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Francisco Bolognesi: la vez que se levantó el primer monumento al héroe de Arica a comienzos del siglo XX
El actual monumento del héroe en la plaza Bolognesi no fue el primero que se levantó en ese lugar. Hubo otro que permaneció 49 años ubicado en ese mismo pedestal. Hoy se cumplen 143 años de la gloria del valiente coronel Francisco Bolognesi en la batalla de Arica, durante la campaña terrestre de la Guerra del Pacífico. Y se realiza en todo el Perú la ceremonia de la Jura de la Bandera.
Años después de la batalla de Arica, el 7 de junio de 1880, que terminó con el sacrificio del coronel Francisco Bolognesi, el Congreso de la República encargó por ley a la Municipalidad de Lima levantar un monumento en una plaza con el nombre del héroe de la Guerra del Pacífico. Era un acto que reivindicaba el sacrificio por el país del gran soldado que fue Bolognesi.
Para ello se convocó a un concurso internacional en 1899, al que se inscribieron unos 150 proyectos de artistas de diversas nacionalidades, principalmente españoles, franceses e italianos.
El elegido fue el proyecto del escultor español Agustín Querol (1860-1909), un creador de varios monumentos públicos. El maestro Querol ganó así el derecho a esculpir el primer monumento del héroe de Arica.
En un terreno cedido por el Estado a la Municipalidad de Lima en marzo de 1901, las autoridades ediles colocaron la primera piedra de la plaza un día después de las celebraciones por Fiestas Patrias en 1902, esto es, el 29 de julio de ese año. Se ubicaría al final del hermoso Paseo Colón.
Para entonces ya la escultura estaba prácticamente terminada, pero debido a trabas burocráticas recién empezó a llegar al Perú por bloques desde enero de 1905. Acá en Lima se fue ensamblando el monumento hasta dejarlo listo semanas antes del levantamiento en la nueva plaza.
Para la inauguración, el 5 de noviembre de 1905, el gobierno de José Pardo pensó en invitar a una figura histórica de los tiempos de la Guerra del Pacífico (1879-1883); sin duda alguien que había conocido en persona al coronel Francisco Bolognesi.
Se trataba del general Roque Sáenz Peña, abogado, militar y diplomático, quien a sus 28 años había compartido con el héroe los momentos cumbres de su inmolación en el morro del Arica, en el sur peruano.
LA LLEGADA DEL AMIGO DE BOLOGNESI
El Perú concedió a Sáenz Peña el grado de General de Brigada del Ejército, y así llegó al Callao, tras ser invitado meses antes por el canciller Javier Prado Ugarteche.
En su respuesta a la invitación, el ilustre militar argentino aceptaba estar presente en la inauguración de la plaza y monumento de su “jefe y amigo” Bolognesi, a quien conoció “cuando fui voluntario del Ejército peruano durante la guerra con Chile”.
Sáenz Peña, quien sería presidente de su país en el periodo de 1910 a 1914 (año de su muerte), llegó los primeros días de noviembre de 1905, muy bien acompañado de su esposa Rosa González y su hija Rosita. Se alojaron en una residencia acondicionada con calidez en la antigua calle Minería (hoy avenida Emancipación).
El cronista de El Comercio detalló las comodidades de esa casa que alojó al “defensor de Arica”. Estaba acondicionado con un lujoso mobiliario “art nouveau”. Allí se quedaría hospedado varias semanas después de la inauguración del monumento.
La familia Sáenz Peña pasó las fiestas de fin de año entre nosotros y hasta los primeros días de enero de 1906. La ciudad de Lima fue la anfitriona del héroe argentino y su familia.
EL HOMENAJE A FRANCISCO BOLOGNESI
El día central fue el domingo 5 de noviembre de 1905, un día después de celebrarse el onomástico del coronel héroe. Lamentablemente, el escultor Querol no pudo estar presente en Lima para apreciar cómo lucía su obra en medio de la nueva plaza.
No obstante, sí estuvieron presentes los invitados nacionales y extranjeros, así como autoridades municipales y del gobierno nacional, encabezadas por el alcalde de Lima, Federico Elguera Seminario, y el presidente de la RepúblicaJosé Pardo, respectivamente, además de las comitivas civiles y militares.
