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Por un tema sonoro o por las ganas de la prensa de quedarse con el nombre más extraño, terminó por ser “Clímaco Basombrío”, sin el Juan. Fue popular como “El asesino del martillo” o “El loco del martillo”, o “El diablo del martillo” como también se le conocía. Su crimen en la casa de un amigo suyo, la de la familia Brenes, en Surco, el 7 de julio de 2001, marcó a toda una generación que comenzaba a vivir el siglo XXI. El motivo del brutal asesinato aún sigue siendo un misterio.
Nada hacía presagiar el horror. Juan Clímaco Basombrío Pendavis, de 19 años, había sido un estudiante taciturno y aplicado, aunque no brillante, durante su primaria y secundaria. Pese a estar apegado a la religión católica, inculcado por su familia (fue acólito y catequista), y no mostrar signos evidentes de desequilibrio mental, Clímaco tuvo algunos episodios de violencia en su etapa escolar. Sin embargo, ese sábado 7 de julio de 2001, tal imagen de “buen chico” se desmoronó, revelando una oscuridad latente en él.
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A las dos de la tarde de ese día, Clímaco llegó al departamento de la familia Brenes, en el tercer piso de la calle Trinitarias Nº 100, urbanización Las Gardenias, Surco. Allí se reunió con Sebastián Brenes Hague (‘Teba’), de 18 años, y Carlos Lescano Menéndez, de la misma edad; ambos ex compañeros del Colegio Santa María, donde Clímaco había estudiado becado.
Lilian Hague, la madre de ‘Teba’, lo vio entrar. Ella, una mujer profundamente creyente y divorciada, lo conocía desde hacía unos años. Poco después de su llegada, la señora Hague salió a reunirse con su tía en Miraflores para hacer compras de artesanías.
Clímaco Basombrío fue al cuarto de su amigo Sebastián Brenes, quien le dio una buena noticia: había ingresado a la Universidad San Ignacio de Loyola. Mientras ‘Teba’ celebraba su ingreso, Clímaco solo mostró una media sonrisa, una reacción indiferente y habitual para su amigo cachimbo. Minutos después llegó Carlos Lescano, quien felicitó a Sebastián. Ambos decidieron tocar algo de música en la azotea del condominio, formaban parte de la banda de rock “Canchita Serrana”. Clímaco los siguió.
Ese día, Clímaco parecía ausente. Dijo que la música le provocaba dolor de cabeza y decidió bajar. Su comportamiento errático y distante pasó desapercibido entre sus amigos. Subía y bajaba de la azotea sin levantar sospechas, aunque algo oscuro se gestaba en su mente.
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Todo cambió cuando Clímaco Basombrío no volvió a subir, y sus amigos bajaron aprisa al escuchar los gritos de Alexandra, la hermana menor de Sebastián. Pero había otra víctima cuyos gritos no se oyeron: Ida Agusta Merino Alburqueque, de 28 años, empleada del hogar. Según el atestado policial de esos días, Clímaco habría intentado ultrajarla, pero ella se resistió y así se desató su descontrolada frustración y furia homicida. Sin embargo, esta versión perdería peso.
Ida Merino fue la primera víctima de los golpes de martillo de Clímaco Basombrío. Recibió impactos en el hombro, espalda y cabeza, siendo arrastrada a su pequeño cuarto mientras pedía ayuda. Clímaco continuó golpeándola hasta dejarla inconsciente. Su silencio, finalmente, la salvó, ya que el agresor la dejó cuando la vio ensangrentada y casi sin moverse.
Con el martillo escondido bajo su camiseta, Clímaco Basombrío se dirigió al baño para limpiarse. Cuando estaba a punto de regresar a la azotea, Alexandra Brenes, de 16 años, lo confrontó; ella le interrogó sobre lo sucedido. Clímaco mintió, dijo que Ida había caído por las escaleras. Alexandra, dudosa, intentó ir a verificar si era verdad lo que el amigo de su hermano le decía, pero Clímaco la sujetó violentamente de un brazo. Alexandra sintió pánico y comenzó a gritar.
