Hace 82 años, en cumplimiento de una ley del Gobierno, fueron exhumados los restos de Pedro Ruiz Gallo en una solemne ceremonia realizada en el principal camposanto chalaco, donde estuvieron presentes las más altas autoridades nacionales y varios de sus descendientes. El militar e inventor peruano descansaría por fin en la Cripta de los Héroes, luego de un emotivo recorrido por las calles de Lima, según informó El Comercio.
“A las 8:30 de la mañana llegaron al Cementerio de Baquíjano el jefe del gabinete militar, coronel Eduardo Castro Ríos, el prefecto del Callao, coronel Carlos Lembeke y el presidente de la Sociedad de Beneficencia Pública del puerto, Rufino Aspiazu”, publicó el decano.
En representación del presidente de la República, Manuel Prado, asistió el capitán Pablo Jhery. También estuvieron presentes Pedro Ruiz Bravo y Emilio de Armero, familiares del insigne militar. En presencia de las más altas autoridades de Lima y el Callao se procedió a la exhumación de los restos del ilustre peruano, que primero fueron colocados en otro ataúd y luego trasladados hacia la capilla del cementerio chalaco.
Tras los discursos protocolares, el féretro fue subido a una carroza, que partió a las 9:30 por la avenida Colonial con dirección a Lima. A las 10 de la mañana el cortejo arribó a la Plaza Dos de Mayo, donde las tropas de la segunda división, al mando del coronel Alejandro Ruiz Bravo, le rindieron los honores militares correspondientes.
En seguida, el cortejo retomó su camino encabezado por el carro mortuorio, seguido de los coches con aparatos florales, y luego del automóvil de la presidencia de la República, donde viajaba el capitán Jhery.
La solemne caravana continuó por la avenida Nicolás de Piérola, jirón de la Unión, Plaza de Armas, jirón Junín y avenida de los Incas. Ya en el camposanto limeño tomaron las cintas el capitán Jhery, el coronel Teófilo Iglesias, ministro de Guerra; el presidente del Senado, Ernesto Montagne; y el presidente de la Cámara de Diputados, Carlos Sayán Álvarez, entre otras distinguidas autoridades.
Antes que el féretro fuese sepultado en la Cripta de los Héroes, hicieron uso de la palabra el coronel Enrique Pérez Alvarado, en representación del Ejército, el coronel Manuel Bonilla, en representación de los “Fundadores de la Independencia” y Ricardo Miranda a nombre del departamento de Lambayeque.
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Hijo de español y piurana, este insigne militar nacido en Eten destacó por su curiosidad científica y sus dotes de inventor. Desde muy joven afinó sus habilidades como relojero y músico. Su obra maestra, sin duda, fue el reloj inaugurado en la exposición industrial en 1871 y que estuvo durante muchos años en el Parque de la Exposición.
La arquitectura del reloj se encontraba conformada de cinco cuerpos. El principal se encargaba de transmitir movimiento a los otros cuatro y además era el que indicaba las horas. El segundo tenía como misión anunciar los cuartos de hora, las medias horas, los minutos y segundos.
Los días, los meses, las cuatro estaciones, los años, los siglos, las fases de la Luna y el curso del Sol eran marcados por el tercero. Mientras el cuarto cuerpo, gracias a un mecanismo que ponía en acción 12 cilindros de cinco metros de largo por dos de ancho, mostraba al cumplirse cada hora un cuadro relacionado con la historia del Perú. ¿Quién era el autor de esas pinturas? Pues el mismo Pedro Ruiz Gallo.
El último y quinto cuerpo movía un engranaje que permitía reproducir el himno nacional, mientras dos centinelas en miniatura colocaban sus armas al hombro. A las cinco de la mañana esto sucedía en simultáneo con el izamiento de la bandera peruana. Y a las cinco de la tarde se repetía la secuencia, momento en que era arriado el pabellón nacional.
El reloj contaba con 519 piezas, algunas de las cuales fueron retiradas por su inventor para evitar que su obra pueda ser utilizada por el invasor chileno. Aunque pudo ser desmontado y llevado a Chile, jamás lograron ponerlo en funcionamiento.
En 1880, mientras preparaba un torpedo que sería utilizado para atacar a la flota enemiga en el Callao, una explosión le provocó la muerte. Pedro Ruiz Gallo se ganó por su trayectoria el título de Patrono del arma de ingeniería militar.
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