Todos ellos ocuparon los estrados principales que bordeaban la nueva plaza Bolognesi de Lima. El pueblo, mientras tanto, ansioso de ser parte de este momento histórico ocupó cada centímetro del Paseo Colón, zona vecina del monumento.
Roque Sáenz Peña vistió de gala como general del Ejército Peruano, y con él, todos observaron extasiados la expresiva estatua de bronce que relucía el gesto adusto, solemne y apesadumbrado del héroe peruano.
Más allá de escuchar al presidente Pardo, las expectativas estaban sembradas en escuchar al visitante, testigo directo de la batalla de Arica. Entonces, Sáenz Peña, un hombre que peleó codo a codo con nuestro héroe, tomó la palabra. Estaba muy emocionado de vivir este esperado reencuentro.
“Coronel Bolognesi: uno de tus capitanes vuelve de nuevo a sus cuarteles, desde la lejana tierra Atlántica, llamado por los clarines que pregonan tus hechos esclarecidos (…). Yo vengo sobre la ruta de mi consecuencia, siguiendo la estela roja de mi coronel, fulgor de grana que conmovió el Pacífico con las tempestades de la guerra y que hoy contemplo alumbrado por los resplandores de la paz (…)”.
Las palabras del general amigo calaron hondamente en el ánimo de los peruanos allí presentes. Hubo, en medio del silencio, sollozos, sonrisas nerviosas y abrazos con un real sentimiento patriótico.
Luego, los dos hombres fuertes de esa jornada inolvidable develaron el monumento. El presidente Pardo y el general Sáenz Peña caminaron lentamente, quizás conteniendo la respiración y emoción de ver en bronce al héroe que hacía 25 años solamente peleaba como un león en tierra peruana. Así fue que la plaza y el monumento a Francisco Bolognesi formaron parte del paisaje limeño desde ese 1905.
El martes 7 de noviembre, dos días después, Roque Sáenz Peña y su familia fueron invitados a Palacio de Gobierno por el presidente Pardo para ser homenajeados con un suculento banquete criollo, rodeado de diplomáticos y oficiales militares.
UN CAMBIO MONUMENTAL EN 1954
La estatua de 1905 recibiría algunas críticas del entorno limeño. Uno de estos críticos fue el escritor e intelectual Manuel González Prada. Los opositores argumentaban que la posición del cuerpo y la expresión de la figura eran muy recargadas, lastimeras, y no reflejaban bien el “heroísmo y valentía” de un Bolognesi en acción.
Sin embargo, durante 49 años el monumento en la plaza Bolognesi fue intocable. Hasta que llegó el gobierno militar de Manuel A. Odría, quien desde un inicio expresó su disconformidad con la imagen de Bolognesi en la plaza que lleva su nombre. De esta forma, no tardaría en tomar medidas.
El Decreto Supremo Nº 6-GM, del 7 de junio de 1951, apuntaba en sus considerandos un cambio de mirada con respecto al monumento, que, por lo demás, era una hermosa pieza de arte de su época que expresaba el estado de ánimo aun de luto en el país.
Pero las cosas cambiaron para mediados del siglo y, al parecer -como opinó visionariamente Manuel González Prada- el monumento ya era considerado como algo que “no simboliza con propiedad el gesto altivo y heroico con que el Gran Soldado rindió su vida a la patria, defendiendo la Plaza de Arica”.
Bastó un decreto gubernamental para cambiar la historia de esta pieza en bronce de principios del siglo XX. Acto seguido, el Consejo de Ministros convocó a un nuevo concurso público, entre nacionales y extranjeros, para así tener una nueva estatua en el tiempo más breve. Según los militares de entonces, al monumento de 1905 le faltaba además “actitud gallarda” y “sublime heroísmo” (DS Nº 6-GM).
El nuevo monumento del maestro nacional Artemio Ocaña Bejarano(1893-1980) se inauguró el 7 de junio de 1954, con el beneplácito del régimen militar de Odría, y es el que vemos hoy todos los días en el centro de la plaza, en el Cercado de Lima.
Del primer monumento, esa escultura de 1905 que tanto esfuerzo le costó originalmente a la Municipalidad de Lima, solo sabemos que se encontraría hoy en algún lugar del Museo del Real Felipe en el Callao.
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