Clímaco se abalanzó sobre ella, golpeándola, aunque no al punto de dejarla inconsciente como a Ida. La joven intentó defenderse, pero Basombrío la atacó brutalmente con su martillo. Sus gritos de desesperación fueron escuchados por su hermano Sebastián y por Carlos Lescano, quienes bajaron de la azotea rápidamente. Mientras, Clímaco intentaba silenciar a Alexandra colocándole una almohada en su rostro y golpeándola hasta que sus gritos cesaron.
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Cuando Sebastián y Carlos llegaron al cuarto, encontraron a la joven ensangrentada, víctima de unos 44 martillazos, según indicó la autopsia. Entonces Clímaco los recibió con nuevos golpes de martillo, iniciando una feroz pelea entre los tres. Durante la lucha, Sebastián Brenes, ya muy golpeado, se dio cuenta de que Clímaco intentaba dirigirse a la cocina, probablemente en busca de cuchillos. Logró esquivar a su agresor y, al ver que Carlos estaba perdiendo fuerzas, decidió salir a buscar ayuda.
Sebastián tuvo suerte al encontrar al guardián de la cuadra, quien, junto con Carlos, logró detener al furioso Clímaco Basombrío. Minutos después, el serenazgo y la Policía llegaron al lugar para controlar la situación y arrestar al “supuesto homicida”.
CASO CLÍMACO BASOMBRÍO: PRIMEROS AVANCES DE LA INVESTIGACIÓN Y PALABRAS DEL ASESINO
Pasó unos días en la Comisaría de Chacarilla del Estanque (Surco). Ya para entonces todo el mundo lo conocía como “El asesino del martillo”. Clímaco Basombrío fue trasladado bajo estrictas medidas de seguridad al Penal de San Pedro, ex Lurigancho. Entre el 7 y el 9 de julio de 2001, los peritos de la PNP le realizaron diversos exámenes, y 15 días después, el 24 de julio se reveló que había consumido cocaína el día del crimen.
Durante esos primeros días, Clímaco Basombrío no mostró signos de arrepentimiento ni compasión por sus víctimas. Aunque taciturno, negó ser un consumidor habitual de cocaína, pese a las pruebas y evidencias que confirmaban su consumo. “Me obnubilé. No sé qué pasó. Ataqué por algo instintivo que nació en mí. Pero soy consciente de lo que he hecho”, dijo el 10 de julio del 2001, en la División de Homicidios de la PNP.
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Un detalle crucial revelado por el atestado policial fue la procedencia de los guantes y la soguilla que Clímaco llevaba consigo ese día mortal. “Basombrío dijo que llevaba los guantes de jebe y el cordón de nailon porque se había olvidado de dejarlos en casa, pues los primeros eran para lavar la vajilla y el cordón para hacer ejercicios”. (EC, 11/07/2001)
Uno de los especialistas que primero se pronunció sobre el caso fue el psicoanalista Fernando Maestre, quien dijo que el homicida de Alexandra Brenes sufría de “una psicosis paranoica, con 5 ó 4 años de existencia, que nadie observó antes. Esta enfermedad no se adquiere de la noche a la mañana. Debe haber presentado trastornos que no fueron detectados a tiempo (…). Es poco probable que haya actuado bajo los efectos de drogas o licor”, dijo. (EC, 11/07/2001)
Mientras el caso de Clímaco Basombrío se convertía en un tema de conversación en las calles, mercados y medios de comunicación, Alexandra Brenes era enterrada en medio del dolor familiar; e Ida Merino permanecía en coma en el Hospital Casimiro Ulloa, con múltiples fracturas en el cráneo. Su diagnóstico era preocupante: traumatismo encéfalo-craneano severo.
Ante la Policía, Clímaco solo recordaba lo que le había hecho a Alexandra Brenes, mientras que casi no mencionaba a Ida Merino. Ante la fiscal provincial Elizabeth Grossman Casas, confesó que estaba “fuera de sí” durante el asesinato de Brenes. Aparte de su declaración judicial, Clímaco evitó hablar con familiares o amigos, limitando su contacto al religioso Jorge Roos de la iglesia Santa María Reina en San Isidro.
