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El terrible relato de un sobreviviente del Titanic que, años antes de la tragedia, llegó al Perú, se enamoró y formó una familia
La entrevista con Peter Dennis Daly se dio en su casa de Lima en mayo de 1912, después de sobrevivir al hundimiento del lujoso barco inglés. Tras el accidente, el británico estuvo internado nueve días en un hospital de Nueva York por el congelamiento de sus piernas.
Peter Dennis Daly nació en Liscard, Liverpool, Inglaterra, el 17 de julio de 1860. Hijo de John Bernard Daly e Isabel Fermina Charon, vivió su niñez en la afueras de su ciudad natal. Años después, se graduó en la Universidad de Cambridge y aprendió siete idiomas: inglés, español, francés, alemán, italiano, griego y latín. Cuando tenía 27 años de edad, su padre le regaló un viaje a Sudamérica por graduarse con honores en su carrera. Es así como llegó al Perú y conoció a María Rosalba Ramos, con quien se casó en julio de 1887.
Con ella se estableció en nuestro país y tuvo 10 hijos: cinco hombres y cinco mujeres. También se convirtió en representante de la firma londinense Haes & Sons en el Perú. En 1912, Peter Daly se fue a Londres para realizar unos negocios y se embarcó, a su regreso, en la primera clase del Titanic, un barco de la compañía White Star Line que era similar a un edificio de once pisos de alto y unas tres cuadras de largo. Al famoso trasatlántico, subieron 322 personas en primera clase, 277 en segunda y 709 en tercera. También hubieron 898 personas en la tripulación.
El resto es historia. Días después, el inmenso barco británico chocó con un témpano de hielo y se hundió. Un hecho que se dio aun cuando los mensajes cablegráficos anunciaron los peligros de ese lado del mar. Tampoco ayudó que los vigías del buque no tuvieran binoculares para observar bien el camino. La familia de Daly no supo nada de él por varios días. Por un momento, pensaron que el inglés había fallecido en el lujoso barco valorizado en 10 millones de dólares. Luego, su familia se enteró que sobrevivió y que llegaría al Perú en unas semanas. Allí contaría todo lo que pasó ese día.
La tarde del lunes 13 de mayo de 1912, un cronista de El Comercio entrevistó a Peter Dennis Daly en su residencia limeña. El empresario británico había llegado al Callao, horas antes, desde Panamá en el vapor “Guatemala”. En su casa, estaba acompañado por su familia y un grupo de amigos que, angustiados, fueron a visitarlo para saber sobre su estado de salud luego del trágico accidente.
Con una leve sonrisa en la cara, Peter atendió a nuestro reportero y le contó que se embarcó en el Titanic en Southampton, el miércoles 10 de abril de ese año. La inmensa nave tenía previsto hacer una escala en Cherbourg y Queenstown. Al primer puerto llegó esa misma noche y al segundo, en la mañana del 11. Hasta ese momento, todo estaba tranquilo para los pasajeros de primera clase, zona donde estaba Daly.
El británico reveló que “los primeros días” el Titanic recorrió 484 millas de distancia y que, entre viernes y sábado, 519. El domingo 14 de abril estaba haciendo 540 millas, ya que quería llegar a Nueva York en tiempo récord. Esa mañana, los pasajeros de su clase conversaron tranquilos en la cubierta del buque. El capitán Edward Smith estaba sonriente y confiado en que lograría una nueva hazaña marítima. El triunfo era seguro.
Es así como la noche de ese domingo disfrutaron de una amena cena y se fueron a descansar cada uno a sus habitaciones. Peter Daly confesó que en ese momento su reloj estaba con una hora de diferencia de Nueva York. Siendo las 11 p.m., los pasajeros del Titanic sintieron un fuerte movimiento en el barco. En un primer momento, los oficiales del buque dijeron que no pasaba nada. Sin embargo, la alarma empezó a sentirse entre todos los viajeros.
De un momento a otro, todo se volvió un caos. Los oficiales dieron la orden de salvar primero a las mujeres y niños. Daly contó que varios hombres abandonaron los botes a los que se habían subido para darles sitio a las mujeres del barco. Lo increíble de todo era que en esa noche oscura el cielo empezó a brillar por las innumerables estrellas. “Jamás he visto una noche tan estrellada como aquella, de la que guardaré memoria eterna”, dijo Peter.
