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Costa Verde: así empezó la historia de ‘La Herradura’ en Chorrillos para tener un mejor acceso playero
A finales de la década de 1930, la capital limeña decidió soñar para tener una costa de buena playa para la gente. Una obra de largo aliento que tuvo sus primeros pasos en los gobiernos de Augusto B. Leguía y luego en la gestión del general Óscar R. Benavides.
Construir la Costa Verde y las vías de acceso para llegar a ella ha sido un trabajo de muchos años. Titánico y a veces desesperado. Pero todo tuvo un comienzo en los años 30, incluso un poco antes, en los tiempos en que en Lima se empezaban a levantar edificios y diseñar plazas nuevas como la plaza San Martín, el Hotel Bolívar o el Club Nacional, el Teatro Colón y la avenida La Colmena. Todo ese afán, también tuvo su repercusión en la costa limeña.
Siempre se ha dicho que Lima vivió hasta los años 20 del siglo XX de espaldas a su mar, a su costa, a donde la gente llegaba como si fuera un paseo a otra ciudad o a otro mundo. Pero en la década de 1930, el asunto se convirtió en un objetivo de la ciudad. Lima debía tener playas y vías para llegar a ellas. Con ese espíritu, las máximas autoridades del país, como el propio presidente de la República y los alcaldes distritales de los balnearios se enfrascaron en ese sueño.
El general Óscar R. Benavides, presidente del Perú entre 1933 y 1939, había llevado adelante la construcción de la avenida Salaverry que empezó a ser utilizada en octubre de 1936 y también había reactivó desde agosto de 1937 la construcción de la última fase del nuevo Palacio de Gobierno (una gran obra que empezó en tiempos de Augusto B. Leguía) hasta su finalización un año después, a mediados de 1938.
Ya sabiendo que dejaría el poder en 1939, Benavides se empeñó en concluir algunas obras o dejar iniciadas otras: entre estas estaba la apertura en julio de 1938 del Dique seco y del Arsenal naval en el Callao, tan importante para el transporte submarino y de la Marina Mercante; y en diciembre de ese mismo año, la inauguración del nuevo Hipódromo de San Felipe.
En ese empeño por construir obras públicas en toda la ciudad, surgió en el gobierno de Benavides la idea de acabar la construcción del tramo de la avenida Costanera que uniría Chorrillos y la playa ‘La Herradura’. Solo era el comienzo de una serie de obras de envergadura que se desarrolló a lo largo de la primera parte del siglo XX, en lo que sería luego la Costa Verde.
LA COSTANERA EMPEZÓ A DIBUJARSE EN LA IMAGINACIÓN DE LIMA
Benavides y su séquito en Palacio de Gobierno veían una playa limeña aún agreste; con muchos acantilados que eran azotados por las tranquilas olas del océano Pacífico en la mayor parte de su recorrido. Solo en los extremos de La Punta, en el Callao, y de la playa ‘La Herradura’ en Chorrillos se podía estar tranquilo y disfrutar de buenas playas, aunque no de funcionales vías de acceso.
Fue el presidente Augusto B. Leguía quien expresó la voluntad de hacer una vía de comunicación inicial que fuera justamente desde La Punta hasta Chorrillos, incluso una vía que llegara hasta La Chira. En ese contexto, Leguía hizo el primer tramo de la avenida La Costanera en 1928, que llegó hasta el comienzo de la avenida Brasil.
Pero un paso más, y muy importante, de lo que luego serían las vías de tránsito que hoy todos disfrutamos, ocurrió 10 años después de los avances de Leguía. El 20 de febrero de 1938 se abrió un tramo nuevo de la avenida Costanera. Un tramo más amplio para que la playa ‘La Herradura’ pudiera unirse funcionalmente a Chorrillos.
Antes del mediodía de aquel soleado domingo 20 de febrero, se pudo apreciar en todo su esplendor el trabajo vial de varios meses (desde el último trimestre de 1937), que ejecutó el personal obrero y técnico de la Junta Departamental Pro Desocupados de Lima, presidido por el coronel Juan C. Díaz.
Ese día, el balneario de Chorrillos fue testigo de la inauguración de ese tramo vital para el mejor acceso a la playa ‘La Herradura’. Era un tema también vial, pues el aumento de vehículos por las pistas existentes se estaba convirtiendo en un problema para el tranquilo balneario chorrillano.