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El 10 de julio de 2001, Clímaco Basombrío fue conducido a la Carceleta del Palacio de Justicia. El 13 de julio, la PNP confirmó que el martillo, los guantes y la soga habían sido llevados a la casa de los Brenes por el propio Clímaco. Para los investigadores, este hallazgo indicaba premeditación en el crimen, descartando un rapto de locura momentánea.
En cuanto al arma homicida, se determinó que no era un simple martillo doméstico, sino uno utilizado por “planchadores de carros y mecánicos”, un tipo de martillo que no pertenecía a la familia Brenes. Los guantes de jebe, comúnmente usados para lavar ropa, y la soga que Clímaco llevaba consigo, estaban nuevos y sin señales de uso. En su declaración inicial, el homicida afirmó que portaba estos utensilios “porque había lavado ropa el día anterior y la soguilla de nailon era para hacer ejercicios”. Otra declaración reiterativa del inculpado fue que todo había ocurrido por “un intempestivo ataque de furia criminal”, indicó El Comercio. (EC, 14/07/2001)
Según los agentes de la Policía, los suboficiales Hugo Zavala Távara y Jesús Sánchez Villacorta, que lo trasladaron inicialmente a la Comisaría de Chacarilla, el joven Basombrío repetía entre lágrimas cada vez que se le preguntaba por su crimen que “no recordaba nada”. En un momento, llegó a afirmar que el verdadero culpable era Satanás y añadía: “Háganme un favor, desaparézcanme”. (EC, 14/07/2001)
La confusión dominaba las declaraciones de Clímaco Basombrío. Incluso su abogado en ese momento, Luis Felipe Cortez, no podía garantizar la coherencia del testimonio del acusado. “Todavía no encuentra un orden, una secuencia para poder decir que esto ocurrió así. Lo que él tiene son como fotografías de secuencias y podemos ir gradualmente ordenando ideas”. (EC, 14/07/2001).
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Una semana después del brutal ataque en la casa de los Brenes, en Surco, tanto la Policía como la prensa ya habían respondido a las preguntas clave: ¿Quién mató a quién? ¿Cuándo y dónde ocurrió? ¿Con qué arma y a qué hora? Aunque muchos detalles se iban aclarando, aún permanecía la interrogante fundamental: ¿Por qué sucedió ese crimen? ¿Qué llevó a Clímaco Basombrío a asesinar a Alexandra Brenes Hague, atacar gravemente a la empleada Ida Merino y agredir a sus amigos Sebastián Brenes y Carlos Lescano?
En julio de 2001, la preocupación por entender el motivo detrás de tanta violencia era palpable. Una de las principales hipótesis en Homicidios de la PNP en ese mes sugería que Clímaco Basombrío había asesinado primero a Alexandra, y después había atacado a Ida Merino. Se especulaba que Clímaco, después de probarse una corbata en la habitación de Sebastián Brenes, ingresó al cuarto de Alexandra y, al ser rechazado, la agredió con el martillo.
Sebastián, el hermano de Alexandra, se recuperaba en la Clínica San Borja de los dos golpes de martillo que había recibido, y que le trajo como consecuencia lesiones craneales de mediana complejidad. En dicha clínica, ‘Teba’ permaneció diez días internado. Cuando salió de alta, declaró: “No puedo explicar lo que sucedió... No sé lo que le pasó”, en referencia a la conducta inexplicable de Clímaco Basombrío. (EC, 18/07/2001)
La estrategia de defensa del criminal se hacía evidente: durante la primera semana tras el crimen, los familiares del acusado, incluida su madre, María del Carmen Pendavis, que había regresado del extranjero, evitaron hablar con la Policía. Su abogado Luis Felipe Cortez insistió en que antes de proceder con el juicio, Clímaco debía ser evaluado en un centro psiquiátrico. La defensa buscaba obtener un atenuante de salud mental para favorecer al joven acusado.
