En 1985, poder publicar un reportaje de página completa en El Comercio a los 15 años era como recibir el balón en la final de un mundial de fútbol: una responsabilidad frente a todo un país. No había redes sociales ni WhatsApp. En aquella época, la página destinada a los corresponsales escolares era, quizá, la única ventana que les permitía comunicar hechos ocurridos en sus colegios y comunidades que de otra manera no se hubieran conocido.
Esto ocurrió durante los siguientes 27 años –hasta el 2012–, tiempo durante el cual estos pequeños reporteros de todo el país tuvieron a cargo decenas de notas periodísticas, en constante contacto con personajes públicos y fuentes de primera mano.
Treinta y seis años después de que viéramos ejercer el periodismo a aquella primera promoción, El Comercio anuncia el retorno del Programa de Corresponsales Escolares. Ocurre en tiempos de incertidumbre política y sanitaria, en los cuales se vuelve aún más importante promover los valores periodísticos como la verdad y el servicio a la sociedad con las nuevas generaciones, con miras a combatir la desinformación y a democratizar el contenido noticioso en el país.
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El Comercio espera, desde hoy, la inscripción masiva de estudiantes al programa. Cada colegio seleccionará a cuatro líderes estudiantiles, que representarán a su institución como un solo equipo. Una vez inscritos, cada equipo elegirá un tema noticioso vinculado a sus colegios, barrios, familias o distritos, entre los cuales destacan: salud, medio ambiente, educación, economía, cultura y deporte.
El Comercio pondrá a disposición de los jóvenes a un grupo de periodistas del decano, que cumplirán una función de mentores, para que los ayuden a desarrollar sus habilidades periodísticas en el manejo informativo, redacción, producción de videos, podcast, web y fotografía.
Este programa tendrá como socio estratégico al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). “Nos sentimos muy contentos de ser parte del relanzamiento del Programa de Corresponsales Escolares, un espacio que favorece el ejercicio del derecho a la participación de las y los adolescentes y que además constituye una ventana para que los propios chicos y chicas pongan en la agenda mediática los problemas que afectan sus vidas”, señala Ana de Mendoza, representante de Unicef en el Perú.
UNA HISTORIA POR CONTAR
Para conocer la importancia del Programa de Corresponsales Escolares es necesario viajar en el tiempo hasta 1984. El 11 de noviembre de ese año, apareció por primera vez la Página Escolar en la edición impresa del diario El Comercio. Los directores Alejandro Miró Quesada Garland y Aurelio Miró Quesada Sosa sintieron la necesidad de volver los ojos a la juventud escolar y diseñaron un plan formativo para acercarlos a la experiencia periodística. Así nació la sección Escolar, pensando en otorgar a los niños y jóvenes una página donde expresaran sus opiniones y transmitieran lo que sucedía en sus propios colegios. Y también como una vía para enseñarles cómo se hacía periodismo de calidad en un país tan complejo como el Perú.
El Programa de Corresponsales Escolares de El Comercio iniciaba su largo camino con unos pequeños reporteros. El primer grupo de 30 corresponsales recibió formalmente sus credenciales el 23 de agosto de 1985. Antes de ese acto de entrega, el cual se repetiría anualmente, primero, en el propio local del Diario, y luego –ante la cantidad de integrantes– en un auditorio del Icpna de Miraflores, hubo meses de un cuidadoso proceso de selección y aprobación de los candidatos por parte de las autoridades educativas.
En una página de los domingos se dio cuenta de las actividades de los propios colegios, aunque después su agenda informativa se amplió. A los nuevos corresponsales escolares acreditados solo les quedaba ponerse a reportear, grabar, tomar notas y escribir.
Poco a poco, con el apoyo de cursos y talleres de capacitación para sus profesores y para ellos mismos, cubrir los acontecimientos de la realidad les fue más factible, y así fue madurando en ellos la responsabilidad con la verdad, esa palabra siempre sagrada para todo periodista.
Durante años, asimismo, los niños y adolescentes reporteros participaban en concursos para premiar a los mejores periódicos murales que armaban por equipos en vivo y en directo, como si estuvieran cerrando una edición del Diario.