Minutos después, un grupo de pasajeros de tercera clase intentó subir al primer nivel para salvarse. La ruda oposición de los oficiales detuvo el intento. La desesperación y angustia se apoderaron del lugar. Peter Daly recuerda que solo se escuchaban gritos y lamentos de mujeres y niños por sus “seres queridos”. Minutos después, el británico fue derribado por la fuerza del agua que llegó a estribor. Fue una de las últimas personas que abandonó el Titanic antes que se hundiera.
También desveló que el capitán Smith se mantuvo hasta el último momento en su puesto. Todo duró dos horas. Minutos más tarde, el inglés consiguió subirse a un bote y se salvó de la muerte. Luego, todos los sobrevivientes del Titanic fueron recogidos por el vapor Carpathia, que los llevó hasta Nueva York. Allí, fueron asediados por la prensa estadounidense. Nueve días después del trágico hundimiento, Daly se embarcó rumbo al Perú luego de hacer escala en Panamá.
El domingo 14 de abril del 2002, El Comercio publicó una entrevista con la familia del sobreviviente del Titanic. En la conversación, su nieto, Dennis Gonzales Daly, que nació en 1933, un año después de la muerte de Peter, contó que era común que su abuelo viajara cada dos o tres años a Londres por asuntos de trabajo o por visitar a amigos y parientes. “Además de comprarse ropa”, dijo, sonriente. Todo esto lo sabía por historias que le habían contado sobre él.
Doris Patsi Gonzales Daly, quien tenía 9 meses de nacida cuando su famoso antecesor falleció, reveló que él era muy severo, “tanto que podía quitarte el habla si le hacías algún desplante”. Ella confesó que estaba muy orgullosa de su abuelo héroe y que había perdido la cuenta de las veces que lloró viendo la película Titanic. Ambos contaron que Peter no se iba a embarcar en el famoso barco británico. Un amigo lo animó a que regresara al Perú en el viaje inaugural del lujoso buque inglés.
Además, recordaron que “alguien” trato de evitar que subiera a la nave argumentando un escrito que, catorce años antes, contaba la historia de un barco llamado Titán que se hundió en su primer viaje. Sin embargo, su abuelo se embarcó en la nave con la excusa de visitar a su hijo mayor, Nicanor, en Nueva York. Su primogénito llevaba dos años viviendo en esa ciudad. Cuando el Titanic chocó con el témpano, Daly volvió a su habitación: “Se puso ropa interior de lana, chompa gruesa y botas que lo ayudara a soportar el frío. En su cartera-cinturón puso su dinero, documentos personales y una estampa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Se puso un sobretodo y subió otra vez”.
Su chaleco salvavidas se lo dio a una mujer que gritaba desesperada por ayuda. Él estaba convencido que nadie podría sobrevivir a la heladas aguas del Océano Atlántico. Tras ser arrastrado fuera de la cubierta, Peter se quitó el sobretodo y nadó hasta alcanzar un bote. La barca estaba llena y no quisieron subirlo. Hasta recibió un golpe en la cabeza de un remo. Por eso, volvió a nadar y llegó al bote salvavidas N°5, en donde le hicieron un espacio. Ya en Nueva York, fue internado en un hospital.
En los siguientes días, su esposa, que estaba en Lima, no supo nada de él. Las noticias demoraban en llegar al país y, por un tiempo, pensaron que Daly había muerto en el hundimiento del trasatlántico. Ya en el nosocomio neoyorquino y acompañado con su hijo, Peter recibió la noticia que le debían amputar las piernas porque tenía principios de gangrena. Él se negó a someterse a la intervención. Luego, regresó al Perú y vivió más de veinte años con baños diarios a vapor para calentar sus piernas. Esta fue la secuela que le quedó por sobrevivir al accidente.
Los que conocían a Peter Daly decían que no le gustaba contar la historia de lo que vivió aquel 14 de abril de 1912. Sus nietos coincidieron en que quedó traumado después de todo lo que pasó en el hundimiento del barco. Sin embargo, para ellos se convirtió en una leyenda por todo lo que luchó para sobrevivir a esa tragedia. Cabe resaltar que el 11 de abril, días antes del accidente, el Titanic casi se choca con el vapor Nueva York, cuando a este último se le rompieron las amarras que lo sujetaban del muelle de Southampton. Esto fue solo un primer aviso de lo que pasaría hace más de 100 años.
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