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Juan Clímaco Basombrío enfrentaba una posible condena de hasta 25 años de prisión. La familia Brenes e Ida Merino, como partes civiles afectadas, esperaban no solo el esclarecimiento completo de los hechos sino también que las autoridades peruanas aseguraran una justa administración de justicia.
CASO CLÍMACO BASOMBRÍO: INICIO DE LA INSTRUCTIVA Y LO QUE DIJERON LOS PSIQUIATRAS
El 19 de julio de 2001, en medio de una avalancha de notas en los medios que condenaban el violento acto criminal de Clímaco Basombrío -con excepciones que minimizaban el caso al referirse al “chico Basombrío” y su “mundo interior intenso”- este ofreció su primera declaración instructiva en el Penal de Lurigancho. Lo hizo con una actitud de indiferencia frente al juez Marco Tejada Ortiz.
La Policía había confirmado que Fidel Huayta Guardia, el vigilante de la calle Trinitarias, fue quien desarmó a Clímaco y evitó una tragedia aún mayor. El forzudo Huayta redujo a Clímaco cuando este peleaba con Carlos Lescano. Él también testificó ante el juez Tejada Ortiz, y allí contó que hasta había recibido amenazas para no revelar lo que había visto en la casa de la familia Brenes, ese sábado 7 de julio de 2001.
El 1 de agosto, Jesús Sánchez Villacorta, jefe de la Unidad de Serenazgo de Surco, que intervino en la emergencia y alertó a la Policía, también testificó ante el juez. Durante ese mes, se realizaron numerosas pesquisas y declaraciones, que llevaron a nuevas pistas y circunstancias. Además, surgió una versión, desde la defensa de Basombrío, que indicaba que Sebastián Brenes y Carlos Lescano habían drogado a Clímaco (una versión luego desmentida judicialmente). En otra versión, más extraña aún, aparecía una mujer llamada “Carmen” que habría proporcionado a Clímaco el martillo para que atacara a Alexandra Brenes. El supuesto motivo: celos.
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El juez Tejada Ortiz realizó -el 6 de agosto de 2001- una inspección ocular en la escena del crimen y denunció que se habían movido los muebles y hecho limpieza sin autorización, lo que, según el juez, podría perjudicar la investigación. “En lugar de preservar huellas, la policía ha limpiado y reorganizado la casa”, comentó el juez antes de retirarse.
Un mes después, el 4 de septiembre de 2001, se llevó a cabo el primer careo entre Clímaco Basombrío y sus ex amigos Sebastián Brenes y Carlos Lescano. La sesión, que duró de nueve de la mañana a cinco de la tarde, no resolvió las discrepancias sobre el “uso de drogas”. Además, el acusado mostraba “vacíos de memoria” cada vez que debía contar lo que realmente había ocurrido.
El 10 de septiembre de 2001, se realizó la reconstrucción del crimen de Alexandra Brenes. “El asesino del martillo” mostró una sorprendente tranquilidad y sonrió mientras describía los eventos con detalle. El 29 de septiembre, el juez Marco Tejada Ortiz ordenó el embargo de los bienes de Clímaco Basombrío por 50 mil soles, como compensación por los daños causados a la familia Brenes y a la empleada Ida Merino.
El Comercio publicó extractos del informe psiquiátrico, que logró concluirse tras numerosas entrevistas con el acusado. La pericia psiquiátrica a la que se allanó Clímaco confirmó que este era una persona consciente de sus actos y que tenía “rasgos histriónicos”. Según los psiquiatras, el acusado mostraba actitud y no admitía sentimientos, observándose “frialdad e indiferencia emocional respecto a los hechos materia de su internamiento”. (EC, 21/10/2001).
