El drama de los pasajeros peruanos en el hundimiento de un transatlántico en 1965
El 13 de noviembre de 1965, el transatlántico Yarmouth Castle se convirtió en una hoguera flotante y se hundió en las aguas del océano Atlántico, durante su travesía entre Miami y Nassau.
Muchos de los 550 pasajeros del navío de 5.002 toneladas de peso, presos del pánico, saltaban en pijamas o con trajes de noche a las frías aguas, mientras las llamas avanzaban imparables. Tras escorarse, el barco se fue al fondo del mar, muriendo 88 de sus ocupantes.
Después del desastre, se inició la búsqueda de los desaparecidos a través de unidades de auxilio. Otro barco de excursionistas, el “Bahama Star”, pudo rescatar a más de 200 pasajeros y la embarcación finesa “Finnpulp” salvó a unas 90 personas.
“El barco, de 125 metros de eslora, se hundió a 120 millas al este del puerto de Miami, arrojando llamas y nubes de vapor hacia el pálido cielo de la madrugada”, informó El Comercio.
Los peruanos que iban a bordo
Catorce peruanos se encontraban a bordo del Yarmouth Castle: Carlos Davis, Carmen Davis, Bertha del Carpio, Marina Aurora Franco, Rosario Franco de Gamio, Sara Lilian Pellny, Sara Pellny, Elizabeth Pellny, Eduardo Pinedo, Marie Pinedo, Gloria Quiñones, Sara Alvaro Scoti, Juan Ribaudo y Olga Ribaudo.
Redactores de El Comercio entrevistaron a los parientes de estas personas en Lima, tan pronto el cable trajo la noticia.
En el domicilio de la familia Pellny, luego de cinco horas de angustia, recibieron un mensaje indicando que la señora Pellny y sus dos hijas, Sarah y Elizabeth, se encontraban ilesas.
Con ellas, en un hotel de Miami, estaban sus amigas Rosario Franco de Gamio, cuñada de la señora Pellny, y su hija Marina Aurora Franco, de 19 años.
El señor Telmo del Carpio, padre de Bertha del Carpio, de 21 años, dijo casi sollozando: “ella ya no iba a viajar porque habían operado a su mamá. Pero viajó con su tía Sara Alvaro y una amiga Gloria Quiñones”.
En casa de esta última recibieron un cable de Las Bahamas diciendo: “Estamos bien, Gloria”. Se presume que incluía en el mensaje a Bertha del Carpio y su tía.
En casa de la familia Franco, el señor Miguel Franco, muy conmocionado, manifestó que había recibido un mensaje firmado por su hija diciendo: “Estoy a salvo”.
Tras 24 horas del desastre, había pocas esperanzas de hallar a dos matrimonios peruanos. Se trataba de Eduardo Pinedo y su esposa María de Pinedo, quienes se habían casado el 5 de noviembre y se encontraban de “Luna de miel”.
La otra pareja, Carlos Davis y Carmen Arambido de Davis, padres de dos niños, tampoco fueron encontrados. Ambos eran trujillanos y contadores profesionales.
Regresan a Lima los sobrevivientes peruanos
Escenas de emoción se vivieron el 18 de noviembre en el aeropuerto Jorge Chávez, a la llegada de cinco de los 10 sobrevivientes peruanos.
Familiares y amigos de los esposos Juan y Olga Ribaudo, Gloria Quiñones, Bertha del Carpio y Sara Alvaro Scoti se confundieron en lágrimas y abrazos.
El teniente AP Ribaudo y su esposa no bien descendieron del avión se embarcaron en una camioneta que los aguardó junto a la nave.
Los otros supervivientes fueron envueltos por una nube de reporteros y fotografiados incesantemente hasta que abandonaron el aeropuerto.
Las tres jóvenes, en un tenso estado de emoción y llorando de alegría por “haber vuelto a nacer”, ofrecieron declarar posteriormente.
El testimonio
En la noche periodistas del decano entrevistaron a Sara Alvaro y su sobrina Bertha del Carpio, en su domicilio.
“No sabemos cómo, a qué hora ni dónde se inició el fuego. Solo sabemos que estábamos dormidas, sentimos ruido y pensamos que se trataba de un jolgorio y nos volvimos a dormir. Estábamos juntas en el mismo camarote, el 760 con gloria Quiñones”, contó del Carpio.
“Cuando el ruido nos despertó creíamos que era lío de borrachos, pero al poco rato tocó la puerta un matrimonio norteamericano, y luego entró un tripulante, y en ropa de dormir, nos hizo salir a cubierta. Recién pudimos notar el humo”, dijo la sobreviviente.
Contaron que regresaron al camarote y en medio de la confusión, comprobaron que solo había dos salvavidas, en una habitación para tres personas. Entonces el tripulante se despojó del suyo y así se dirigieron nuevamente a cubierta.
El último bote
“Cuando creíamos que tomábamos el primer bote salvavidas, no sabíamos que era el último y que había vuelto a ser izado porque había caído ladeado. Allí nos encontramos con los Ribaudo (otros peruanos)”, manifestó la entrevistada.
“Recién pudimos ver el fuego. Desde el bote, en donde éramos unos 20 o 22, observamos al Yarmouth Castle hecho una hoguera. El fuego duró unas cuatro horas, luego explotó la caldera, se inclinó hacia adelante y finalmente se hundió”, contó la superviviente peruana.
Los Ribaudo se salvaron por haberse encerrado en el baño de un camarote y haber roto la ventana por donde salieron. Los Davis no tuvieron esa suerte. Ellos tenían un camarote sin ventanas por donde escapar.
En el caso de los Pinedo, ellos estaban al otro extremo del barco, en la zona donde se presume se inició el fuego.
El fuego empezó en la proa
El incendio se originó en la proa del barco, a la una de la madrugada, y en contados minutos había consumido toda la estructura. El comandante del Servicio de Guardacostas dijo que se había establecido que el incendio comenzó cerca de la chimenea del barco.
“Hemos determinado que aparentemente no se dio la alarma general a bordo ni se envió SOS alguno”, dijo el comandante, agregando que la razón fue que la estación de radio y el puente del navío fueron las primeras partes que ardieron.