La ceremonia se realizó en la plaza Miguel Iglesias, en la entrada hacia la nueva vía. Como anfitrión estaba el alcalde de Chorrillos, el ingeniero Luis Marrou Correa, cuya primera gestión se prolongaría de 1935 a 1948. Asistieron, además, el cuerpo de concejales, los vecinos notables y, más al fondo, toda la comunidad chorrillana que celebró el acto con entusiasmo y curiosidad.
También estuvo el alcalde de Lima, Eduardo Dibós Dammert, así como el burgomaestre de Miraflores, Eduardo Villena Rey, quien llegó con su esposa e hijos. Era una ceremonia oficial y vecinal a la vez. Un día de alegría para los ciudadanos que sentían que así sumaban a su vida cotidiana nuevos espacios de socialización y recreo. Lima empezaba a ver de frente la belleza de su costa y su rico mar.
EL PRESIDENTE BENAVIDES EN LA COSTANERA
A eso de las 11 y 30 de la mañana hizo su aparición el general Óscar R. Benavides con sus ministros de Guerra, Gobierno y Policía, Fomento, Relaciones Exteriores, Justicia, Educación y Salud Pública de esos años. Hasta los miembros de la Casa Militar de Palacio de Gobierno asistieron formales y sudorosos al balneario de Chorrillos.
El presidente Benavides fue transportado en automóvil al lugar exacto de la inauguración, frente a la playa. La Junta Departamental Pro Desocupados entregó al presidente la obra completa en un tiempo récord. La prensa limeña puso mucho énfasis en que la nueva obra vial estaba “destinada principalmente a prestar facilidades al intenso tráfico de vehículos a la playa de ‘La Herradura’, lo mismo que a los numerosos veraneantes”. (El Comercio, 21/2/1938)
Los de la Junta aprovecharon la ocasión -con el presidente Benavides presente- para hablar de otras obras públicas que venían realizando en el distrito, en coordinación con los planes establecidos por el Gobierno. Se buscaba explícitamente ayudar al público usuario en su vida cotidiana.
Entonces, todos guardaron silencio para escuchar al jefe de Estado. Benavides, parco de palabras en general, dijo que su Gobierno estaba complacido con la apertura del tramo de la avenida Costanera (Chorrillos-La Herradura). Felicitó a la Junta, a los obreros, técnicos e ingenieros por haber participado “en esta construcción que está destinada a prestar buenos e importantes servicios, facilitando el acceso a las nuevas playas de moda”.
Con una visión bastante clara sobre lo que se vendría en las siguientes décadas, el presidente Benavides declaró inaugurada “la nueva avenida Costanera”, la cual fue recorrida por la comitiva una vez terminada la ceremonia formal. El Comercio informó así: “Las personas que se encontraban presentes ocuparon sus respectivos vehículos iniciándose el viaje hacia ‘La Herradura’. El carro presidencial rompió la primera cinta bicolor que cerraba el paso al comienzo de la vía, mientras numerosas personas que se dirigían a la playa presenciaron el desfile”.
UN PASEO POR LA PLAYA
No tardaron más que unos minutos en llegar a la misma playa. ‘La Herradura’ lucía abarrotada de gente que ya estaba al tanto de la apertura del nuevo tramo. Benavides y sus ministros y el alcalde y sus concejales descendieron de sus autos para dar un paseo por el nuevo malecón chorrillano.
“De regreso por el mismo malecón, el alcalde de Chorrillos invitó al presidente y a su comitiva a pasar al casino ‘Palm Beach’, donde se bebió champaña”, informó El Comercio. Todo estaba planificado con la Dirección General de Tráfico y Rodaje para que, apenas terminara la ceremonia con las autoridades, se iniciara el tráfico por la “autovía costanera”.
La ruta para el tránsito que establecieron permitía llegar a Chorrillos y tomar la avenida Lima; luego continuar por los jirones Trujillo y Enrique Palacios hasta empalmar con la avenida Costanera. El viaje de regreso debía ser “por la antigua pista del túnel”.
Con ese panorama final, aquella jornada dominical del 20 de febrero de 1938 se convirtió en histórica; con una concurrencia excepcional, tanto de personas como de autos hacia la playa ‘La Herradura’. Y es que nadie quería perderse el comienzo de un gran proyecto en la costa limeña, frente al mar, en lo que décadas después se convertiría en la soñada Costa Verde.
En este episodio final, Gonzalo nos cuenta un hecho poco conocido de la vida de Tatán, uno de los malhechores más famosos de la época y cómo logró fugar con toda su banda de una penitenciaria.