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Grupo Indochina: ¿cómo fue su única visita al Perú en 1988? Lo que dijeron e hicieron en un país de apagones, atentados y paquetazos | FOTOS
Llegaron al aeropuerto Jorge Chávez la mañana del 25 de abril de 1988, y causaron un furor musical nunca antes visto para algún artista o grupo francés en el Perú. Indochina hizo historia con cuatro míticos conciertos en el Coliseo Amauta. ¿Cómo fue vivir ese momento en plena crisis en el Perú?
El grupo francés de pop, post-punk y new wave Indochine (Indochina), de cuatro miembros, se había formado en 1981, pero sus primeros años se movió solo por su país, donde fue muy exitoso. Antes de la mitad de esa década ochentera empezó a visitar los países francófonos (Bélgica, Suiza, Canadá, etc.); para luego iniciar una penetración musical efectiva en otros más allá de sus fronteras idiomáticas. Desde 1987, el boom Indochina tenía seducido al público peruano y eso siguió en ascenso hasta llegar a su clímax entre abril y mayo de 1988, cuando los chicos de negro estuvieron por aquí para cuatro fabulosos conciertos en el Coliseo Amauta.
Aunque ellos no lo tomaban en serio, el nombre “Indochina” era una provocación a sus clases dirigentes. Indochina era el nombre del territorio que Francia había colonizado desde el último tercio del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, y que acabó con una feroz guerra de guerrillas en los años 60 y 70, ya con el control norteamericano (“Guerra de Vietnam”). Pero, ¿era la música del grupo Indochina una especie de conjuro para obtener la atención del mundo y olvidar lo ocurrido en esa parte de Asia?
Lo cierto es que Indochina palpitaba por sus integrantes: Nicola Sirkis (vocalista) y Stéphane Sirkis (sintetizador), gemelos que llegaron al Perú con 28 años, en 1988; Dominique Nicolas (guitarra, bajo), de 29 años; y Dimitri Bodianski (saxofón), el menor, que llegó con 24 años. Ellos marcaron una época inolvidable en nuestro país.
La primera canción que llegó a sonar verdaderamente en el Perú, entre 1986 y 1987, fue su clásico “L’aventurier” (“El aventurero”), una canción de fines de 1982, que estaba dedicado o al menos referida al personaje de ficción-comic Bob Morane, un intrépido hombre de acción, idealista y solidario, que iba por todo el mundo. Quizás una metáfora de lo que Indochina quería para sí mismo.
El pop moderno de Indochina explotó en el Perú, en tiempos del primer gobierno de Alan García (1985-1990), por una necesidad vital: aislados del mundo, a causa del terrorismo de Sendero Luminoso, la inflación galopante, la pobreza y la falta de desarrollo, la juventud peruana buscó liberarse de esas taras, así fuese de una manera simbólica, lúdica y espiritual. El arte musical del grupo francés ayudó mucho en eso.
INDOCHINA HIZO VIVIR CON MARAVILLOSA INTENSIDAD A TODA UNA GENERACIÓN
En su mejor momento, ya con siete años de formado, el grupo arribó por única vez a nuestro país para cantar en Lima, en el Coliseo Amauta, donde haría cuatro conciertos. Indochina no era, pues, un grupo nuevo; tenía sobre sus hombros cinco LP y sencillos de éxito total en Francia y los países francófonos.
Además, habían demostrado su potencia en diversos escenarios. Muy recordados, y aun se pueden ver en Youtube, las cuatro presentaciones de la banda, entre el 24 y 27 de marzo de 1986, en la sala Le Zénith, en París, Francia. Esos conciertos son lo que quedaron registrados en el álbum en vivo “Indochine au Zénith”, que se lanzó en octubre de 1986. Allí estaban las canciones más escuchadas y vendidas de su carrera entre 1981 y 1986. Casi todos sus álbumes ganaron Discos de Oro por sus ventas.
Durante 1987, el grupo Indochina fue escuchado con auténtico interés en las emisoras peruanas (sobre todo, en Radio Doble 9, Panamericana y 1160); y ya para entonces, el famoso disco en vivo de Zénith, que trajo el sello El Virrey, estaba en las manos de todos los que podían comprarlo.
En una nota de la sección Juventud (que luego se llamó Mundo Joven), del 22 de marzo de 1987, El Comercio definió de forma sencilla el “estilo Indochina”: “A través de estos años ellos han mantenido una silenciosa, pero determinante confirmación de su estilo propio. Las palabras y la música de Indochina se funden en una perfecta simplicidad. Un estilo original de escritura; un estilo en capacidad de tocar la sensibilidad de todos, cualquiera que sea el público”.
Indochina estaba en la cúspide de su carrera musical. Su álbum 3 se escuchaba en Bélgica, Suiza, Italia, Suecia, Noruega, hasta en Israel, Canadá e incluso Japón. “La principal puntería del grupo es ahora su expansión a lo largo de Europa, pero también en todas las dimensiones del mundo con su ya característica imagen, que está a la altura de las otras bandas internacionales más prestigiadas”. (EC, 22/03/1987).