Entre los primeros corresponsales escolares de El Comercio destacaron periodistas que hasta hoy trabajan para el Diario, como Yolanda Vaccaro, corresponsal en el extranjero, quien estudiaba en 1985 en el colegio Mi Hogar y Escuela, de Lince. Cientos de colegios de Lima y provincias se sumaron en los meses y años siguientes al programa escolar.
Los corresponsales escolares cubrían la información de diversos sucesos nacionales, desde los semilleros deportivos de fútbol y luego de vóley interbarrios, hasta eventos sociales y humanitarios de importancia; además de hacer entrevistas a diversas autoridades de todo nivel. Alcaldes, ministros, deportistas, artistas y científicos conocieron a los jovencísimos periodistas que hacían sus pininos en el reporteo. La mayoría de estos chicos eran del tercero al quinto de secundaria, pero también había de primero y segundo de secundaria, los más pequeños del grupo y muchas veces los más preguntones.
¿Cómo presentaban sus noticias? En el ‘lead’ o encabezado de cada nota periodística, debían empezar señalando el colegio de procedencia, su distrito o provincia, su nombre, y solo recién la ‘carnecita’ de la noticia. La visión que aportaban los escolares con sus informaciones estaba vinculada con los temas locales y sociales. La vigencia del programa del Vaso de Leche aun en los años 90, las acciones de Unicef en Lima y provincias, la tarea asistencial y seguridad de las alcaldías y hasta las medidas que se tomaban desde los ministerios eran cubiertas por medio de entrevistas y breves informes.
Los corresponsales llegaron a tener su propio espacio en la web de El Comercio: www.elcomercioperu.com.pe/corresponsalesescolares; y ya contaban desde el 2002 con el trabajo eficiente de Aurora Escárate, tanto en la Página Escolar como en la coordinación del Programa de Corresponsales Escolares.
Para ese año se mantenía un número de 1.250 corresponsales escolares en todo el país. En el transcurso de un año, en esa década, El Comercio capacitaba a unos 350 profesores de colegios.
Los programas de Corresponsales Escolares y El Comercio en la Escuela se mantuvieron activos hasta el 2012. Después, luego de un paréntesis de algunos años, la idea de su regreso ilusionará a más de un escolar con vocación periodística. Arriba: Enrique Rodríguez, editor de Locales, muestra a los corresponsales escolares cómo se construye la noticia. Abajo: la felicitación de los editores.
La visión que aportaban los escolares con sus informaciones estaba vinculada con los temas locales y sociales. La vigencia del programa del “Vaso de Leche” aun en los años 90, las acciones de Unicef en Lima y provincias, la tarea asistencial y seguridad de las alcaldías, y hasta las medidas que se tomaban desde los ministerios eran cubiertas por medio de entrevistas y breves informes.
Sin embargo, no todo era labor periodística. Eran menores y necesitaban esparcimiento. Si había dos momentos claves para confraternizar, dialogar y conocer a sus compañeros de aventuras estos eran en los paseos y en las convenciones nacionales. Estos eventos se realizaban una vez al año con regularidad. Así serían inolvidables los paseos al Country Club “El Bosque” en Chosica, tanto para los corresponsales como para los ex corresponsales.
El intercambio de experiencias y la socialización eran vitales, por eso esperaban con ansias sus convenciones nacionales, donde se citaban a cientos de escolares reporteros. Estos eventos eran usualmente en el auditorio del Banco Continental, en San Isidro; pero luego se harían en otros lugares como en el auditorio principal del Museo de la Nación, en San Borja.
Aquí el testimonio de Johan Fripp, ex corresponsal escolar de El Comercio de las primeras promociones en los años 80. Él estudiaba en el colegio José Jiménez Borja, del Cercado de Lima:
Los corresponsales visitaban con cierta frecuencia el local del diario, la casona del Centro de Lima; allí no se perdían la oportunidad de ver la redacción principal, la hemeroteca y el archivo, espacio de registro y conservación de fotos e información histórica del diario. Asimismo, recibían capacitaciones por medio de cursos preparados por instituciones públicas y privadas, y muchas veces talleres de técnicas periodísticas dados por expositores extranjeros y también por los propios periodistas de El Comercio.