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En cuanto a su personalidad o forma de ser, “El diablo del martillo” presentó las siguientes características: “No experimenta sentimientos de culpa, falta de autocrítica, con habilidad para justificar su comportamiento. Tiene facilidad de convicción, no prevé el futuro, impredictibilidad de sus actos, reacciones desproporcionadas al estímulo, no tiene un plan de vida organizado; egocentrismo, frialdad afectiva, agresividad e impositividad de sus actos; no muestra interés por los demás, sus relaciones sociales son superficiales, baja tolerancia a la frustración, un bajo umbral para descarga de su agresividad dando lugar, incluso, a comportamientos violentos. Inestabilidad que lo lleva al inconformismo, irresponsabilidad, insensibilidad. No prevé las situaciones”. (EC, 21/10/2001)
Era un cuadro completo de Juan Clímaco Basombrío Pendavis. Pero había más: “El trastorno de personalidad disocial se caracteriza por un patrón de conducta antisocial, continuo y claro desde la niñez hasta la adultez y evoluciona prácticamente sin interrupciones y se tipifica por la violación de los derechos ajenos”, señalaba el informe de los peritos.
Después de la evaluación, los especialistas manifestaron que “la persona evaluada no presenta alteraciones psicopatológicas (enfermedades psíquicas o mentales) que induzcan a pensar que padece de algún trastorno mental que lo aleje de la realidad, siendo consciente de los actos que realiza”. La Policía ya tenía el perfil psicológico completo.
CASO CLÍMACO BASOMBRÍO: EL PROCESO JUDICIAL SE DILATÓ
En el verano de 2002, el caso de “El asesino del martillo” avanzaba con lentitud en el ámbito judicial. Sin embargo, el 14 de febrero, la Cuadragésima Cuarta Fiscalía Provincial de Lima presentó un dictamen clave, en el que Clímaco Basombrío fue declarado responsable del delito de “homicidio calificado” por haber asesinado a la menor Alexandra Brenes con un martillo.
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Aunque se esperaba que el juicio oral comenzara en ese momento, no ocurrió así ni siquiera al cumplirse el primer año del hecho criminal, en julio de 2002. Todos conocían al culpable del crimen, pero no se le podía declarar “legalmente” como autor, puesto que el proceso judicial seguía estancado. (EC, 14/07/2002)
El caso seguía un patrón común de retrasos en el sistema judicial peruano. Se produjeron varias ampliaciones del periodo instructivo, es decir, la primera etapa del proceso ordinario de investigación. Cada una de estas ampliaciones duraba 60 días. La última había ocurrido el 11 de junio de 2002, lo que indicaba que el expediente no sería elevado a la Sala de Reos en Cárcel hasta mediados de agosto de 2002, cuando finalmente se inició la segunda etapa del proceso. (EC, 14/07/2002)
Luis Lama Puccio, abogado de la familia Brenes, explicó que la demora se debía esta vez a la ratificación de las pericias biológica, psiquiátrica y psicológica de Clímaco Basombrío. La defensa del acusado aprovechó la situación, para solicitar una serie de pruebas médicas adicionales para su cliente, lo que también contribuyó a los retrasos. Mientras el proceso legal seguía en su fase preliminar, la defensa de Ida Merino, quien había decidido mudarse a Sullana, Piura, para estar con su hermana, exigía una reparación civil de medio millón de soles por los daños físicos y emocionales que Merino había sufrido. Su abogado, Julio Quintanilla, dejaba la sanción penal en manos del Estado.
El 15 de julio de 2002, el forense Víctor Maúrtua Vásquez declaró que el crimen fue “simplemente brutal”. Al revisar el protocolo de autopsia, explicó que los golpes no solo se dirigieron a la cabeza, sino también al cuello, la cadera y los brazos. “Cada golpe fue mortal”, afirmó sin titubear. (EC, 16/07/2002)
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CASO CLÍMACO BASOMBRÍO: EMPEZÓ A VERSE LA LUZ Y LA JUSTICIA. VEREDICTO
Pero los meses pasaron. El 25 de octubre de 2002, Juan Clímaco Basombrío, acusado de asesinar a martillazos a Alexandra Brenes, fue declarado culpable por la jueza Cecilia Polack del Cuadragésimo Cuarto Juzgado Penal de Lima. Solo un mes después, el 26 de noviembre, la Novena Fiscalía Superior de Lima solicitó una condena de 35 años de prisión para el homicida.
