículo periodístico una fotografía tomada tres días antes cuando Alegría Bazán dictaba un curso sobre literatura, organizado por el Instituto de Cultura Hispánica.
Una serie de homenajes póstumos fueron preparados rápidamente en el local de Acción Popular y el Congreso. Cabe recordar que Alegría fue diputado del partido de la lampa por el departamento de La Libertad. Por decisión del entonces presidente Fernando Belaunde los restos del escritor y periodista fueron enterrados con honores de ministro de Estado. Además recibió las Palmas Magisteriales en el grado de Amauta.
El proceso creativo de Alegría
En 1995 Dora Varona, su viuda y biógrafa, concedió una entrevista al decano con motivo del onomástico 87 del escritor. Uno de los pasajes más interesantes es el relacionado a la creación literaria, ese delicado proceso que cada escritor desarrolla a lo largo del tiempo. En aquella ocasión, Dora Varona explica cómo descubrió ese proceso gracias a los archivos del escritor.
“El periodismo lo hacía directamente en su máquina de escribir, mientras el proceso que seguía para un poema, cuento o novela, comenzaba en su mente. Escribía a mano, en hojas sin rayas generalmente; aunque en las vacas flacas llegó a escribir hasta en las bolsas del mercado, que eran pocas por cierto, o en páginas ya usadas por una cara, que le alcanzaban sus pocos amigos.
Revisando sus archivos descubrí que el proceso que seguía, una vez hallado el argumento, era el siguiente:
1.- Escribía a mano.
2.- Corregía infinidad de veces en el mismo manuscrito, hasta convertir el original en una maraña que sólo yo entendía, según afirmaba él.
3.- Me hacía pasar a máquina lo escrito.
4.- Corregía el primer original a mano y me lo hacía tipear de nuevo. En la mayoría de los casos esta nueva copia era corregida igualmente a mano, y la mandaba en este estado a la imprenta”.
Hoy más que nunca deberíamos redescubrir la obra literaria de Ciro Alegría, encabezada por “La serpiente de oro” y “El mundo es ancho y ajeno”.