Uno de los más entusiastas expositores era entonces, a inicio de los años 90, el jefe del Departamento de Investigación y Archivo Periodístico (DIPA), Mario Cortijo, quien solía exponer el tema El Comercio y su presencia en la República, recordando las grandes campañas del diario decano. Cortijo sería años después editor de Informaciones Generales y siempre mantuvo el entusiasmo por el programa de corresponsales escolares.
A este programa se sumaría uno nuevo: “El Comercio en la escuela” desde 1995, en el que se involucró a los profesores, reforzado con ello la formación de los escolares. Así, la calidad de los textos y las fotos de los corresponsales podía enriquecerse aún más. Este programa que involucró a profesores y alumnos se descentralizó y pudo capacitar a maestros y discípulos de Lima y provincias.
Aquí el testimonio de Beatriz López, ex corresponsal escolar del diario El Comercio en los años 90. Ella estudiaba en el colegio Túpac Amaru de La Victoria:
Aquí el testimonio de Pedro Canelo, ex corresponsal escolar de El Comercio y actual redactor de la sección Deporte Total del diario decano:
La sección escolar: singular experiencia
Felipe Adrianzén Chumacero, Jefe de la Sección Escolar 1984-1990
“Los niños de la pluma”. Bajo este título descriptivo se dio cuenta, en la edición de El Comercio del 19 de octubre de 1986, de la Primera Convención Nacional de Corresponsales de la Sección Escolar, que reunió a más de 400 jóvenes de colegios de diferentes lugares del país, inaugurando así una singular experiencia en el periódico de mayor prestigio y de mayor difusión del Perú.
El Comercio ofrecía sus páginas dominicales para publicar las informaciones elaboradas por los propios escolares; práctica que no solo despertó la vocación por el periodismo sino que los ha ayudado en su desenvolvimiento y formación profesional. Sus propios trabajos desbordaron los temas del tradicional periódico mural: efemérides patrióticas o el día del plantel; allí están los testimonios en las páginas de la sección con entrevistas a muchas personalidades y autoridades civiles y religiosas.
Esta maravillosa vivencia fue muy bien reconocida por instituciones públicas y privadas: el Ministerio de Educación, el Banco Central de Reserva, el Instituto Nacional de Cultura, Foptur, el Archivo General de la Nación, la línea de aviación Faucett, Impares, la Embajada de España, Cedro, etc.
Con la entrega de las credenciales a los escolares, los responsables de la Sección y en muchas ocasiones el director de esta casa editora, impartían una improvisada clase acerca del ejercicio del periodismo, entendiéndolo como un servicio a la comunidad, informando y comentando sucesos y problemas de interés general, con principios rectores como la independencia, la veracidad, sin descuidar el entretenimiento y su permanente contacto con sus lectores.
Periodismo escolar, una experiencia sin par
María Eugenia Celi L.V. Jefe de la Sección Escolar 1990-1997
Aplaudo la decisión de El Comercio de retomar el programa de Corresponsales Escolares tras varios años de pausa. Considero que fue un aporte importante a las nuevas generaciones y una experiencia sin igual para miles de alumnos de colegios de Lima y de otras ciudades a quienes el Diario les abrió generosamente sus puertas y les brindó la oportunidad de expresarse y escribir en sus páginas con la guía de periodistas y de sus profesores como aliados.
Acreditados como corresponsales escolares, centenares de chicos y chicas se iniciaron con pasión y la camiseta de El Comercio pegada a la piel en el más noble de los oficios. Tuvieron ocasión de entrevistar a diversos personajes del mundo del espectáculo, la cultura, la ciencia y hasta de la política; de exponer sus puntos de vista y preocupaciones juveniles y de escribir reportes sobre sucesos en sus planteles y en sus barrios publicados en una sección de la edición impresa. Hubo notas que ocuparon la primera plana del Diario dada su importancia y hasta merecieron reconocimiento de las autoridades por haber alertado sobre algún problema que afectaba a los vecinos.