En agosto de 1987, una muestra clara de la popularidad de Indochina en el Perú, y no necesariamente en otros países del continente, es que una canción de los franceses, “Canary bay” estaba en el tercer lugar del ranking, solo detrás de “Cada vez que te digo adiós”, de Los Enanitos Verdes (1) y “Lo mejor de tu vida”, una balada de Julio Iglesias (2); y una segunda canción, “Tercer sexo” en el octavo lugar. Cubrían un buen espacio en el radar musical de ese año.
Por todo ello, seguramente lo normal hubiera sido que el grupo de los chicos de negro llegara ese mismo año al Perú. Pero todo debió ser cuidadosamente planeado. Así nomás no venía un grupo al Perú de ese tiempo: entre el terror, la inflación y la inseguridad. Por su parte, ellos estaban muy entusiasmados por el apoyo a su música. Tenían muchas expectativas con nuestro país, por eso lo incluyeron como el primer país de Sudamérica que visitarían en la gira mundial que venían realizando.
INDOCHINA: LA LLEGADA TRIUNFAL AL PERÚ DEL ENERGÉTICO GRUPO DE POP FRANCÉS
Indochina llegó al Perú varios días antes de dar su concierto, un poco para hacer una labor de promoción en las emisoras radiales y en los canales de televisión, y un poco por curiosos: querían conocer más a la gente del Perú, el país sudamericano que más lo aclamó desde lejos. Los trajo el empresario nacional Jorge Fernández Mazaira y su empresa Show S.A.
Arribaron al aeropuerto internacional Jorge Chávez, alrededor de las 10 de la mañana del lunes 25 de abril de 1988. Sus seguidores peruanos los esperaban desde la madrugada. La seguridad fue exhaustiva, rigurosa, ante cualquier intento terrorista de aguar la fiesta (no podía descartarse).
El cuarteto francés apareció junto a 28 técnicos de diversas ramas, incluyendo al maquillador oficial del grupo. Dominique Nicolas, en un buen inglés, se comunicó con la prensa peruana. Era la primera vez que venían a Sudamérica (Perú tuvo ese privilegio), y se deshizo en elogios por la calidez peruana.
“Sabemos que en el Perú nos quieren mucho. Estamos agradecidos y esperamos quedar bien”, dijo Dominique. (EC, 26/04/1988). Mientras, a las afueras del terminal aéreo, unas 200 adolescentes, escolares en su mayoría, portaban carteles y hacían la guardia para saludarlos con efusión. Sin duda, ellos no habían escogido al Perú, el Perú los había escogido a ellos, como dijeron en una conferencia de prensa posterior.
El 28 de abril de 1988, un día antes del primer concierto, dieron una conferencia y entrevistas a los medios. El Comercio conversó con tres de los integrantes: Dominique Nicolas, Dimitri Bodianski y Nicola Sirkis. Los músicos franceses se expresaron libremente.
Dominique habló de su trabajo de composición: “Para mí fue muy fácil desde el inicio. Llegó un momento en el que compré una guitarra, me puse a tocar y me puse a componer inmediatamente. Luego me encontré con este grupo y seguimos componiendo así, muy rápido: si la canción sale buena la graban y si no, sencillamente, la botamos. Es algo muy natural componer”. (EC, 29/04/1988)
Dimitri dijo cosas muy interesantes sobre la música, las letras y la política: “Lo que nos interesa es que la juventud baile nuestros temas y nada más. Interpretamos el sueño de la juventud para escapar de la vida cotidiana. Justamente cuando nos iniciamos nosotros descartamos ese tipo de canción política o comprometida y preferimos dar a la juventud esa oportunidad de soñar a través de nuestras canciones”. (EC, 29/04/1988)
El Comercio insistió en ese tema: “¿Y las menciones a los héroes comunistas como el Che Guevara, Mao?”. Dimitri contestó: “Es más bien una manera de reírse de todo el aparato político, de todo lo que sucede en política”. (EC, 29/04/1988)
Por último, Nicola añadió, entre otras cosas, que el nombre de “Indochina” se les había ocurrido sencillamente porque “el sonido de la palabra es lindo”. Y sobre el concierto más grande que habían dado hasta ese momento, contó que fue el de París: “En la Plaza de la Concordia, contra el racismo. Actuamos esa vez para 400 mil personas”. Dio la primicia, además, de que, “antes de fin de año tenemos que hacer una presentación en Leningrado (Unión Soviética)”. (EC, 29/04/1988)
INDOCHINA: LA HORA DEL MAYOR ESPECTÁCULO VISTO EN EL COLISEO AMAUTA
Las entradas, que en promedio costaron unos 20 dólares, estaban completamente agotadas para los dos primeros conciertos: el viernes 29 y el sábado 30 de abril de 1988. Con todo lo que habían creado, interpretado y vivido en los escenarios, Indochina estaba súper preparado para hacer vibrar al público peruano. Se presentaron en el mítico Coliseo Amauta, donde seis años antes había habido un mundial de vóley y un concurso internacional de belleza (Miss Universo).
