Combate de Angamos: los detalles inéditos que contó el último superviviente de la batalla naval a El Comercio en 1960
La conversación se dio en el Centro Médico Naval, del Callao, en marzo de 1960. Manuel Elías Bonnemaison estaba internado en ese nosocomio tras sufrir un accidente de tránsito un año y medio antes.
Eran los primeros días de marzo de 1960, cuando un relato inédito recorrió las calles de todo el Perú a través de las páginas de El Comercio. Ese día, el diario decano publicó la entrevista que le hizo al entonces alférez de fragata y último sobreviviente del Combate de Angamos, Manuel Elías Bonnemaison.
En la conversación, el veterano, de 95 años de edad, contó cómo eran sus días en el Centro Médico Naval, su formación en la Marina de Guerra del Perú y su experiencia en el monitor Huáscar, bajo el mando de Miguel Grau. Además, narró detalladamente lo que pasó ese trágico 8 de octubre de 1879. Un hecho que lo marcó para siempre.
Actividades de un sobreviviente
La mañana del viernes 4 de marzo de 1960, un cronista de El Comercio llegó hasta el Centro Médico Naval, ubicado en el Callao. Allí lo estaba esperando el entonces alférez de fragata y último sobreviviente del Combate de Angamos, Manuel Elías Bonnemaison. Minutos después, el viejo marino, de 95 años de edad, le contó al reportero del diario decano que en el nosocomio lo mantenían con buen estado de salud física y mental.
También relató que realizaba actividades diarias que lo ayudaban a estar activo y distraído. Esas actividades empezaban muy temprano, cuando su asistente, el cabo Miguel Tapia Robles, llegaba a su cuarto a leerle el diario El Comercio. Luego, lo aseaba y le daba sus medicinas. Cabe resaltar que Bonnemaison se encontraba internado en ese hospital tras sufrir un accidente de tránsito un año y medio antes.
Horas después de desayunar, el marino era trasladado en un auto hasta su departamento, ubicado en el edificio Rímac, en el Centro de Lima. Allí, contestaba la correspondencia que recibía. Una tarea que realizaba después de un breve descanso. Al mediodía, iba a almorzar al Club Nacional, institución de la que era el socio más antiguo. Tras ello, cerca de las tres de la tarde, paseaba por el jirón de la Unión, en donde muchas veces compraba algunas cosas o visitaba a su familia. Luego, retornaba al centro médico chalaco para descansar.
Formación en la Marina de Guerra del Perú
Bonnemaison también reveló que desde niño su sueño era formar parte de la Marina de Guerra del Perú. Por eso, logró ingresar a la institución con tan solo 10 años de edad. “La preparación de nuestros marinos, por aquel entonces, se hacía en dos etapas: la primera, o sea la Escuela Naval Preparatoria, se tenía en el “Meteoro”, transporte que primitivamente fue de bandera norteamericana hasta su adquisición por nuestro país, y la segunda que se daba en “El Marañón”, buque con casco de fierro que fue adquirido durante el viaje del “Atahualpa” y del “Manco Cápac” para reemplazar al remolcador que halaba dichos navíos, pues este fue espoloneado y hundido de modo casual”, narró el marino.
De esta manera, Bonnemaison recibió una formación de acuerdo a las normas de la época, en donde practicó terminología técnica de fragatas y corbetas. Es así como formó parte de los 211 jóvenes que llevaron ese curso. Durante la instrucción, usó uniforme con chaqueta, pantalón y gorra de color azul. Tres años después, se convirtió en aspirante de la Marina. Este puesto lo hizo formar parte de la histórica tripulación del monitor Huáscar, que ya se preparaba para ir a la Guerra con Chile.
La vida en el Huáscar
El sobreviviente del Combate de Angamos confesó que estar en el Huáscar fue duro y muy incómodo. Sin embargo, la valentía de la tripulación hizo superar todas las dificultades: “Las órdenes emanadas del entonces comandante Grau eran cumplidas con voluntad fervorosa, y todos estaban animados por el deseo de encontrarse lo más pronto con el enemigo, de quien se sabía su enorme poderío bélico, pues a raíz de la pérdida del “Independencia”, se preveía el rápido fin del monitor”.
Asimismo reveló cómo era el ‘Caballero de los Mares’ con su tripulación. “Nuestro comandante era sumamente paternal, pese a su rigidez protocolar extraordinaria, porque era un convencido de su profesión, a la que atendía en forma admirable. En todo asunto, Grau tenía el buen juicio de dar la razón a quien verdaderamente la tenía, de modo tal que en toda cuestión de orden interno siempre quedaban las partes satisfechas, dentro del mayor espíritu de justicia y disciplina”, dijo Bonnemaison.
Inmortal combate
Minutos después, el viejo marino recordó con nostalgia algunos de los detalles de ese fatídico 8 de octubre de 1879. Ahí contó que su primer trabajo durante esa batalla fue estar en una de las baterías de la cubierta del monitor Huáscar, bajo las órdenes del teniente Carlos de los Heros. Sin embargo, ese cañón nunca pudo entrar en acción por tener poco alcance y pequeño calibre. De esta manera, pasó a reemplazar los puestos de las bajas de la tripulación peruana.
Luego, narró la reacción que tuvo la tripulación ante la muerte de Miguel Grau: “Al estallar la bomba que arrojó al mar el cuerpo de Grau y llevó su espíritu a la gloria, se sintió en todo el barco un estremecimiento de horror y de pena porque todos teníamos conciencia de haber perdido al gran jefe, al único que podía salvar la situación”. Una desgracia que los impulsó a luchar hasta el final, ocupando puestos indispensables hasta la captura del histórico monitor.
“La campaña del Huáscar es algo que hoy asombra a todos los poderes navales del orbe, que juzgan como un prodigio de valor, de táctica naval y de astucia guerrera, la actitud del almirante Grau. Todo ello lo he podido comprobar en mis peregrinaciones diplomáticas, pues donde quiera que he estado, ya sea en el extremo oriente o en occidente, me ha sido muy satisfactorio recoger laudatorias a la memoria del almirante Grau, juzgado sin disputa como el más grande héroe del mar a través de la historia de todos los tiempos”, dijo Bonnemaison. El longevo sobreviviente también recalcó que él consideraba a su comandante como ‘El santo de los Mares’.
Cabe recordar que tras la caída del Huáscar, el marino fue capturado y recluido en la prisión de San Bernardo, en Chile. Luego, retornó al Perú tras ser canjeado por prisioneros chilenos. Años después, en octubre de 1880, fue nombrado jefe de la Batería Norte en el Cerro “El Pino”. Allí formó la línea de defensa peruana en la Batalla de Miraflores hasta enero de 1881. Más adelante, en 1904, fue designado cónsul de nuestro país en Buenos Aires, Argentina.
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