Los dos momentos más esperados por los corresponsales escolares eran la ceremonia de entrega de carnés, por lo general a cargo del mismísimo director de El Comercio o editores, que incluía un recorrido por el histórico local del Diario; y la bulliciosa convención anual que unía por igual a centenares de ‘colegas’ de colegios nacionales y particulares y concluía con el tradicional concurso de periódicos murales sobre un tema de actualidad. ¡Con qué algarabía recibían los premios!
Identificarse como corresponsal escolar de El Comercio siempre fue motivo de orgullo, pero a la vez implica una gran responsabilidad que ellos supieron asumir plenamente. Muchos corresponsales descubrieron allí su vocación periodística y, por más que pasen los años, hoy los chiquillos de aquellas épocas siguen recordando con cariño y gratitud su paso por el Decano.
Acorde a los nuevos tiempos, el programa que con entusiasmo reiniciará El Comercio aprovechará de la mejor forma las plataformas tecnológicas para contactarse con la gran red de corresponsales y sus colegios, así como para difundir trabajos multimedia de los alumnos participantes. Enhorabuena. El reto está planteado, pronto veremos los frutos.
El sentido de la docencia
Mariza Zapata, jefa de la Sección Escolar 1998-2000
La Sala de Redacción del antiguo local de la esquina de los jirones Lampa y Miró Quesada, en el Cercado de Lima, se llenaba de decenas de niños y adolescentes que observaban extasiados el trabajo de composición de textos y armado de páginas que realizaban los periodistas y diseñadores de El Comercio. Todos los corresponsales escolares querían ser como ellos, en realidad eran sus ídolos, sus referentes a futuro. Preguntaban en cada visita cuál era la mejor técnica para entrevistar, cómo seleccionar la mejor foto, cuál es el criterio para que ese título esté en la portada, preguntaban y preguntaban.
Todos los periodistas de El Comercio nos convertimos por esos días en maestros de esos niños y adolescentes que tenían muchas ganas de comunicar la verdad, de cumplir, desde el trabajo indagatorio en su aula, su escuela o su comunidad, con la función de informar; y sabían que El Comercio se ajustaba a esos ideales.
Se volvieron solidarios y leales. No fueron indiferentes a los hechos que pasaban a su alrededor, aprendieron a indignarse frente a la injusticia y la desigualdad. Crecieron en tamaño, pero también en su forma de ver y analizar el mundo sin miedos, y a ser tolerantes con los que piensan diferente. En suma, contribuimos a que esos niños y adolescentes sean mejores personas. Y este tipo de docencia, para los periodistas que transitamos por esta Casa Editora, es lo más importante.
A la búsqueda de luz en el archivo
Silvia Miró Quesada, jefa de Servicios Periodísticos
Recibir a los corresponsales escolares en el archivo ha sido quizás una de las experiencias más gratas que me ha tocado vivir. Cierro los ojos y veo la mesa larga de madera. Encima de ella los diarios y las tijeras enormes. Esas tijeras se usaban para cortar, clasificar (lugar de origen, tema y personaje) y pegar en files cada información publicada en los diferentes periódicos. Es alrededor de esta mesa que se reunían los corresponsales para conversar con ellos sobre la importancia de estar bien informados a partir de la contextualización de la noticia.
¿Qué fenómeno o fenómenos sociales, políticos, económicos, culturales habían servido como detonante para que un hecho ocurriera? Hablábamos de la importancia de las fuentes y de la verificación. Les decíamos que un medio no puede ser una caja de resonancia. Nuestra obligación como periodistas era verificar la información que recibíamos. Es mejor perder una primicia a perder credibilidad.
Recuerdo que lo que les llamaba la atención era como distribuíamos los recortes para pegarlos en los files con cintas adhesivas. No paraban de preguntar y de pedir files de personajes y lugares cercanos a ellos. Pasaban las páginas y los profesores que los acompañaban en la visita les contaban algo más sobre el tema que les interesaba. Conversaban, reían y entristecían cuando veían los folders de hechos dolorosos como el terremoto del 70.
Que importante para nosotros era departir con ellos y sus profesores. Hablar de los corresponsales escolares es hablar también de sus maestros. Siempre recordaré a las profesoras Margarita Muñoz del Colegio PNP Cieza Lachos, y a Carmen Zelaya del Colegio Pedro Ruiz Gallo. Sin duda, dejaron huella.
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