A medida que el caso avanzaba hacia el juicio oral, las autoridades judiciales ampliaron la detención de Clímaco Basombrío por 20 meses más, debido a las complejidades del caso. En la primera audiencia, realizada el 20 de enero de 2003 ante la Segunda Sala Penal para Reos en Cárcel, ubicada en el penal de Lurigancho, el acusado alegó que sus amigos Sebastián Brenes y Carlos Lescano lo habían drogado, echándole cocaína en una gaseosa la tarde del crimen, el 7 de julio de 2001.
Quedó constancia de parte de las autoridades judiciales que ese detalle de los hechos -los amigos drogándolo a escondidas- no había sido mencionado por Clímaco durante los largos interrogatorios policiales anteriores. (EC, 21/01/2003)
“Estoy seguro de que me pusieron algo en la bebida, probablemente como una broma. Ellos también tienen culpa, si no, no estaría aquí”, declaró Clímaco. Por su parte, Carlos Lescano negó las acusaciones y dijo que nunca había consumido cocaína. Sí admitió algo: “Marihuana sí, pero no esa tarde”. Lescano respaldó su versión con los peritajes toxicológicos.
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Un momento clave de esa primera sesión oral fue cuando Clímaco Basombrío admitió oficialmente, y quedó registrado en actas, que él fue el autor del asesinato de Alexandra Brenes. Sin embargo, siguió señalando que no recordaba los detalles de lo sucedido aquel día.
Durante la audiencia, Basombrío mostró una actitud displicente, sonriendo a los magistrados mientras respondía a las preguntas, lo cual para los especialistas revelaba su falta de remordimiento. A 18 meses del asesinato, el acusado entraba en contradicciones, sin poder explicar claramente cómo obtuvo los guantes de jebe y la soguilla nuevos que trajo consigo al lugar del crimen. Además, siguió insistiendo en que el martillo era propiedad de la familia Brenes, una afirmación que ya había sido suficientemente refutada por la investigación policial.
Clímaco Basombrío se quedaba sin argumentos. “¿Qué tiene que decir ante los cargos?”, le preguntó ayer el fiscal. “Estoy arrepentido”, respondió el acusado. “¿Y cómo fueron los hechos?”, siguió preguntando. “No me acuerdo. Solo tengo como fotografías en la cabeza”, contestó”. (EC, 21/01/2003)
Las “fotografías” que tenía en la cabeza mostraban momentos específicos. Clímaco contó que veía en una que estaba cerca de la empleada Ida Merino, y en otra que forcejeaba con Sebastián Brenes por el martillo... Sin embargo, no recordaba el asesinato de Alexandra Brenes. En el atestado policial, el acusado había detallado los golpes que dio a Merino y que, posteriormente, fue al baño a lavarse las mano. Era una de las muchas inconsistencias en su versión de los hechos.
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Clímaco Basombrío enfrentaba cargos de homicidio calificado, delitos contra el cuerpo, la vida y la salud, y lesiones simples. Eso estaba claro. Pero el juicio oral se alargó finalmente debido a contratiempos como las inasistencias tanto de la víctima Ida Merino, quien se había trasladado a Sullana para su recuperación, como de testigos claves como Sebastián Brenes, quien estaba en EE.UU., y el vigilante Fidel Huayta Guardia.
Durante los encuentros o choques en el juicio oral, los peritos de psicología forense y los abogados se enfrentaron en debates acalorados. En esa etapa, el acusado guardó absoluto silencio. Finalmente, los especialistas determinaron que este no padecía de una enfermedad mental sino que tenía un “trastorno de la personalidad”. Según el informe de El Comercio, Juan Clímaco Basombrío era un psicópata, caracterizado por su “desprecio y violación de los derechos de los demás”. (EC, 04/02/2003)
El 5 de febrero de 2003, dos semanas después del inicio del juicio oral, el fiscal superior Mario Barrón Cema solicitó 25 años de cárcel para Clímaco Basombrío, al considerar que su conducta el día del crimen reveló que actuó con pleno dominio de sí y con alevosía. Al escuchar ese pedido, la expresión del acusado cambió.