La cola para entrar al coliseo era larguísima, pero avanzaba de una manera ordenada, algo muy extraño para la época. Todos lucían, de alguna forma, camisas anchas de color amarillo o verde y pantalones bombachos o “bombachones”, como se decía también, además de zapatillas. La mayoría era muy joven, desde 14, 15, 16, 17 años (muchos de este grupo ingresaron con sus tutoras, madres mayoritariamente); y también de 18, 19 o 20 años y un poco más, pero no más. La alegría adolescente y juvenil era general.
El público limeño celebró la música del telonero Jas, pese a los problemas técnicos (el micro no funcionó a veces y no hubo ecualización). Incluso, los jóvenes bailaron divertidos con la voz de Sergio Cava y su canción más popular: “Personalidad”. Jas cantó a un costadito del escenario principal. Pero la expectativa estaba puesta en el plato de fondo.
El coliseo reventaba de gente. Los jóvenes y adolescentes estaban dispuestos a disfrutar cada canción de pie o en hombros de sus amigos, sin celulares, sin distracciones más que la de la música en vivo. De pronto, tras Jas, hubo un silencio. Se apagaron las luces completamente… Y se escuchó: “El momento ha llegado… Damas y caballeros, chicos y chicas, Panamericana, la radio láser, Air France y la Alianza Francesa, presentan…”, la voz de un locutor resonó en el coliseo.
Segundos después, pasaron un clip del grupo, y luego las luces violetas y anaranjadas invadieron el escenario, la coreografía, y unas siluetas vestidas de negro tomaron sus lugares. Nicola empezó a saltar. Había empezado el concierto. Indochina cantaba por fin en vivo para los limeños.
La estructura del escenario era de tres niveles. De arriba para abajo, estaba, en lo más alto, una pasarela con dos escaleras laterales; en el segundo nivel, el bajo, el saxo y la batería; y en el primer nivel, a ras del escenario, las dos guitarras y el cantante. El andamiaje era una pirámide rectangular.
Cantaron a voz en cuello, bailaron como locos y saltaron como gatos, como nunca lo había hecho esa juventud peruana que terminó completamente agotada al final del concierto. Y hasta sus “tutoras” acabaron también bailando las últimas canciones, ya contagiadas por el ambiente de fiesta. Pero, ¿qué era lo que habían presenciado, en vivo, estos adolescentes y jóvenes?
Una mirada rápida a una parte del cancionero que trajeron, puede darnos una idea de lo irreverentes y audaces que eran sus canciones para los oídos peruanos. Sin duda, los que vivieron ese tiempo disfrutaron de una especie de “isla de la modernidad” en sus conciertos. Por ejemplo, en su canción primigenia “L’Aventurier” (“El aventurero”) hablaban del personaje del comic francés, Bob Morane, quien no se detenía ante nada para ir hacia adelante (“Soy el aventurero, siempre voy más lejos. / Soy el aventurero, siempre veo más allá”); y en la composición “J’ai demandé à la lune” (“He preguntado a la luna”), Indochina expresaba una interrogante permanente, que simbolizaba la duda y el desasosiego de la juventud.
Asimismo, en su popular canción “Troisieme sexe” (“Tercer sexo”), el grupo francés cantaba a la diversidad y opción sexual y al respeto que eso debía merecer (dice Nicola Sirkis que le inspiró Boy George cuando vio en Londres). Y, por supuesto, cantaban a la pasión amorosa y a la belleza del amor entre mujeres secretas y libres en “Canary bay”. Toda ellas eran canciones frescas, que valían la pena escuchar, bailar y celebrar. Y así lo hizo Lima con ellos en el escenario del viejo coliseo de gallos de Chacra Ríos.
Luego de esos intensos conciertos del 29 y 30 de abril de 1988, los integrantes de Indochina se tomaron algunos días de descanso: unos viajaron a Iquitos, otros al Cusco. Indochina se despidió del Perú, con otros dos conciertos en un Coliseo Amauta de nuevo repleto. Ocurrió el viernes 6 y el sábado 7 de mayo de 1988, desde las 8 de la noche, tal como fueron los shows de abril.
Indochina solo recibió 52 mil dólares por los cuatro conciertos (hicieron una gran rebaja, dicen), sin incluir pasajes aéreos, porque el grupo tenía un acuerdo con Air France. El 8 de mayo de 1988 se fueron del país para seguir su gira por el continente.
Poco antes de la pandemia hubo rumores de que podían regresar al Perú, pero la cuarentena mundial lo paralizó todo. Se espera -todos esperamos- que se concrete un concierto de reencuentro, pero ya no en el viejo Amauta, cerrado a la música, sino en el Estadio Nacional o en cualquier otro escenario que acoja a los nostálgicos de los años 80.
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