“Triunfó Vargas Llosa. Habrá segunda vuelta”, tituló El Comercio el 9 de abril de 1990. Confirmados los primeros resultados, Alberto Fujimori, candidato de Cambio 90, y Mario Vargas Llosa, líder del Fredemo (Frente Democrático), se saludaron esa misma noche.
Ese gesto protocolar, sin embargo, fue el preludio de una batalla que estaba por iniciarse. Su único objetivo: la presidencia. Entre la primera y la segunda vuelta, el Perú vivió 63 días de una encarnizada lid electoral, que tuvo su epílogo el 10 de junio de 1990, hace tres décadas.
El bacalao
El 16 de abril, mientras Mario Vargas Llosa confirmaba que continuaría en carrera, el candidato Alberto Fujimori no se presentó en la conferencia de prensa en la que, según se había anunciado, explicaría su plan de gobierno.
Ante los desconcertados periodistas, su esposa Susana Higuchi dijo que el líder de Cambio 90 había tenido “una intoxicación por haber ingerido bacalao” en Semana Santa.
La versión no confirmada era que el movimiento político fujimorista no tenía ningún plan de gobierno. Al menos alguno que pudiera hacerse público.
El 7 de mayo el Jurado Nacional de Elecciones presentó la que sería la nueva cédula de votación, en la que aparecían los símbolos de Cambio 90 y el Fredemo.
El cuadrilátero con el número “90” del partido de Fujimori se ubicaba en la parte superior, mientras que la “escalera” del movimiento de Vargas Llosa estaba debajo. Formalmente, la disputa por la presidencia se había echado a andar.
Estrategia del Fredemo
Dos días después la maquinaria del Fredemo lanzó el “Programa de Apoyo Social”, que aseguraba la realización de más de 20 mil proyectos para los pueblos jóvenes y asentamientos humanos.
Los encargados de la campaña del escritor peruano buscaban conquistar un sector socioeconómico clave del electorado nacional.
Las denuncias
Pronto el combate político se trasladó al terreno judicial. El 12 de mayo el Frente Independiente Moralizador presentó una denuncia penal contra el candidato Fujimori por delitos de defraudación tributaria y contra la fe pública, en agravio del Estado.
Los Fujimori habían vendido una casa ubicada en Surco consignando, supuestamente, un precio inferior al real.
Al día siguiente, el fiscal de la Nación indicó que si Fujimori no levantaba los cargos, quedaría “moralmente” inhabilitado para alcanzar la presidencia de la República.
El 18 de mayo, la 32 Fiscalía en lo Penal de Lima abrió investigación previa en torno a la denuncia presentada contra el candidato de Cambio 90.
En la calle, sin embargo, el “peruano de a pie” no necesariamente estaba leyendo este tipo de mensajes.
El Congreso
El Congreso, ente político por excelencia, empezó a jugar su propio partido. El Senado formó una comisión presidida por el aprista René Núñez del Prado, para investigar los gastos de publicidad de la reciente campaña.
Hasta allí acudió Mario Vargas Llosa el 14 de mayo para explicar los orígenes de los fondos que alimentaban su campaña.
Desde la primera vuelta, el gobierno de Alan García Pérez había tratado de poner cuesta arriba el camino de Vargas Llosa hacia Palacio de Gobierno.
La estrategia de los “respaldos”
Para sintonizar con los sectores populares, se apeló a figuras del espectáculo y del deporte. A mediados de mayo un grupo de artistas se acercó hasta la casa del autor de “Conversación en la Catedral” para expresarle su compromiso personal.
Entre esos personajes estuvieron Tulio Loza, Roxana Avalos, Guillermo Rossini, Analí Cabrera, Mirna Bracamonte, María del Carmen Ureta, la animadora Gisela Valcárcel, Camucha Negrete y el cantante Francesco Petrozzi.
Hasta ahora se recuerda a Augusto Ferrando, animador de Trampolín a la Fama, asegurando que si Mario Vargas Llosa no ganaba, se retiraba de la televisión.
Las elecciones ya tenían fecha
El 16 de mayo el Jurado Nacional de Elecciones hacía dos anuncios importantes.
En primer lugar, presentó los resultados oficiales de la primera vuelta (Fredemo, 27.61% y Cambio 90, 24.62%). Y, en segundo término, convocó a la segunda vuelta electoral para el 10 de junio.
Choque de religiones
El frente religioso en la pugna electoral se abrió con un profuso fuego de artillería. “Arzobispo rechaza ataques contra Iglesia Católica”, tituló el decano en su portada del 22 de mayo.
"Iglesia pagana, inicua y fetichista", fueron “los comentarios lesivos” provenientes de grupos evangélicos, según “una carta abierta a los católicos”, firmada por el arzobispo de Lima Augusto Vargas Alzamora.
El documento también indicaba que esto había sido posible debido al “poder político alcanzado” en las elecciones de abril. Y es que muchos candidatos fujimoristas de la Iglesia Evangélica habían obtenido curules en el parlamento.
La respuesta fue una procesión extraordinaria del Señor de los Milagros, cuya imagen, tal como fue programado, se encontró con la de la Virgen de la Evangelización en el cruce de los jirones Camaná y Huancavelica, el último día de mayo.
El debate
El tema del debate fue un lugar común de crispación y encontrones a lo largo de toda la campaña. Terminada la primera vuelta, la idea de un cotejo público de ideas había estado flotando en el ambiente político.
Los que querían aterrizarla eran los dirigentes del Fredemo, pues confiaban en el mejor desenvolvimiento ante las audiencias del célebre literato peruano.
El evento quedó confirmado el 10 de mayo y lo organizaría la Universidad del Pacífico, dentro de su programa “Intercampus”. Unos días después se fijó el lugar y la fecha: sería en el Centro Cívico, el 3 de junio, exactamente una semana antes del crucial día de votación.
El 23 de mayo se realizó una conferencia de prensa en la que los principales dirigentes políticos de ambas agrupaciones iban a ofrecer detalles de los puntos a tratar en el encuentro en “Intercampus”.
Los representantes de Cambio 90, de pronto, abandonaron la mesa demandando que se realizaran cuatro debates en lugar de uno.
Tratando de cerrar el asunto, Vargas Llosa confirmó que sería el único debate. Podría haber otros encuentros, pero solo entre técnicos de ambos partidos.
Cambio 90 insistió a través de un comunicado, el 27 de mayo, exigiendo otros debates en Cusco y Ayacucho.
Hasta que por fin se acordó que sería uno solo. El padre Juan Julio Witch, representante de la Universidad del Pacífico, confirmó la realización del debate para el 3 de junio, como se había pactado desde un inicio, con la moderación de Guido Lombardi.
Aquel encuentro pasará a la historia más por los ataques de Fujimori que por la elocuencia y fluidez oratoria de Vargas Llosa.
En uno de los momentos más tensos del debate, Alberto Fujimori mostró una supuesta portada impresa del diario “Ojo”, según él, con la fecha del día siguiente, en la que ya se daba por ganador del debate a Mario Vargas Llosa.
Terminado el evento en “Intercampus”, el director del diario Fernando Viaña denunció que aquél era un ejemplar “fraguado”. Pero la suerte estaba echada.
“Alberto Fujimori ganó las elecciones”, tituló El Comercio el 11 de junio. La segunda vuelta había terminado.