Como indicaron los cronistas de entonces, cuando su abogado le pidió que hablase “su voz apenas se escuchaba en la sala de audiencias del penal de Lurigancho, tanto que se le pidió hablar más fuerte. La figura de Juan Clímaco Basombrío Pendavis parecía la de un joven tímido, asustado. No la de un criminal despiadado que la prensa bautizó como el ‘Asesino del Martillo’”. El fiscal superior pidió una reparación total de 161 mil soles para los deudos (70 mil para la familia Brenes, 70 mil para Ida Merino, 20 mil para Sebastián Brenes y mil para Carlos Lescano). (EC, 06/02/2003)
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El anuncio del veredicto se fijó para el 12 de febrero del 2003. Ese día, la Segunda Sala Penal para Reos en Cárcel sentenció a Juan Clímaco Basombrío a 20 años de cárcel, por los cargos de homicidio calificado, delito contra el cuerpo, la vida y la salud y lesiones graves y leves. Además del pago de 70 mil soles como reparación civil a la familia de Alexandra Brenes, 100 mil soles a Ida Merino, tres mil a Sebastián Brenes y 500 soles a Carlos Lescano.
¿Por qué la Sala Penal no tomó en cuenta los 25 años solicitados por la Fiscalía? La Sala manifestó que había considerado tres factores atenuantes de culpabilidad: 1) Que el acusado haya tenido 19 años al momento de cometer el crimen; 2) Que haya estado bajo los efectos de la cocaína; y 3) Que haya presentado un cierto grado de psicopatía. Para aumentar la indemnización a favor de Ida Merino, la Sala tomó en cuenta los numerosos gastos del tratamiento a la que estaba sometida.
Todos apelaron. Los Brenes pidieron una mayor indemnización, ya que ellos habían sido los más perjudicados con un hijo herido y otra hija asesinada. Razones no les faltaba. Pero también apelaron la sentencia el fiscal superior Mario Barrón Cema, que insistía en los 25 años de prisión; y apelaron además los propios Basombrío, cuya defensa acusó a la Sala Penal de asumir “normas derogadas para aplicar la pena”. Por ese motivo el caso pasó a la Corte Suprema de Justicia. Según la sentencia de la Segunda Sala Penal para Reos en Cárcel, Juan Clímaco Basombrío debía salir libre recién en el 2021.
CASO CLÍMACO BASOMBÍO: EL TRAMO FINAL
El 27 de mayo de 2003, la Primera Fiscalía Suprema Penal ratificó la sentencia de 20 años de prisión para Juan Clímaco Basombrío por el asesinato de Alexandra Brenes y el intento de homicidio de Ida Merino, Sebastián Brenes y Carlos Lescano. Sin embargo, menos de dos meses después, el 10 de julio de 2003, la defensa de la familia Brenes solicitó aumentar la pena de 20 a 35 años, (como había pedido el Ministerio Público), argumentando que el homicida Clímaco Basombrío era un grave peligro para la sociedad.
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La Corte Suprema revisó todas las solicitudes y, el 19 de septiembre de 2003, emitió un veredicto final que no satisfizo a las partes involucradas. Confirmó que Clímaco Basombrío era culpable de homicidio consumado en perjuicio de Alexandra Brenes, de tentativa de homicidio contra Ida Merino, y de lesiones contra Sebastián Brenes y Carlos Lescano.
Sí cambió el monto de la reparación civil para Ida Merino, el cual se incrementó de 100 mil a 400 mil soles debido a las graves lesiones que la dejaron con incapacidades físicas permanentes. “Durante la lectura de la sentencia quedó desvirtuado que Clímaco padeciera trastornos psicológicos que lo hubieran llevado a atacar brutalmente a Ida y Alexandra”. (EC, 21/09/2003)
La defensa de la familia Brenes, descontenta con la sentencia final, expresó su preocupación de que los cambios en el Código Penal desde 2002 podrían beneficiar a Clímaco Basombrío. Según el abogado Luis Lama Puccio, estos cambios podrían permitirle al condenado salir libre en menos de cinco años gracias a los beneficios penitenciarios.
En cuanto a la reparación civil, siguió el curso de casi todas las reparaciones civiles que terminan impagas o casi impagas. El caso de “El asesino del martillo” no fue la excepción. A mayo de 2005, más de un año después de la sentencia de la Corte Suprema, Clímaco Basombrío solo había abonado 170 soles de los 400 mil soles que debía a Ida Merino. (EC, 22/05/2005)
El abogado de Clímaco, Miguel Choquehuanca, argumentó que su cliente no podía pagar la reparación civil mientras no generara ingresos, sugiriendo que el pago se realizaría tras su liberación, gracias a posibles beneficios penitenciarios. El 6 de julio de 2005, Clímaco Basombrío apareció en una entrevista televisiva en el programa “Detrás del Crimen” de Panamericana Televisión. Durante la entrevista, reiteró su falta de memoria sobre el asesinato de Alexandra Brenes y el ataque a Ida Merino, y alegó -nuevamente- haber sido drogado por sus amigos, especialmente por Lescano.
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Asimismo, Clímaco expresó cierto remordimiento por la muerte de la joven Brenes, pero insistió en que su encarcelamiento era consecuencia de la droga que le habían administrado sus supuestos amigos. Estaba claro que dicha entrevista formaba parte de una nueva estrategia de su defensa: buscar su semilibertad.
El 15 de junio de 2006, el juez Walter Castillo Yataco del Juzgado Penal 44 de Lima, rechazó el pedido, ya que Clímaco Basombrío no había cumplido un tercio de su condena, requisito necesario para este beneficio en ese tiempo. (EC, 16/06/2006)
Pero la defensa continuó insistiendo en el pedido de semilibertad en los meses siguientes, con la esperanza de obtener el beneficio cuando Clímaco cumpliera seis años de prisión en julio de 2007. Según informes de febrero de ese año 2007, el Ministerio Público mostraba una opinión favorable sobre el caso, pero se necesitaba el informe positivo del Instituto Nacional Penitenciario (INPE) para proceder con la solicitud. (EC, 09/02/2007)
A pesar de las expectativas de una posible liberación, el condenado continuó en el Pabellón 15 del penal de Lurigancho, trabajando en mantenimiento y limpieza con sus 285 compañeros. Las solicitudes de semilibertad de sus abogados continuaron sin éxito, y Clímaco Basombrío permaneció en prisión.
El 7 de noviembre de 2010, solicitó nuevamente la libertad condicional. Para abril de 2012, dicha solicitud aún estaba en evaluación, “ya que los peritos debían evaluar su estado psicológico y el Ministerio Público debía emitir un pronunciamiento”, dijo el abogado de Clímaco, Germán Small.
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El abogado de los Brener, Lamas Puccio, dijo: “Basombrío no debería tener beneficios porque su delito fue grave y esto generaría un mensaje de impunidad ante la opinión pública”. En tanto, en un programa de televisión se informaba que en los siguientes días algunos de los bienes que poseían la familia del asesino serían rematados para pagar la reparación civil a Ida Merino. (EC, 09/04/2012)
Pero esa reparación civil para Ida Merino nunca llegó. Ella tuvo que sanar física y mentalmente con sus propios recursos. Los Brener se fueron a vivir a los Estados Unidos de América y Juan Clímaco Basombrío no obtendría su semilibertad o libertad condicional. El condenado debió esperar hasta el 8 de julio de 2021, cuando se cumplió su pena de 20 años de prisión. Con mucho hermetismo de por medio, se supo que Clímaco Basombrío salió libre meses después, y que abandonó el país apenas pudo hacerlo durante el 2023.
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